32. Castigo

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Narra Dante

Un nuevo día había comenzado, no había dormido muy bien, no podía dejar de pensar en la llamada que recibí ayer, había sido tan extraño, no comprendía en absoluto el motivo de esa llamada, ¿De qué coño estaba hablando? ¿Desenmascararme? Estaba loco.

Prefiero creer que era una simple llamada de broma, no es como que fuera el primero en recibir una llamada así, tratando de "darme una advertencia", falsa por supuesto, pero aun así, debía andar con cuidado.

Sin perder más tiempo, me alisté para ir al instituto, hoy empezaría el castigo que nos darían por el incidente de la reserva, pero este sería después de clases, así que tendríamos que tomar todas nuestras clases de hoy de forma normal y encima de eso quedarnos a la salida para hacer todavía no sabemos qué.

Llegué ahí en cuestión de minutos, a diferencia de otros días, algunas personas se me quedaron viendo, lo cual me ponía algo nervioso, luego de recibir esa llamada, mi mente comenzó a sobrepensar las cosas y relacionarlo todo con esa jodida llamada.

Cruzando el patio, llegué al edificio, ahí me dirigí a mi salón y me encontré con Anya y Taylor, ambas ya se veían muchísimo mejor, espero el incidente no las haya dañado de alguna forma.

—Hola chicas.

—Hola Dante —saludó Taylor.

—Hola amor —saludó Anya.

Choqué los cinco con Taylor y abracé a Anya para sentarme en el pupitre en medio de las dos.

—¿Qué tal, chicas? ¿Cómo siguieron?

—Pues yo mejor, todo síntoma de la reacción alérgica se fue y ya no tengo ningún malestar, salvo el castigo de esta tarde, todo está bien —comentó Anya.

—Me alegro, preciosa ¿Y tú, Taylor? ¿Tu familia te dijo algo?

—Nah, les valió madres que yo estuviera mal, solo me dijeron que dejara de cagarla haciendo desmadre y esas cosas, esa fue mi madrastra, porque mi padre ni siquiera me dijo nada, es la costumbre —quejó Taylor.

—Mmmm, ya veo, pero bueno ¿Tú estás mejor?

—Si, eso sí, gracias a ti sigo viva, hablé con Rosé y ella está bien igualmente, aunque yo sigo con la incertidumbre de saber quién o qué eres en realidad.

—¿Qué?

—Ah sí, Taylor cree que eres un androide o un mutante —dijo Anya.

—¿Es en serio?

—Muy en serio —avisó Taylor— No voy a despegar mis ojos de ti.

—Oye, oye, cuidado eh, como empieces a hacerle ojitos a mi hombre, tendremos problemas —advirtió Anya.

—Jajaja tranquila hermana, nadie quiere quitarte a tu hombre jajaja, pero debes admitir que sigue siendo raro.

—Verás, Taylor se la pasó diciéndonos a Rosé y a mí que no era normal lo que hiciste en el bosque allá, entonces se la pasó diciéndonos sus teorías conspirativas —explicó Anya.

—No mamen, ni que fuera un fenómeno o algo así.

—Eso es justo lo que diría un fenómeno.

—Ya Taylor, harás que me arrepienta de haber salvado tu peludo trasero.

—Jajaja ya verás, sé que tengo razón, ojo de loca no se equivoca —dijo Taylor mientras señalaba uno de sus ojos.

—Tienes razón en algo, estás loca.

Nuestra plática fue interrumpida por el sonido del timbre, que avisaba del inicio de la primera clase del día.

—Esto no ha acabado.

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