18. Postre

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Narra Alex

Después de un breve viaje llegamos a la jefatura, como era costumbre nos estacionamos en nuestro puesto habitual en el parqueo e ingresamos al edificio principal, el ambiente era el usual, policías por todos lados, saludándonos mientras seguían haciendo su trabajo.

Abriéndonos paso por esos pasillos llegamos a la sección de casillero, donde dejaríamos nuestras cosas y podríamos prepararnos para ir a casa, ya que nos había tocado el turno nocturno ayer, por lo que estábamos libres.

—Y dime ¿Tienes planes para el día de hoy? —me preguntó Anne mientras guardaba sus cosas en su casillero.

—Aparte de dormir, no, no tengo planes —respondí haciendo lo mismo que ella.

—Que aburrido, venga, te invito a desayunar, haz eso por lo menos.

—Bien, ya que insistes, nunca le digo que no a comida gratis.

—¿Quién en su sano juicio haría eso?

—Buen punto. Aunque mucho tiene que ver que eres la tigresa más terca del mundo.

—Nada de eso, son estos colmillos que me cargo los que hacen la que la gente me obedezca —presumió mientras sonreía de forma risueña.

—Es imposible que esos dientes de sable pasen desapercibidos.

—Gracioso, aunque puedo decir lo mismo de tus orejas puntiagudas —dijo tocando la punta de mis orejas y apretándolas ligeramente, lo que me incomodó un poco.

—Oye, mantén tus patas lejos de mis orejas, o te echaré gas pimienta en los ojos.

—No te atreverías.

—¿Crees que no?

—Bueno, a menos que quieras una patada en las bolas no creo que quieras hacerlo.

—No me tientes —afirmé mientras sacaba mi ropa de civil del casillero y me sentaba en una de las bancas a quitarme las botas.

—¿Bromeas? Me divierto mucho cuando te molesto, ver como esas orejas y tu cola se ponen rígidas y tu nariz empieza a temblar, jajaja, es lo mejor.

—Te fijas mucho en esas cosas, pareces una acosadora.

—No exageres, Alex —dijo mientras ella se quitaba sus botas y empezaba a quitarse su uniforme.

—No exagero, recuerda que arrestamos a una chica así hace un par de semanas.

—Cierto, fue capaz de seguir a ese chico a la universidad, al trabajo, a su casa y hasta a su gimnasio.

—Cuando la interrogamos vimos el nivel de locura que se cargaba esa chica, se sabía al dedillo la vida del tipo, y se fijaba exactamente en esas cosas, recuerda.

—Seh, pero lo más grave no fue eso, sino que cuando se dio cuenta que este chico tenía novia intentó herirla y quien sabe si matarla también.

—Menos mal llegamos a tiempo, y que el chico llamó a emergencias, me da escalofríos pensar en lo que habría pasado —pronuncié mientras terminaba de cambiarme.

—Tranquilo, eso ya pasó, ahora está donde pertenece. Quitando eso, que me compares con una lunática así me ofende, y mucho, me estoy arrepintiendo seriamente de invitarte a desayunar —bromeó Anne mientras guardaba su uniforme en su casillero y cerraba este con llave.

—No me jodas, no estarás hablando en serio.

—Si, muy en serio —sentenció mientras se cruzaba de brazos mientras me miraba.

—No empieces con tus jueguitos, Anne.

—¿Qué jueguitos?

—Suspiré pesadamente— Bien...te invito a tu postre favorito si mantienes en pie lo del desayuno.

Instituto FurryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora