Tras más de dos semanas de paz. El bullicio y la música festiva inundaban el ala Este de Alfea durante el desmadre anual de los especialistas. Los alumnos disfrutaban de la celebración, mientras que los profesores se relajaban en una zona designada para ellos. Daphne, la reina de Domino, y Farah, la directora de Alfea, se encontraban entre los profesores que decidieron participar en la festividad.
El ambiente estaba animado, y las risas resonaban entre los profesores que compartían anécdotas y brindaban. Daphne, sin embargo, se dejó llevar por la euforia de la noche y tomó más copas de las que suelen ser habituales para ella. Poco a poco, la reina de Domino comenzó a sentir los efectos del alcohol.
Farah observaba con diversión cómo Daphne se soltaba, riendo más fuerte de lo habitual y moviéndose con una gracia desinhibida. La música retumbaba en el aire, y la atmósfera festiva envolvía el lugar.
En un momento de algarabía, Daphne se acercó a Farah, con una sonrisa juguetona en el rostro y los ojos ligeramente vidriosos.
—Farah, querida, ¿sabes qué? —Daphne exclamó con un tono más afectuoso de lo normal.
Farah alzó una ceja, preguntándose qué ocurrencia tendría preparada Daphne.
—¿Qué pasa, Daphne?Daphne rodeó los hombros de Farah con un brazo y se apoyó levemente en ella.
—Te quiero, Farah. En serio. Eres increíble. No lo suficiente como para dejar de ser reina, pero sí lo suficiente como para ser tu... amiga... especial.Farah arqueó una ceja, notando la embriaguez de Daphne. Sabía que la sinceridad podía aflorar cuando alguien estaba bajo los efectos del alcohol, pero también sabía que era peligroso tomar en serio todo lo que se decía en ese estado.
—Daphne, creo que has tenido suficiente. Te llevaré a tu habitación para que descanses.
—¿Me acompañadas en la cama?
—Estás realmente borracha, querida. Deberías ir a dormir. Estoy segura de que no quieres tomar malas decisiones.
—Creo que no existe nada que puedas hacer mal... ¿por qué no me lo enseñas?
—No sabes lo que estás diciendo —rió Farah amargamente. —Estás muy borracha. Ni si quiera creo que seas consciente de lo que estás diciendo.
—¿Por qué no lo compruebas?
—Deberías hacerlo fácil. Ni si quiera creo que puedas mantenerte en pie mucho más tiempo. Déjame ayudarte a llegar a tu habitación.
—¿Eso es un sí?
—Por supuesto que no. Por la Magia de las hadas... conseguirás que me salgan canas.
—Estarías igual de caliente con o sin ellas... cariño.
—Oh, muy graciosa. Allá vamos.Daphne rió entre dientes y Farah comenzó a andar con ella en dirección a su habitación. Mientras cientos de pensamientos que se repitió a sí misma que no debería tener pasaban por su cabeza.
—¿Me dejarás solita?
—Ajá, e intentarás dormir. Dado tu estado estoy segura de que lo conseguirás sin esfuerzo.
—No estoy tan... borracha.
—Claro que no...
Farah rodó los ojos tras soltar esas tres palabras llenas de ironía y continuó andando con Daphne hasta las habitaciones.Mientras caminaban, Daphne se balanceaba ligeramente, canturreando una melodía que solo ella parecía entender. Farah no pudo evitar sonreír ante la escena, aunque una parte de ella se preguntaba cuánto de las palabras de Daphne eran reales y cuánto era producto del alcohol.
—Aún así puedo diferenciar entre mis deseos. Y mi deseo eres tú —dijo Daphne acercándose a Farah en mitad del pasillo. —Crees que no lo digo en serio... Pero sé que solo te mientes porque tu sientes lo mismo.
Una vez en la habitación de Daphne, Farah la ayudó a sentarse en la cama. Daphne, con una expresión soñadora, miró a Farah. Esta se preguntaba si Daphne recordaría lo que le había dicho al día siguiente o si simplemente atribuiría sus palabras al exceso de alcohol.
Borracha y en un estado de efusividad, Daphne intentaba coquetear más de lo usual con Farah, quien, aunque se mostraba divertida por la situación, también intentaba manejar la situación de manera respetuosa. Daphne, con una expresión juguetona, se acomodó en la cama, mirando a Farah con ojos entrecerrados.
ESTÁS LEYENDO
DAPHNE (Farah Dowling)
RomanceTras la desaparición del rey Oritel, la reina Marion y la princesa menor, Bloom. El reino de Domino quedó en manos de la hija mayor de los reyes, Daphne.