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El móvil de Daphne sonó, hacía tiempo que no lo hacía. Parecía que era eso lo que pasaba al convertirse en reina. La gente se asustaba y dejaba de llamar.

Lo levantó y observó la pantalla cuando una inevitable sonrisa se dibujó en su rostro. Leyó el nombre varias veces para asegurarse de que había leído bien. "Farah". Hacía tiempo que no hablaban. Se habían dedicado algún mensaje pero los deberes reales habían absorbido por completo a la reina de Domino. Siempre había muchas cosas que hacer en en reino y tras el nombramiento de Farah como directora de Alfea, esta también había estado sumamente ocupada.

Daphne, tras perderse por unos segundos en sus pensamientos, salió de ellos y se percató de que el teléfono seguía sonando. Por lo que decidió contestar.

—Reina Daphne —dijo Farah al otro lado de la línea. Haciendo a la reina reír levemente.
—Guau, reina Daphne —bromeó. —A si que el único modo de que me llamas es que sea de carácter oficial...
—Lo siento —dijo Farah sonrosándose levemente. —No sabía si...
—Farah vamos, solo soy yo —rió Daphne removiéndose en la silla de su tocador.
—No creo que en resto de regentes esté de acuerdo en que realmente seas "solo tú". Como si de alguien común se tratara y no de la reina del reino más poderoso del otro mundo.
—Porque para ellos soy la reina Daphne, soberana de Domino. Pero para ti, solo soy Daphne. Cuéntame ¿qué pasa?
—Preferiría que... Contártelo en persona. ¿Podrías venir a Alfea? —preguntó la directora de la escuela para hadas. Daphne gesticuló a su consejera Calliope, preguntándole si sería posible dicho viaje, y cuando esta asintió, la reina volvió su atención a la llamada.
—Sí, puedo viajar. Te veo en unas horas.
—Ah, oh, eh... ¿ahora? Vale cuanto... cuanto antes mejor. Te veré en unas horas. ¿Quieres que avise a la reina Luna? ¿Que conste como visita oficial o...
—No, quiero que sea discreto. Con que lo sepas tú está bien. Lo prefiero así —aseguró Daphne.
—Claro, sin problema.
—Gracias.

Daphne colgó y le dedicó una sonrisa al teléfono. Antes de que la reina pudiera articular palabra, Calliope se dirigió a ella.
—"Solo soy yo" —se burló la consejera y confidente de Daphne.
—Oh vamos —se quejó la reina rodando los ojos.
—¿Cuánto falta?
—¿Cuánto falta para qué, Calliope?
—Para que esa mujer sepa que la reina de Domino se muere por ella —aseguró.
—Ay señor —se quejó Daphne levantándose del tocador.
—Debe saberlo.
—Calliope, Farah no me vería así ni aunque fuera el último hada del otro miento.
—Una seguridad abrumadora dado que no hay nada que certifique eso que decís.
—Calliope...
—Os he visto en las fiestas.
—Hace mucho de eso.
—El arrepentimiento es un millón de veces mejor que la duda. Buen viaje —sentenció Calliope dejando a Daphne sola en el dormitorio.

Daphne rodó los ojos y tomó lo indispensable para posteriormente desplegar las alas y salir volando por la ventana del dormitorio. Cruzó varios portales ocultos aéreos que aceleraron enormemente su llegada a Alfea. Convirtiendo un viaje de días en unas pocas horas.

—Farah —dijo la reina entrando al despacho de la directora. Estaba empapada y agotada pues la pilló una tormenta pero finalmente había llegado a Alfea.
—Reina Daphne —dijo Farah a modo de saludo levantándose de su escritorio y acercándose a Daphne cuando esta dio dos cortos pasos hacia atrás.
—Dos cosas. La primera es que dejes de tratarme con tanta distancia y la segunda es que te abrazaría, pero estoy absolutamente empapada.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Farah provocando una también en Daphne.
—Lo siento —dijo Farah sincera. —No me acostumbro. Hace tanto que no nos vemos, creí que quizá...
—Sí, pero nada ha cambiado —aseguró Daphne acercándose un poco a Farah.

—¡Hemos visto unas alas! —exclamaron Saul y Ben al unísono entrando al despacho de Farah sin siquiera llamar. —¡Daphne! —exclamaron los dos de nuevo a la vez y abrazaron a la reina sin importarles lo empapada que estaba. Esta sonrió y los abrazó también.
—¿Cómo estáis? —preguntó la pelirroja.
—No nos has avisado —se quejó Ben.
—No he tenido tiempo —se quejó Daphne esta vez.
—Deducimos que no estás aquí por mero placer y que hay algo más allá de lo que seguramente debáis hablar a si que os dejamos. Solo queríamos saludar —dijo Saul.
—Gracias —dijo la pelirroja cuando se marcharon.

DAPHNE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora