Daphne se encontraba en el centro de la sala de Torre de Nubes, rodeada por un halo de energía mágica. Respiró profundamente, centrando su mente en el flujo de poder que ahora la atravesaba. Se propuso la tarea de canalizar esa magia ancestral recién adquirida y moldearla según su voluntad.
Sus manos se alzaron lentamente, gestos precisos delineando patrones invisibles en el aire cargado. Murmullos de palabras antiguas resonaron en la sala mientras Daphne intentaba comunicarse con la esencia misma de la magia que la rodeaba.
La energía respondió, centelleando en respuesta a los esfuerzos de Daphne. Pequeños destellos de luz danzaban a su alrededor, como fuegos fatuos acatando su llamado. Daphne se sintió en comunión con un poder que iba más allá de la comprensión ordinaria.
—Entiende mi propósito, Magia ancestral. Aclárame el camino, guíame hacia la verdad —susurró Daphne, su voz resonando con una determinación que solo los antiguos conocimientos podían inspirar.
Los destellos de luz comenzaron a tejerse en formas complejas, obedeciendo la voluntad de Daphne. La sala se llenó de una luminiscencia etérea mientras ella exploraba las posibilidades de su nuevo don. Concentración y determinación se reflejaban en los ojos de la reina de Domino.
Con cada intento, Daphne refinaba su conexión con la magia. Pronto, logró que la energía respondiera a comandos específicos. Formas etéreas se materializaron, flotando en el aire como manifestaciones de su voluntad.
—Así es como moldearé mi destino. Esta magia será mi aliada en la búsqueda de la verdad y la protección de aquellos a quienes amo —declaró Daphne, sintiendo la responsabilidad que acompañaba a su recién descubierta habilidad.
Las horas pasaron, pero Daphne perseveró en su práctica, explorando los límites y posibilidades de su conexión con la magia ancestral. Cada éxito, cada manifestación controlada, fortalecía su confianza en este nuevo poder.
Finalmente, Daphne bajó las manos, la sala quedó en silencio, solo interrumpido por su respiración tranquila. Había logrado canalizar y dirigir la magia ancestral a su voluntad. Ahora, con esta nueva herramienta en su arsenal, estaba preparada para enfrentar los desafíos que el destino le deparaba.
Daphne se encontraba en el centro de su habitación, rodeada por un círculo mágico trazado con precisión en el suelo. La energía que había adquirido a través del ritual en Craig na Dun la envolvía como un halo luminoso mientras se preparaba para usar su nueva Magia para rastrear a Farah.
Con los ojos cerrados, Daphne se sumió en una profunda concentración. Inhaló profundamente, sintiendo la conexión con la magia ancestral y el flujo de poder que la recorría. Su mente se enfocó en la imagen de Farah, en los momentos compartidos, en la esencia única que era su compañera y amante.
—Magia ancestral, guíame hacia ella. Que tu luz revele el camino —murmuró Daphne con determinación.
El círculo mágico brilló con intensidad, respondiendo a la invocación de Daphne. La energía comenzó a tomar forma, extendiéndose como hilos de luz que se entrelazaban en un patrón complejo. Daphne podía sentir cómo su magia se entrelazaba con la esencia misma de Farah, como un eco distante pero vibrante.
El resplandor mágico tomó una dirección específica, apuntando hacia un punto cardinal. Daphne abrió los ojos, y la sala se iluminó con una luz suave y reconfortante. Siguiendo la guía de su nueva habilidad, Daphne se encaminó hacia la salida de su habitación, confiando en que la magia ancestral la llevaría hasta Farah.
Daphne, con sus majestuosas alas desplegadas, comenzó a volar a toda prisa siguiendo el rastro mágico que la guiaba hacia las mazmorras de Solaria. Cada latido de su corazón resonaba con la urgencia de alcanzar a Farah y liberarla de su cautiverio.
Al llegar al palacio de Solaria, Daphne se encontró con la figura imponente de la reina Luna, quien bloqueaba el acceso a las mazmorras. Luna, cómplice de Rosalind en el oscuro plan para mantener a Farah prisionera, miró a Daphne con una expresión de desdén.
—Reina Daphne, no tienes permiso para entrar. Estas mazmorras están fuera de tu alcance —declaró Luna, tratando de imponer su autoridad.
Daphne no se detuvo. Sus ojos reflejaban determinación mientras se acercaba a Luna. Con un gesto firme, desafió las palabras de la reina y continuó avanzando hacia las mazmorras.
—No me detendrás, Luna. Si no ocultas nada no te importará que haga una visita —proclamó Daphne, elevando su voz con un tono real.
Entonces y antes de que Daphne pudiera decir nada más. Stella apareció frente a ambas monarcas.
—Daphne —musitó Stella.
—Stella márchate —ordenó Luna.
—¡No! Rosalind y tú habéis sumido Alfea en un halo de oscuridad y terror. Habéis destruido todo lo que quería. Soy tu hija y eso no te ha detenido.
—No tienes ni idea de lo que dices, Stella. He dicho que te marches.
—No permitiré que sigas gobernando de esta manera. Solaria merece más que esto —musitó Stella, cuando la reina de Domino vio que le habían colocado unos limitadores rúnicos.Daphne tomó las muñecas de Stella y los hizo caer al suelo. Entonces Luna lanzó un hechizo a Stella que la hizo retorcerse de dolor para darle un escarmiento. Daphne con su Magia lo detuvo y se dirigió a Luna.
—Vuelve a tocar a Stella —dijo Daphne en tono firme. —Y te mato —amenazó.
—¿Es eso una amena...
—Lo es —interrumpió Daphne a Luna.
—Stella, márchate a Domino. Hay un dragón fuera esperando.
—No puedes irrumpir en mi corte y...
—¿Tú crees? —preguntó Daphne.
—Si avanzas un solo paso más le estarás declarando la guerra a Solaria —declaró Luna.
—Recibirás mis tropas por la mañana —declaró Daphne volviendo a alzarse en el aire.
—Cogedla —dijo Luna a los guardias. Entonces Daphne los apartó con fuerza con su Magia y voló a toda velocidad siguiendo el rastro de su magia.Luna intentó utilizar sus propios poderes para bloquear el camino de Daphne, pero la magia ancestral que ahora fluía en la reina de Domino demostró ser más fuerte. Las alas de Daphne brillaron con una luz intensa mientras atravesaba la barrera mágica de Luna con determinación.
Las mazmorras se revelaron ante Daphne, oscuras y ominosas. Sin embargo, su conexión con la magia ancestral la guiaba con precisión hacia la celda donde Farah estaba prisionera. Mientras avanzaba por los pasillos fríos y húmedos, la preocupación y la furia se mezclaban en su corazón.
Al llegar a la celda de Farah, Daphne vio a su amada encadenada con retenedles mágicos diferentes a los que Daphne hubiera visto antes y debilitada.
—Farah... —musitó al verla inconsciente en el suelo. Entonces tocó los barrotes y los derritió con su Magia para entrar. —Farah dime algo —rogó arrodillándose a su lado y tomando su torso en sus brazos. —Farah por favor. Te lo ruego... —dijo mientras una lágrima se derramaba cuando escuchó un estruendo. Entonces alzó la vista y se preparó para atacar.
—Tenemos que irnos —dijo Stella corriendo hasta ella.
—Stella no deberías seguir aquí —Daphne y justo en ese instante el techo de de esa mazamorra se rompió dejando ver una garra del dragón.
—Ahí está —dijo Stella.Daphne tomó a Farah en sus brazos con fuerza y desplegó sus alas mientras veía como Stella trepaba hasta subir en el dragón.
Daphne comenzó a volar a toda velocidad seguida por la dragona en la que iba Stella.
Daphne entró por un portal aéreo oculto seguido por la dragona que dejó a la princesa de Solaria metros de la barrera de Alfea. Al traspasarla voló con la fuerza que le quedaba hasta el círculo de piedra en el que dejó a Farah.
—Reina Daphne —dijo Aisha corriendo hasta ella seguida por Bloom mientras Stella bajaba de la dragona a unos metros. —Creo que esto le servirá. Conectamos nuestra Magia una vez, dentro está la llama del dragón.
—¿Un cristal de convergencia? Gracias —dijo Daphne sincera. Lo apoyó en el pecho de Farah y comenzó a dirigir su Magia hacia el Hada de la mente mientras esta también recibía la del cristal. —Vamos... Vamos —musitó la reina mientras entregaba toda la magia que podía a Farah.Entonces hizo que la Magia de la tierra proveniente del círculo de piedra también se dirigiera al Hada.
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DAPHNE (Farah Dowling)
RomanceTras la desaparición del rey Oritel, la reina Marion y la princesa menor, Bloom. El reino de Domino quedó en manos de la hija mayor de los reyes, Daphne.