15

101 5 0
                                    

Daphne se despertó con la suave luz del amanecer filtrándose por las cortinas del lujoso dormitorio que le habían asignado en el palacio de Melodía. Después de la magnífica ceremonia de coronación, la reina Galatea le había pedido que se quedara unos días más para asesorarla sobre los protocolos y el funcionamiento de la corte.

Al salir al corredor, Daphne se encontró con uno de los sirvientes del palacio, quien la guió hacia el despacho de Galatea. A medida que caminaban por los pasillos decorados con detalles encantados, Daphne admiraba la elegancia de la arquitectura y la atención al detalle en cada rincón.

Finalmente, llegaron al despacho de la reina. Galatea estaba sentada en su imponente trono, revisando documentos y mapas que cubrían la amplia mesa. Al notar la llegada de Daphne, le dedicó una sonrisa acogedora.

—Bienvenida, Daphne. Gracias por quedarte unos días más. Necesito tu ayuda para comprender mejor cómo funciona la corte y cómo manejar los asuntos de Melodía —dijo Galatea a quien su padre había protegido quizá un poco de más toda su vida y necesitaba algo de ayuda en esta nueva etapa.

Daphne asintió con gracia y se sentó frente a la otra reina, lista para compartir sus conocimientos sobre los deberes reales y la diplomacia. A lo largo de los días siguientes, las dos princesas trabajaron juntas, revisando informes, discutiendo asuntos de estado y planificando futuras alianzas entre los reinos.

Entre las sesiones de trabajo, Galatea llevó a Daphne a explorar los jardines encantados del palacio y los majestuosos salones que resonaban con la música de la corte. Se sumergieron en la cultura de Melodía, compartiendo historias y risas con los músicos y artistas que animaban el ambiente.

A medida que Daphne compartía sus experiencias en Alfea y otros reinos, Galatea también le revelaba detalles sobre la rica historia y la magia única de Melodía. La conexión entre las dos princesas se fortaleció, no solo en un sentido diplomático, sino también como amigas que compartían un profundo respeto y admiración mutua.

Las noches transcurrían con cenas reales y celebraciones, donde la música y el baile se entrelazaban para crear una atmósfera de alegría. Daphne, a pesar de la distancia de Farah, se dejaba llevar por el encanto melódico del reino y participaba en las festividades.

En uno de esos días, mientras caminaban por los jardines bajo el resplandor de las luciérnagas encantadas, Galatea expresó su gratitud.

—Daphne, tus consejos y tu presencia aquí han sido invaluables para mí. Gracias por quedarte y ayudarme a entender mejor mi papel como reina.
—Es un honor ayudarte, Galatea. Melodía es un reino único, y estoy segura de que liderarás con sabiduría y gracia, al igual que lo hizo tu padre —respondió Daphne con una sonrisa.

A medida que se acercaba la fecha de su regreso a Alfea, Daphne se despidió de Galatea con un abrazo cálido. Aunque su corazón anhelaba reencontrarse con Farah, había encontrado una amistad especial en Melodía y la certeza de que las alianzas entre los reinos mágicos se fortalecían con cada vínculo construido.

Daphne descendió del portal directo a Alfea con una sensación de alivio después de su estancia en Melodía. Sin embargo, su tranquilidad se vio interrumpida cuando notó a un grupo de periodistas reunidos frente a las puertas de la escuela, cámaras y grabadoras en mano.

Al acercarse, uno de los periodistas levantó un periódico con una foto de Daphne sentada junto al rey Erendor durante el banquete de la coronación de Galatea. El titular sugería una conexión más allá de la diplomacia.

—Reina Daphne, ¿podría comentar sobre esta imagen? ¿Hay algo más entre vos y el rey Erendor de Eraklyon? —preguntó un periodista, aprovechando la oportunidad para generar titulares impactantes.

Daphne sintió cómo la presión de las cámaras se intensificaba y, con una sonrisa diplomática, respondió:

—Erendor y yo compartimos un banquete como parte de las celebraciones en Melodía. Nuestra relación es estrictamente diplomática y respetuosa. No hay nada más que eso.

Otro periodista intervino:
—¿No hay nada más que eso? Las fotos sugieren lo contrario. ¿Podría haber algún romance entre los dos?

Daphne mantuvo la calma, aunque por dentro sentía la incomodidad crecer. Sabía que estas insinuaciones podían perjudicar su reputación y crear malentendidos.

—Comprendo que las imágenes puedan malinterpretarse, pero quiero enfatizar que mi compromiso es con mi papel como representante de Domino. No hay ningún romance entre el rey Erendor y yo.

Las preguntas seguían llegando, algunas más incisivas que otras. Daphne intentaba responder con elegancia y firmeza, pero la situación le resultaba desafiante. En el fondo, deseaba que estas especulaciones no afectaran su relación con Farah ni la estabilidad en su reino.

Después de una serie de respuestas y evasiones hábiles, los periodistas finalmente se dispersaron, dejando a Daphne con un suspiro de alivio. Se dirigió hacia el interior de Alfea, consciente de que ahora tendría que aclarar las cosas con Farah y gestionar cualquier posible repercusión en Domino.

La luz del día se filtraba por las ventanas de la habitación de Daphne en Alfea, mientras esta revisaba algunos documentos después de la jornada en Melodía. Le habría gustado saludar a Farah nada más llegar pero fue informada de que se encontraba impartiendo una clase que no quiso interrumpir. Y al tratar de saludar a su hermana se percató de que estaba en la clase que Farah impartía por lo que se retiró a sus aposentos hasta que terminaran. La sorpresa de encontrarse con los periodistas a su regreso aún resonaba en su mente cuando el teléfono que descansaba sobre su escritorio comenzó a brillar.

Con un toque de curiosidad, Daphne levantó el teléfono y se preparó para lo que podría ser una llamada importante. La voz de Calliope emergió del otro lado de la línea con un tono urgente.

—Daphne, ¿has visto las fotos y los titulares? ¿Qué está pasando?

Daphne suspiró, anticipando el motivo de la llamada.
—Sí, Calliope, estoy al tanto. Es solo una interpretación equivocada de la situación. Nada más que diplomacia y deberes oficiales.
—Las insinuaciones son intensas. ¿Cómo piensas manejar esto?
—Intentaré abordarlo con la mayor elegancia posible. Pero lo más importante es que todos en los reinos y, sobre todo, Farah, comprendan que esto no tiene fundamento real. Mi prioridad es mantener la estabilidad aquí.

Calliope asintió, aunque su preocupación era palpable incluso a través de la magia que conectaba sus voces.
—Daphne, asegúrate de comunicar esto claramente. Domino es tu prioridad pero Farah también debe sentirse segura.
—Lo sé, Calliope. Aprecio tu consejo. Haré lo que esté en mi poder para gestionar esta situación de la mejor manera posible.

La conversación continuó mientras ambas compartían pensamientos y estrategias para abordar el tema de manera efectiva. Calliope ofrecía su apoyo y perspectiva desde la distancia, reconociendo la complejidad de la situación en la que Daphne se encontraba.

Al colgar, Daphne se quedó reflexionando sobre la importancia de manejar cuidadosamente este malentendido. Sabía que enfrentaría desafíos, pero también entendía que la verdad y la comunicación honesta eran sus aliadas en este complicado momento.

DAPHNE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora