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Luna entró a la sala en la que había decidido reunirse con Daphne con una mirada aguda y un periódico en la mano. La reina de Domino sabía que esta no era una visita casual, y se preparó para la charla que se avecinaba.

La reina Daphne examinó la foto en el periódico con una mezcla de irritación y precaución. La imagen la mostraba sonriendo junto al rey Erendor durante el banquete posterior a la coronación de Galatea. Las cámaras de los periodistas capturaron el momento justo cuando Erendor colocaba su mano sobre la de Daphne, generando titulares sensacionalistas. La noticia se había esparcido como el fuego en un bosque seco, y ahora Luna, la astuta reina de solaria, estaba en su despacho exigiendo explicaciones.

Luna, con su elegancia maliciosa, dejó el periódico sobre el escritorio de Daphne y alzó una ceja con expectación.
—Daphne, me parece que te has vuelto muy cercana al rey Erendor.

Daphne, consciente de que Luna era experta en descubrir secretos, respondió cuidadosamente.
—Erendor es un aliado valioso. Debemos fortalecer la relación entre nuestros reinos.

Luna arqueó la ceja, mostrando escepticismo.
—¿Solo se trata de política?

Daphne miró la foto con una sonrisa ambigua, jugando con las expectativas de Luna.
—¿Acaso estás insinuando algo más?
—Solo estoy sorprendida de ver a la reina Daphne coqueteando con el rey de Eraklyon en las portadas de los periódicos —comentó Luna, su tono denotando diversión.

Daphne mantuvo la calma, pero su mente trabajaba rápidamente para calcular sus respuestas.
—La política a veces requiere ciertos sacrificios. No todo es lo que parece.

Luna se inclinó ligeramente hacia adelante, mostrando un interés creciente.
—¿Estás segura de eso?

Daphne sostuvo la mirada de Luna. —Las apariencias a menudo son engañosas. ¿No crees, Luna?

La reina de Solaria sonrió con astucia, reconociendo que Daphne no estaba dispuesta a revelar más detalles.
—Tal vez. Pero deberías recordar que las apariencias también juegan un papel en la política.

Daphne asintió, sabiendo que Luna estaba acertada en ese sentido.
—Lo tendré en cuenta, Luna. La política es un juego complicado.
—Espero que estés jugando bien tus cartas, Daphne.

Daphne, sutil pero decidida, decidió llevar la conversación hacia un terreno más seguro.
—Luna, entiendo que tu interés pueda ser malinterpretado, pero deberíamos centrarnos en cuestiones más apremiantes y menos sensacionalistas, ¿no crees? ¿Qué sabes sobre la amenaza del escape de Rosalind? ¿O sobre la aparición de quemados?

Luna, manteniendo su compostura, respondió con frialdad.
—Estoy al tanto de esos asuntos, pero no puedo ignorar los giros intrigantes de la política. Después de todo, una historia romántica siempre es de interés público.

Daphne frunció el ceño.
—Mis relaciones personales no deberían ser el foco de nuestra conversación. Hay asuntos más urgentes que merecen nuestra atención.

La reina de Solaria sonrió con malicia.
—Daphne, siempre tan centrada en los problemas reales. Pero no puedes negar que las historias de amor pueden influir en la política y en la percepción pública.

Daphne apretó los puños, consciente de que Luna estaba jugando con ella.
—Este juego de insinuaciones no lleva a ninguna parte, Luna. ¿Por qué no hablamos sobre los verdaderos desafíos que enfrentamos?

Luna se encogió de hombros con indiferencia.
—Supongo que tendrás que revelarme más tarde tus secretos, reina Daphne. Pero por ahora, seguiré con mi propia investigación.

Daphne, manteniendo su temple real, buscó un tono más conciliador.
—Luna, nuestras tierras enfrentan desafíos cada vez mayores. Deberíamos considerar una alianza más fuerte entre nuestros reinos para afrontar las amenazas que nos rodean. ¿No crees que sería sabio?

DAPHNE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora