13

102 10 2
                                    

La mañana se deslizaba sobre Domino, y en la habitación de Daphne y Farah, la tensión flotaba en el aire. Después del baile y de la sutil sospecha de Luna, ambas sentían la necesidad de abordar el tema.

Farah, buscando el valor para comenzar la conversación, dijo:
—Daphne, tenemos que hablar sobre lo que ocurrió anoche con Luna. Siento que se está volviendo cada vez más peligroso.

Daphne, mirándola con seriedad, respondió:
—Lo sé, Farah. Pero no podemos cambiar quiénes somos. Siempre existirá el riesgo.
—No es solo eso. Luna pudo haber notado más de lo que creemos. Estoy preocupada por la seguridad de ambas y, sinceramente, por Alfea.

Daphne, frustrada, contraatacó:
—¿Qué quieres que haga? ¿Que ocultemos lo nuestro por completo? Luna siempre buscará la debilidad. Sabes cómo es, la conoces.
—No, no estoy pidiendo eso. Solo creo que debemos ser más cautelosas. No sabemos qué cartas tiene Luna bajo la manga. Creo que no estás midiendo la peligrosidad de esto. Podría hacer cualquier cosa. Tú también sabes cómo es. No es razonable y aunque actúe de manera amistosa, sí se enterara pondría el grito en el cielo.

Daphne, sintiéndose acorralada, expresó su frustración:
—¿Y cómo se supone que debemos vivir con miedo todo el tiempo? ¿Es eso lo que quieres, Farah? Soy la reina. ¿Crees que esto no me importa a mí? Si pasa algo a Domino yo seré la responsable. Mi reino es el más poderoso de todo el otro mundo. Debo mostrar poder y firmeza. Y es muy complicado. Deberías entenderme.

Farah, respirando profundamente, respondió:
—No, Daphne, no es eso. Pero Luna es astuta, y si está involucrada, deberíamos estar preparadas.

La discusión escaló, las palabras se volvieron afiladas y las emociones crudas. Daphne, temiendo perder lo que había encontrado en Farah, dejó escapar sus inseguridades:
—¡No sé por qué te preocupas tanto! ¿Acaso no somos lo suficientemente fuertes como para enfrentar cualquier amenaza?

Farah, herida por la intensidad de la discusión, respondió con voz temblorosa:
—No es sobre nuestra fuerza, Daphne. Es sobre protegernos mutuamente y a Alfea. No puedo verte lastimada por este secreto.

El silencio llenó la habitación, la tensión colgando como una espesa niebla. Ambas se miraron, conscientes de que algo había cambiado, pero ninguna estaba segura de qué hacer a continuación. La realidad de su amor y la amenaza de Luna dejaron una marca profunda en la mañana que prometía complicar aún más su relación.

—¿Qué quieres que haga? Pídemelo y lo haré. Incluso si quieres que acabe con Luna, me da igual —declaró Daphne.

Después de las palabras agudas, el silencio se instaló en la habitación, interrumpido solo por la respiración entrecortada de ambas. Farah, sintiendo la gravedad de la situación, rompió el silencio en un susurro:

—Daphne, no quiero que esto nos separe. Ambas sabemos lo que sentimos la una por la otra.

Daphne, dejando de lado parte de su frustración, asintió:
—Tienes razón. Pero, Farah, no quiero vivir con miedo. Ya he perdido demasiado en mi vida.

Farah, acercándose con ternura, le tomó las manos:
—Daphne, no se trata de vivir con miedo, sino de ser conscientes de los riesgos. Luna no conoce la verdad, pero intuye algo. Si queremos estar juntas, necesitamos ser más astutas. Ella no conoce límites.

Daphne, mirándola con afecto, respondió:
—No quiero esconder lo nuestro, Farah, pero tampoco quiero que te pongas en peligro. ¿Cómo encontramos ese equilibrio?

Farah, sonriendo con suavidad, dijo:
—Juntas. Encontraremos la manera juntas. Pero necesitamos ser inteligentes y protegernos. No es un paso atrás, es ser estratégicas.

DAPHNE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora