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Farah observaba a Daphne desde la distancia, preguntándose cómo abordar la conversación que tanto temía. La noche anterior, entre risas y copas, habían compartido la misma cama, pero ninguna de las dos había admitido lo que sentían. Ahora, en el comedor de profesores de Alfea, el ambiente era más tranquilo, pero Farah sentía un nudo en el estómago.

Daphne estaba inmersa en la lectura de unos pergaminos en una mesa cercana. Farah, por otro lado, estaba sentada en una mesa más alejada, sosteniendo una taza de café, perdida en sus propios pensamientos. Ben, notando la tensión en el ambiente, se acercó a Farah.

—¿Qué pasa, Farah? Te veo preocupada —dijo Ben, tomando asiento frente a ella.

Farah suspiró, mirando a Daphne de reojo antes de responder.

—Ben, anoche Daphne y yo... las cosas se salieron de control. Estábamos borrachas y terminamos pasando la noche juntas. No hemos hablado de ello. No sé qué significa. No quiero arruinar nuestra amistad, pero no puedo dejar de pensar en ella.

Ben asintió comprensivo.
—Entiendo que estés preocupada, pero ¿has considerado que quizás hay algo más que solo amistad entre ustedes dos? Digo, la química no suele aparecer de la nada.

Farah frunció el ceño, reflexionando sobre las palabras de Ben.
—Es cierto que siempre ha habido una conexión especial entre Daphne y yo, pero... ella es una reina, Ben. Y yo soy la directora de Alfea. No puedo permitirme mezclar las cosas de esta manera.

Ben le dedicó una mirada amigable.
—Farah, las reglas sociales y las posiciones no deberían dictar tus sentimientos. Si hay algo genuino entre ustedes, ¿por qué no explorarlo?

Farah se mordió el labio inferior, mostrando indecisión.
—Temo perder la estabilidad que tenemos ahora. No quiero que las cosas se vuelvan incómodas entre nosotras.

Ben sonrió, mostrando su confianza en Farah.
—A veces, enfrentar lo que sentimos puede ser incómodo, pero también es la única manera de avanzar. No tienes que tener todas las respuestas ahora mismo. Dale tiempo, pero no dejes que el miedo te impida buscar la felicidad.
—¿Y si no siente lo mismo? Las cosas se pondrían incómodas.

Ben sonrió tranquilizadoramente.
—Entiendo tus preocupaciones, Farah. Pero a veces, tomar el riesgo vale la pena. La incertidumbre puede ser peor que la realidad. Además, Daphne es una persona increíble, ¿quién sabe qué podría surgir?

Farah mordió su labio inferior, dudosa.
—No sé ni por dónde empezar. ¿Cómo se supone que debo decirle que me gusta sin asustarla o incomodarla?
—Farah os habéis acostado. Si no le gustaras no lo habría hecho.
—Estábamos borrachas, Ben.
—¿Y? ¿Cuál es el problema? Os he observado. Hay química entre vosotras.

Ben reflexionó por un momento.
—¿Hay algo más?
—Tengo miedo de haberme aprovechado de la situación. Estaba borracha. Debí dejarla en su habitación y marcharme.
—Farah tú también habías bebido. Y Daphne no estaba tan borracha, la vi hablando con Saul tranquilamente un rato antes de marcharse contigo. ¿Sabes qué creo? Que intentas buscar excusas para encontrar el porqué se acostó contigo porque no te crees suficiente y eso no tiene sentido Farah, porque eres increíble. Deja de sobre analizarlo todo y solo sé tu misma. A Daphne le gusta quien eres, y eso incluye tus sentimientos honestos. No tengas miedo de mostrarte tal como eres.
—Tienes razón. Creo que hablaré con ella. Solo necesito encontrar el momento adecuado.

En ese momento, Daphne levantó la mirada del pergamino y sonrió a Farah. Ben, notando la conexión entre ellas, le dio un codazo a Farah.
—Habla con ella ahora mismo. Parece que el momento perfecto ya llegó.

Farah se puso nerviosa, pero decidió seguir el consejo de Ben. Se levantó y se acercó a la mesa de Daphne, quien la saludó con alegría.

Farah se acercó a la mesa donde Daphne hojeaba los pergaminos. La tensión entre ambas era palpable, y Farah buscaba las palabras adecuadas para abordar la situación.
—Buenos días, Farah. ¿cómo dormiste?, ¿quieres unirte? Estoy leyendo sobre los quemados. Ya sabes.
—Daphne, necesitamos hablar sobre lo que pasó anoche —dijo Farah con cautela.

Daphne levantó la mirada, mostrando una expresión que combinaba sorpresa y preocupación. No sabía cómo reaccionaría Farah a la revelación de la noche anterior. La directora se sentó frente a ella, sintiendo el peso de las palabras que quería expresar.

—Anoche, lo que sucedió... sé que fue por el alcohol, pero siento que deberíamos hablar al respecto. No quiero malentendidos.

Daphne asintió, dejando los pergaminos a un lado y centrando su atención en Farah.
—Entiendo. ¿Qué es lo que quieres saber o decir?

Farah miró directamente a los ojos de Daphne, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—Lo que sucedió anoche no fue solo por el alcohol. Siento algo más por ti, Daphne, algo que va más allá de la amistad. Pero tengo miedo de cómo esto pueda cambiar nuestras vidas y nuestra relación.

Daphne sonrió con ternura, tomando suavemente la mano de Farah.
—Farah, yo también siento algo más por ti. Quiero explorar esto juntas, sin importar las complicaciones que pueda traer. No tengo miedo de amarte.

Farah se sintió abrumada por las palabras de Daphne y la sinceridad en su mirada.
—Daphne, sé que eres valiente, pero yo... tengo miedo. No sé si puedo manejar esto.

Daphne acarició la mejilla de Farah con delicadeza.
—Farah, entiendo tus miedos, pero no estamos solas en esto. Podemos enfrentar lo que venga juntas. No tienes que tomar esta decisión sola.

Farah se quedó en silencio, contemplando las palabras de Daphne. Mientras luchaba con sus propias inseguridades. Farah miró a Daphne con una mezcla de temor y vulnerabilidad. Había aceptado la idea de explorar sus sentimientos, pero aún había un miedo latente en su corazón.

—Daphne, tengo miedo de cómo esto podría afectar nuestras vidas. Somos de mundos diferentes, con responsabilidades y expectativas que podrían cambiar si dejamos que esto crezca.

Daphne sostuvo la mirada de Farah con determinación.
—Farah, entiendo tus miedos, pero también sé lo que siento. No es solo un impulso del momento, lo he sentido durante mucho tiempo. No quiero que tengas miedo, quiero que confíes en lo que compartimos.

Farah asintió, reconociendo la seguridad en las palabras de Daphne.
—Es solo que... no sé cómo encajará esto en mi vida. Mi posición como directora de Alfea y las expectativas que tienen sobre mí.

Daphne sonrió con ternura, sabiendo que estaba pidiendo a Farah que diera un salto de fe considerable.
—Farah, no tenemos que resolver todo de inmediato. Podemos tomarnos el tiempo necesario, paso a paso. Y sobre las expectativas, ¿no mereces ser feliz? Incluso si eso significa desafiar algunas normas.

Farah dejó escapar un suspiro, sintiéndose comprendida pero aún con aprensiones.
—Supongo que es el miedo a lo desconocido. No sé qué pasará.

Daphne tomó las manos de Farah entre las suyas.
—Ni yo lo sé, pero creo que juntas podemos superar cualquier desafío. No estás sola en esto.

Farah miró las manos entrelazadas, sintiendo una conexión más allá de lo físico. Estaba en el filo de un cambio significativo, y la incertidumbre la asustaba.
—¿Y si esto arruina nuestra amistad?

Daphne la miró con dulzura.
—Farah, nuestra amistad es fuerte, y estoy dispuesta a arriesgarme por algo más profundo. No quiero perder lo que tenemos, pero tampoco quiero perder la oportunidad de descubrir lo que podría existir entre nosotras. Además. Creo que ambas sabemos que esto siempre ha sido más que una amistad.

Farah asintió lentamente, procesando las palabras de Daphne. Aunque seguía nerviosa, había un atisbo de esperanza en sus ojos.
—Tomémonos el tiempo necesario, pero prométeme que si en algún momento sientes que esto es demasiado, lo hablaremos. No quiero perderte, Daphne.

Daphne sonrió y acarició suavemente el rostro de Farah.
—Te lo prometo. Estamos juntas en esto, sea cual sea el resultado.

Ambas se sumieron en un silencio reflexivo, sabiendo que habían cruzado un umbral importante en sus vidas. La incertidumbre persistía, pero también lo hacía la conexión que compartían, un lazo que parecía más fuerte que nunca.

DAPHNE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora