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Tras horas de trayecto. Bloom, Saul, Oritel y Daphne llegaron al majestuoso palacio de Domino. Calliope, que había sido informada por Daphne sobre los eventos recientes, salió apresurada a recibirlos. Sus ojos se llenaron de alivio al ver a Daphne y, sin dudarlo, la abrazó con fuerza.

—Daphne, estábamos tan preocupados. —Calliope se apartó solo lo suficiente para sostener el rostro de Daphne entre sus manos, asegurándose de que estuviera bien.

—Estoy bien, Calliope. Hemos tenido algunos desafíos, pero lo hemos superado. —Daphne sonrió con gratitud por la preocupación de su amiga.

Mientras tanto, Marion, quien no sabía de la llegada inminente. Salió al encuentro de los visitantes, sin percatarse de la sorpresa que le aguardaba.

El reencuentro fue todo menos planeado. Oritel, al ver a Marion, sintió una mezcla abrumadora de alegría y nostalgia. No había esperado verla tan pronto, y Marion, al ver a Oritel después de tantos años, quedó momentáneamente paralizada antes de dejar escapar un suspiro de asombro.

—Oritel... —murmuró Marion, sus ojos brillando con emoción contenida.

—Marion. —La voz de Oritel llevaba consigo años de anhelo y anhelo.

Sin dudarlo, Oritel y Marion se abrazaron con fuerza, como si los años separados se disolvieran en ese gesto. Las lágrimas fluyeron, expresando el reencuentro tan esperado y las emociones acumuladas a lo largo de los años. Oritel tomó el rostro de su esposa y la besó con el amor con el que no pudo hacerlo desde hacía ya demasiados años.

—No sabía que habías sido liberada. —Oritel admitió con voz temblorosa.

—Y yo no sabía que tú estabas vivo. —Marion confesó, sus ojos reflejando la felicidad y la tristeza al mismo tiempo.

Daphne, Calliope, Saul y Bloom observaban con respeto y comprensión el emotivo reencuentro de sus padres. La familia real de Domino, después de tanto tiempo, se reunía en su hogar. El palacio de Domino resonaba con la alegría de este encuentro, marcando un nuevo capítulo para la familia y el reino.

Marion, después de compartir ese emocionante abrazo con Oritel, apartó la mirada y vio a Bloom, la joven que tanto tiempo atrás había sido arrebatada de su familia. Sus ojos se llenaron de asombro y esperanza al reconocer a la hija perdida.

—¿Eres... eres tú, Bloom? —susurró Marion, como si aún no pudiera creer lo que veían sus ojos.

Bloom asintió con una sonrisa tímida, también emocionada ante el encuentro. Marion se acercó a ella, sus ojos llenos de lágrimas de felicidad y nostalgia. Extendió las manos y, sin dudarlo, abrazó a Bloom con ternura, como si quisiera asegurarse de que esa realidad tan esperada fuera cierta.

—Mi niña... después de todos estos años. No puedo creer que estés aquí. —Marion habló con una mezcla de felicidad y tristeza acumulada durante la larga separación.

Bloom, aunque sorprendida, correspondió al abrazo de Marion. La emoción se desbordaba en el palacio de Domino mientras la familia real compartía un momento que marcaría el comienzo de una nueva etapa en sus vidas. La dicha de ese encuentro perdido y finalmente hallado envolvía las estancias del palacio, y la luz de la esperanza brillaba en los corazones de aquellos que habían sido reunidos por el destino.

—Daphne, hija, no hay palabras suficientes para expresar lo que sentimos en este momento. Has logrado lo que parecía imposible: reunirnos después de tantos años —agradeció Oritel. Daphne sonrió con modestia, pero sus ojos reflejaban la alegría de haber logrado este encuentro.
—Papá, mamá, simplemente hice lo que debía hacer.

Marion, con los ojos brillantes por la emoción, se unió a la conversación.

—Daphne, mi querida hija, has demostrado una fuerza y determinación que nos ha dejado sin palabras. Encontrarnos contigo y con Bloom es el regalo más valioso que podríamos haber recibido.

Oritel asintió en acuerdo, agradecido por el amor y la perseverancia de su hija.

—Daphne, siempre supe que tenías un corazón valiente, pero sin duda has superado cualquier expectativa que pudiera haber tenido. Gracias por traernos de vuelta a casa.

Daphne abrazó a sus padres con ternura, sintiendo la conexión renovada entre ellos.

—Mamá, papá, estoy agradecida de que estén aquí y de que finalmente estemos juntos, pero debo decirles que no fui yo quien encontró a Bloom. Fue Farah, la directora de Alfea quien hizo posible todo esto. —Daphne habló con humildad y sinceridad, mirando a sus padres con gratitud y sin poder sacar de su mente la preocupación por la mujer a la que había querido más que nada.

Marion y Oritel intercambiaron miradas sorprendidas antes de volver sus ojos hacia Daphne.

—Farah, dices... —Oritel comenzó, buscando comprender.

Daphne asintió con una sonrisa cálida.

—Sí, papá. Farah fue quien descubrió a Bloom en el primer mundo y me ayudó a realizar las investigaciones que me llevaron hasta mamá. Sin ella, esto no habría sido posible.

—Gracias, Daphne. Si Farah ha tenido un papel tan crucial en todo esto, deberíamos agradecérselo también.
—Sí. Ahora es nuestro deber encontrar a Farah y asegurarnos de que esté bien. Ella nos necesita tanto como nosotros la necesitamos a ella —aseguró Daphne. —Es mi deber —se corrigió. —Porque vosotros y Saul os quedaréis aquí sin llamar la atención al igual que lo ha hecho mamá en estas horas. No necesito más complicaciones. Bloom y yo volveremos a Alfea y actuaremos con normalidad. No confiéis en nadie y si queréis decirme algo hacedlo a través de Calliope.

Con un nudo en la garganta y corazones llenos de cariño, Daphne y Bloom se despidieron de sus padres y de Saul en el palacio de Domino. Sabían que debían dejarlos allí, resguardados y rodeados de la seguridad del reino.

Daphne y Bloom abrazaron a Marion y Oritel con ternura, prometiéndoles que volverían a visitar pronto. Daphne posteriormente, con lágrimas de en los ojos, se despidió de Saul con un abrazo fuerte.

—Estarán a salvo aquí, lo prometo. Volveremos pronto. —prometió la reina.

Su madre sonrió, agradecida por la presencia de sus hijas.

—Nos sentimos tan afortunados de tenerlas de vuelta en nuestras vidas. Cuiden de ustedes y de Alfea. Daphne. Eres una reina envidiable.
—Gracias por todo, hija. Tened cuidado y recuerden que pueden contar con nosotros —aseguró Oritel.

—Tened mucho cuidado, chicas —pidió Saúl.

Con un último vistazo atrás, Daphne y Bloom salieron del palacio de Domino. Mientras se alejaban, el reino resplandecía y Bloom no pudo evitar comenzar a llorar mientras apretaba las escamas del dragón que montaba. Daphne, quien volaba a su lado. Se percató de ello y dedicó una sonrisa tranquilizadora a su hermana.

El viaje de regreso a Alfea estaba lleno de pensamientos y reflexiones. Las hermanas compartieron silencios significativos, conscientes de la importancia de lo que habían logrado y de los desafíos que aún enfrentaban.

DAPHNE (Farah Dowling)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora