I. We're going home

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Capítulo 1
Volver a casa
We're going home. If we make it or we don't, we won't be alone

 If we make it or we don't, we won't be alone

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Betty. 

Mientras me acerco a casa, el latido de mi corazón es como un tambor que anuncia la emoción que bulle en mi pecho. Después de un año y medio lejos, el regreso a mi hogar se convierte en un torbellino de sensaciones que se entremezclan: la anticipación, la nostalgia, la alegría y ese dejo de nerviosismo por sorprender a mis amigos.

Armar las valijas fue como componer una sinfonía de recuerdos y anticipación. Cada prenda doblada, cada objeto guardado, era como revivir un fragmento de mi vida fuera de aquí. Escoger qué llevar conmigo fue como seleccionar los pedazos más preciados de mi viaje para compartirlos con los que más quiero. Mis manos buscaban no solo la ropa adecuada, sino también momentos encapsulados en pequeños objetos: un imán de nevera que representa aquel día de aventura, una postal que evoca risas compartidas, un libro que me enseñó tanto.

La idea de sorprender a mis amigos se convirtió en el toque final de esta experiencia. Coordinar cada detalle, asegurarme de que nadie sospechase mi retorno, fue como mantener un secreto emocionante que ansiaba revelar. Las llamadas disimuladas para sondear sus planes, los mensajes cuidadosamente redactados para despistar, todo era parte de este juego delicioso que llevaba semanas gestándose.

Y ahora, mientras estoy a punto de llegar a la puerta de mi hogar, siento esa mezcla embriagadora de nervios y dicha. Mis amigos, esos seres tan queridos que tanto extrañé, están a unos pasos de descubrir que estoy de vuelta. La emoción se apodera de mí, y apenas puedo contener la sonrisa que se dibuja en mi rostro al imaginar sus caras de sorpresa y alegría. Este momento, este regreso, es como un capítulo que culmina un viaje lleno de aprendizajes y experiencias, y no puedo esperar para compartirlo con los que hacen mi hogar aún más especial.

El viaje en avión fue un remolino de emociones y sensaciones que comenzó mucho antes de subir a bordo. Desde el momento en que me despedí de aquel lugar que se había convertido en mi hogar temporal, la anticipación creció como una marea ansiosa. El aeropuerto se convirtió en un crisol de expectativas y nostalgia.

El proceso de chequeo, entre mostrar pasaportes y pasar por los controles de seguridad, estaba impregnado de esa sensación de estar a punto de iniciar un nuevo capítulo. Las luces brillantes del aeropuerto, el constante murmullo de los viajeros, los anuncios que se repetían en múltiples idiomas, todo ello conformaba un telón de fondo mientras me adentraba en la terminal.

A bordo del avión, el zumbido del motor se convirtió en una suerte de banda sonora para mi regreso. Acomodarme en mi asiento fue como encontrar un pequeño rincón de confort en medio de la expectativa. Miraba por la ventana mientras la aeronave tomaba impulso en la pista, sintiendo cómo mi corazón se elevaba junto con el avión.

El despegue, ese momento en que el suelo parece desvanecerse bajo las ruedas del avión, desencadenó una combinación de emociones. Había un cosquilleo en el estómago, como si cada metro que nos alejábamos del suelo fuera un paso más cerca de reencontrarme con mi hogar. Ver cómo las nubes se interponían entre la aeronave y el mundo terrenal fue como dejar atrás una parte de mí, pero también como abrirme a la expectativa de lo que vendría al aterrizar.

Betty - Alex WalterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora