Por más que le insistí a James que me encontraba perfectamente, no quiso escucharme, así que me llevó a casa, su casa, el muy necio no quiso escucharme, así que me sacó del hospital en una silla de ruedas. A veces era un exagerado, pero la verdad es que me está consintiendo demasiado y de eso no puedo quejarme.
Lo que resta del día nos la pasamos tumbados en la sala de estar viendo películas en compañía del ya no tan pequeño Ches, que estaba creciendo muy rápido.
Cuando llegó la hora de ir a dormir, me subió cargando a su habitación, incluso me ayudó a ponerme el pijama, como si realmente estuviera muy enferma.
Estábamos acostados en la cama, yo me acurruqué en su pecho, hacía rato que estábamos en la misma posición, pero en silencio, me dediqué a trazar círculos en su pecho mientras esperaba que el sueño me arrastrara a los brazos de Morfeo, pero al parecer aún no estaba listo para recibirme, porque no podía dormir.
—¿James? ¿Estás dormido? —pregunto al cabo de un rato.
Giro mi rostro un poco para voltear a verlo, tiene los ojos cerrados pero esboza una sonrisa adormilada.
—Para nada, ¿por qué? ¿No puedes dormir?
—Es sólo que... No hemos tenido mucho tiempo para hablar sobre, bueno, ya sabes, lo de las cartas y todo lo que está pasando.
No quería que el gran día que habíamos pasado se arruinara, pero no podíamos ignorar el hecho de que alguien estaba amenazando a James y, aunque no quería pensar en ello, no podía evitarlo. Tal vez me distraje un poco con la propuesta de James, pero no podíamos confiarnos en estos momentos.
—Te dije que no tienes que preocuparte por eso, ya tengo a alguien encargándose de eso, no va a pasar nada, lo prometo.
Abrió los ojos y buscó mi mirada, dejó un beso en mi frente para reforzar lo que había dicho.
—Lo sé, es sólo que... Si algo llegara a pasarte, no estoy segura de que pueda soportarlo.
Era cierto, no sabía desde cuándo, pero lo que sentía por James era tan profundo, que estaba segura de que no me podría reponer si algo le pasaba. James se había metido en mi mente y en mi alma por completo y estaba segura de que nadie podría sacarlo de ahí.
—¿Es por eso que te desmayaste hoy? ¿Estás tan preocupada por eso?
—Sí —y era cierto, me preocupaba, pero podía ser que no me hubiera desmayado por eso, sino por el otro asunto, que ya vería cómo decirle.
—Querida... —busca mi mano que descansaba sobre su pecho, donde estaba el anillo de compromiso, y la cubre con la suya— Creo que ahora tenemos cosas más importantes por las que preocuparnos, estamos aquí, juntos, nos amamos y estoy seguro de que nadie podrá separarnos nunca.
Tenía razón, pero había pasado por tanto, tantas emociones, en tan sólo un fin de semana, y no sólo eso, desde que lo conozco tengo mis sentimientos a flor de piel, al principio muy diferentes a lo que son ahora, pero siempre ha despertado muchas emociones en mí, desde aquel encuentro en el elevador toda mi vida dio un giro de 360 grados pero estaba segura de que todo había sido para bien.
—Gracias, James —suelto después de un rato, me había quedado en silencio, encontrando las palabras adecuadas para expresar todo lo que siento.
—¿Por qué me agradeces? —eleva una ceja.
—Porque he pasado unos días maravillosos —digo sinceramente.
Me besa la frente y sonríe.
—Y los que nos faltan —dice, seguro.
ESTÁS LEYENDO
Planeando Al Amor
RomanceChloe es una chica con muchos problemas: es torpe a más no poder, tiene una madre que la obliga a hacer cosas que no quiere, un padre sobreprotector y una vida social demasiado escasa para tener 26 años, y no se diga de las experiencias que ha tenid...