Capítulo 31: Darle vuelta a la página

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Me costó acostumbrarme a la luz que entraba en la habitación, tardé unos segundos en asimilar dónde me encontraba, y otros más en repasar mentalmente lo que había ocurrido ayer. Vuelvo a cerrar mis ojos y coloco mis manos sobre estos. Mis mejillas comenzaron a sonrojarse y tuve que ahuyentar los recuerdos de James besándome y cómo habíamos llegado a su habitación. Entonces palpo el lugar al lado de mi en la cama, pero estaba vacío. Abro los ojos y examino todo el lugar, no había nadie en la habitación, había ropa en la cama y una nota sobre ella, me estiro para alcanzarla y una boba sonrisa se dibuja en mi rostro al empezar a leer.

"No quise despertarte, bella durmiente. Te dejo ropa limpia y el baño está listo si quieres tomar una ducha. PD. Lamento lo de tu vestido, te compraré otro"

Miro alrededor y en el suelo está mi vestido, o al menos lo que queda de él, era muy lindo, pero debí haber elegido algo con menos botones. No entraré en detalles.

Guardo la nota y tomo la ropa antes de dirigirme al baño. Definitivamente James piensa en todo.

Me tomé mi tiempo para ducharme, el agua caliente me sentó de maravilla, la verdad estaba tan cómoda pero empezaba a sentir un vacío en el estómago, así que me vestí con la ropa que James me había dejado y bajé en búsqueda del dueño de la casa.

James no estaba en ningún lado, lo busqué en el jardín, la cocina, el gimnasio y no pude encontrarlo. Me senté en uno de los bancos de la encimera y tomé una manzana, me moría de hambre. Estaba a punto de llamarlo por teléfono cuando escuché que la puerta principal se cerraba. Con cautela me fui acercando al pasillo, pero fue cuestión de segundos para que escuchara unas patitas correr hacia donde estaba.

Me agaché para recibir a Ches, el cachorro movía su cola animado y me lamió la cara a manera de saludo.

—Eres una muy mala madre, si no hubiera ido a buscar a tu cachorro, seguramente habría muerto de hambre, ¿así cuidas los regalos que te doy? El pobre no tenía ni agua qué beber —dice James en todo dramático.

Estaba parado frente a nosotros con los brazos en jarras, cual madre regañona. Decidí ignorarlo y le di el pedazo que me quedaba de manzana a Ches, el pobrecillo debía estar hambriento, estuve muy distraída con los preparativos para la fiesta de James, pero no me había olvidado de él, le había dicho a Leslie que cuidara de él, al parecer mi amiga no había recordado cuidar del pequeño, tendría que hablar seriamente con la pelirroja.

—Mi lindo Ches, ¿cómo estás? —seguí acariciando al cachorro que ahora estaba tumbado patas arriba.

—¿Ahora me ignoras? Me quedaré con él, ya que no lo cuidas, eres tan irresponsable... —James estaba ahora hablando con los ojos cerrados tomándose el puente de la nariz como si estuviera fastidiado, verlo así me causaba gracia. —No lo puedo creer de ti, Williams.

Me levanté y caminé hacia donde estaba sigilosamente.

—Buenos días también para ti —dije plantando un corto beso en sus labios. —Vamos, Ches.

Hago una seña para que el cachorro me siga y me adentro a la cocina. Pero cuando menos lo espero unos brazos me toman de la cintura y me sientan en la encimera.

—¿Qué haces, James? —digo, sorprendida.

—Ese no fue un buen saludo de buenos días —sonríe de lado antes de besarme profundamente.

Hubiera podido seguir besándolo, pero mi estómago traicionero empezó a protestar por comida, James se separó de mí riendo y yo tuve que agachar la cabeza para que no viera mis mejillas enrojecidas de la vergüenza.

—Parece que alguien tiene hambre —dice James ayudándome a bajar.

—La verdad es que sí, estaba esperándote. Pero puedo preparar el desayuno ya que estás aquí.

Planeando Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora