Capítulo 33: ¿Qué es lo que quieres?

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La luz que se filtra por la ventana me golpea de lleno en el rostro, pero no quiero abrirlos, sólo deseo volver a dormir. Un brazo me rodea la cintura y me atrae más hacia el cuerpo que se encuentra a mi lado. Abro los ojos de par en par y me encuentro con el rostro relajado de James, su pecho sube y baja al mismo compás, se ve tan inofensivo de esa forma. Podría pasar horas viéndolo, pero la realidad me golpea de frente cuando recuerdo que ambos debemos ir a trabajar.

Es martes y yo siento que aún falta una eternidad para el fin de semana, James me propuso escaparnos nosotros solos a un lugar especial, para celebrar nuestro primer mes como pareja oficial, sí, lo sé, el tiempo vuela cuando uno está enamorado. Últimamente no pongo mucha resistencia con él, lo cierto es que siempre que nos vamos a un lugar, nos llevamos mucho mejor cuando estamos solos, siempre ha sido así y me gusta que lo sea, por lo que no dudé ni un segundo en aceptar. Pero por lo pronto, el día de hoy tengo que volver a la realidad del trabajo.

—James —susurro mientras acaricio su mejilla—, se nos hará tarde para ir a la oficina.

—Espera, Olivia, unos minutos más —dice con voz pastosa y se gira hacia otro lado.

¿Olivia? Jodido imbécil. Estoy segura de que lo hace sólo para hacerme rabiar, pero cuando siento su brazo atraerme más hacia él, no lo soporto más y exploto. Comienzo a golpearlo en la mejilla y en su estómago, no sé cómo pero termino a horcajadas sobre él golpeándolo con la almohada.

—Espera, espera —toma mis muñecas deteniendo mi siguiente golpe—, ¿es así como despiertas a tu querido novio?

—No, así es como despierto a los imbéciles, egocéntricos e inmaduros.

—No estaría aquí si eso no te gustara —dice, y me doy cuenta de su juego muy tarde, porque segundos después, él está sobre mí.

Comienza a dejar besos de mi mandíbula hasta mi clavícula, me resisto lo más que puedo, incluso comienzo a patalear para tratar de tirarlo. Entonces, cuando ve que ni cederé tan fácil, comienza a hacerme cosquillas. ¡Dios! Odio las malditas cosquillas. Me retuerzo cual gusano, hasta que en un ágil movimiento consigo quedar otra vez sobre él. Bien, James, ahora es mi turno.

—Creo que después de todo sí llegaremos tarde —afirma carcajeándose.

Bueno, le daré la razón esta vez.

...

¿Saben qué es lo peor de llegar tarde al trabajo? Llegar acompañada de tu jefe, las miradas cómplices no se hacen esperar y tengo que tragarme todo mi orgullo para no regresar por donde vine y no volver a pisar la oficina otra vez. James camina relajado a mi lado, como si nada ocurriera, como si los cientos de ojos curiosos y los murmullos molestos no existieran, y yo tengo ganas de golpearlo... Bueno, siempre quiero golpearlo, uso cualquier excusa para hacerlo, es una gran ventaja que ahora pueda hacerlo cuando me plazca.

Al fin, llegamos al elevador y puedo respirar con tranquilidad, suelto todo el aire que contenía en mis pulmones y James suelta una risilla burlona, lo observo con una ceja elevada. Estaba a punto de decir algo sarcástico o alguna ofensa hacia su persona, pero el elevador me interrumpe. Observo la alta y delgada figura del señor Morgan frente a nosotros, me observa y una sonrisa amable se dibuja en su rostro, después mira a su hijo con una expresión de la que no estoy segura de lo que significa. Se posiciona junto a nosotros con una sonrisa tan torcida y espeluznante como la del gato de Alicia en el país de las maravillas, no estoy segura de qué diablos es lo que está pasando aquí, pero sin duda me incomoda, y me incomoda demasiado.

Desde que llegué a mi oficina, todo ha sido increíblemente extraño, empezando por Leslie. Ayer cuando hablé por última vez con ella estaba destrozada, preocupada, se notaba que no quería nada de lo que le estaba pasando y la comprendía... Pero hoy, hoy estaba contenta, sonreía casi sin esfuerzo. No podía creer lo que estaba viendo, mi amiga estaba tan recuperada, aún después del golpe tan grande que debía estar teniendo. Hoy le entregan los resultados de la prueba, sólo espero que, en cualquiera que sea el caso, tenga el suficiente apoyo, no sólo por mi parte.

Planeando Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora