Capítulo 40: Fiesta de compromiso

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Cada día me sorprende más la habilidad de mi madre para reunir a tantas personas en tan sólo un día. James y yo habíamos llegado hace una hora y aún no terminábamos de saludar a todos mis familiares que se acercaban a felicitarnos por nuestro compromiso. Aunque la única persona que me interesaba no se había aparecido por ningún lado: mi padre. Creí haberlo visto cuando entramos, pero la única que nos recibió fue mi madre, quien estaba claramente en su papel de anfitriona. Incluso los padres de Zach habían venido otra vez para visitarnos.

—Me alegro muchísimo por ustedes, ya era hora —me dijo mi tía Julia entre abrazos.

—Muchas gracias tía —le contesté con la misma efusividad.

James y el tío Bernie nos miraban como si estuviéramos locas de remate, él se limitó a darnos un simple abrazo a James y a mí. También Hannah y Maggie con sus esposos e hijos nos felicitaron, e incluso hicieron el gesto infantil para que habláramos en privado. Estaba segura que esta vez no me libraría de tener una plática con ellas.

Zach fue el último en felicitarnos, sabía que había estado viajando en los últimos meses y se veía bastante más recuperado que la última vez que lo había visto. Me alegraba mucho de verlo, hicimos el saludo secreto que tenemos desde que somos niños, James nos observaba divertido.

—Mi querida primita, al fin se casa —dice revolviendo mi cabello—. Aunque a mi parecer pudiste haber conseguido a alguien mejor —me susurra, pero lo suficientemente fuerte para que James lo escuchara.

James le dio un golpe en la cabeza, lo que hizo que mi primo soltara una carcajada. Luego ambos se abrazaron y yo quedé fuera de ecuación, me alegraba que ambos se llevaran bien. Decidí darles espacio cuando comenzaron a hablar sobre temas de hombres que no me interesaban, así que fui a la cocina por un vaso de agua.

Mi padre estaba refugiándose en la cocina, tenía una expresión muy seria en el rostro, pero trató de disimular cuando me vio entrar.

—No te había visto —dije, acercándome a él para abrazarlo.

—Hay demasiada gente aquí, preferí esperar a que terminaran los saludos —me dijo con un suspiro.

—Las fiestas de mi madre agobian demasiado —hice un gesto de disgusto.

—Sólo un poco —me guiñó un ojo.

Justo en ese momento mi madre apareció, como si la hubiéramos llamado.

—Dejen de esconderse para criticar mi fiesta y vamos a cenar —nos apuró a ir al comedor.

Mi padre y yo nos reímos, pero no le discutimos nada. Nos sentamos en el comedor, me sorprendía que tantas personas pudieran estar reunidas en una sola habitación. Las risas se escuchaban en toda la casa, también los gritos de mis pequeños sobrinos que correteaban alrededor. 

Estábamos cenando todos tranquilamente, riendo con las anécdotas que mi madre y la tía Julia nos contaban, aunque se ponían a discutir constantemente porque no tenían la misma versión de la historia. De vez en cuando volteaba a ver a mi padre, me hubiera gustado hablar más con él en la cocina, de hecho, parecía no estar muy cómodo en la cena, sus risas incluso eran muy forzadas. Algo estaba sucediendo con él.

Para el postre, mi padre ya no pudo soportar más y se disculpó para tomar un poco de aire fresco en el jardín. Decidí que era momento de hablar con él, así que salí en su búsqueda. Lo encontré sentado en una de las sillas junto a la piscina.

—¿Qué sucede? —dije, sentándome en la silla al lado de él.

—Nada —se encogió de hombros.

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