Capítulo 5: Confesiones incómodas

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—Pensé que no hacías las cosas para recibir un beneficio —digo levantando una ceja.

—Y no lo hago, ya planeaba pedirte algo cuando te encontré en el bar.

—¡Qué coincidencia tan afortunada! ¿No es así? —digo despectivamente, ya despierta por completo, cruzo los brazos en mi pecho. —Dime de una vez, antes de que se me olvide que me ayudaste...

Me sorprende la facilidad con la que puedo ponerme de mal humor cuando estoy con James, y eso no me gusta para nada.

—Necesito que me ayudes con unos documentos.

—¿Documentos?

Suspira, al parecer le costaba poner en orden sus ideas.

—Mi padre está a punto de cerrar un trato muy importante, y cuenta conmigo para que haga el análisis de ambas empresas antes de que sea la reunión.

—Lo entiendo, pero ¿por qué me pides ayuda? Tienes personas a tu mando para ayudarte con ese tipo de tareas, y debes tener experiencia con eso también.

—Chloe — suspira y se frota el rostro, exasperado, ¿o incómodo? —, normalmente me encargo de estos papeles, solamente que escuché por ahí que tú eres la chica de los reportes semanales, y pensé que tal vez podrías ayudarme un poco. Así mi padre no verá un reporte mediocre, como los míos.

—¿Cómo? —Ahora la sorprendida soy yo.

Él se gira en su asiento para voltear a verme y suspira.

—¿Enserio quieres que lo repita? —asiento, prestando más atención— Pues, antes de que llegaras a la empresa, yo era el que se encargaba de este tipo de cosas, hasta que mi padre me dijo que ya no necesitaba mis reportes.

—No lo sabía —digo, un poco incómoda.

—Lo suponía —se rasca la nuca, pensando—, ¿sabes qué? Mejor olvídalo, ya veré cómo me las arreglo para terminarlo yo solo.

Se queda un silencio incómodo entre los dos, no sé qué más decirle, me giro hacia la ventana y me doy cuenta de que estamos en mi casa.

—Creí que iríamos por mi auto —digo, volteando a verlo.

—Esa era la idea, pero luces muy cansada, no quiero que conduzcas tan tarde. Puedes dejarlo ahí, conozco a los dueños del lugar y les dije que necesitaba dejar el auto ahí toda la noche, mañana puedes ir por él.

No quería discutir más con él, así que me quité el cinturón de seguridad. Dispuesta a largarme de ahí de una buena vez, tomé la manija de la puerta, pero la voz de James me detuvo:

—Espera un momento —me dijo, y estaba a punto de girar a verlo, cuando escucho la puerta del auto cerrarse. Lo veo cruzar del otro lado, hasta quedar frente a mi puerta, la abre y me tiende una mano. — Listo, puedes bajar.

Tomo su mano, y una sensación extraña comienza a nacer en mi pecho, algo que no sé cómo describir. Cuando estoy abajo, James cierra la puerta y pone las manos en sus bolsillos. No podía moverme de mi lugar, quería hacerlo, pero algo me lo impedía. Decidí tragarme un poco de mi orgullo y viéndolo a los ojos le dije:

—Muchas gracias por todo lo de hoy, fuiste de gran ayuda.

—No hay de qué.

Comienzo a caminar hacia mi casa, pero me detengo, aunque esta vez no lo miro.

—Te ayudaré con lo que necesites James. Nos vemos el lunes.

Ya no esperé una respuesta de su parte, seguí mi camino hasta entrar a casa. Me dejé caer en la puerta y respiré profundo. Me asomé por la ventana, justo en el momento en el que James arrancaba su auto para irse de ahí. Realmente espero no encontrarlo más durante el fin de semana, necesito aclarar mis ideas y resolver el desastre que Morgan dejó con su sola aparición.

Planeando Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora