—Mocoso infame... ¡Pan!
El gutural grito del Capitán Garfio retumba por todo el mar, inquietando el oleaje que nos rodea; percibo la ligera desorbitación de mis ojos, mas no puedo cohibir la emoción que invade mi interior al verle, junto a un ápice de desconcierto.
Él no debería estar aquí, ¿qué pretende?
Peter sonríe con petulancia, al percibir la enervación de Garfio, e iza la mano en un grito:
—¡Ahora, muchachos!
Su chillido genera eco, esparciéndose por cada rincón de la isla; mas, antes de que pueda gestionar lo que está sucediendo e introducirme en sus pensares para poder entender sus pretensiones, mi ensimismamiento se halla perturbado rápidamente cuando el despejado cielo inerte —cuyo se encuentra exponiendo el atardecer más colorido y cálido del momento— se oscurece súbitamente, causando que todas mis pestañas revoloteen y me inciten a alzar la mirada conjuntamente con los piratas.
Oh. Madre. Mía.
—¡Nos atacan!
No demoro en alarmarme y exigir a mis pies movilizarse cuando distingo toda una ráfaga de llamas tiritar en las puntas de las flechas que amenazan con proyectarse contra el enorme navío, avivándome a girar sobre mis talones y dirigirme hacia las sirenas:
—¡Abandonad el barco! ¡Ahora!
Las sirenas deslumbran las circunstancias en las que nos hallamos expuestas con sumo desconcierto, mas no retrasan en reaccionar y asentir, arrastrando a su líder junto a ellas hacia la borda para retornar al mar.
—¡Qué no escapen!
La orden de Garfio genera el despertar del asombro de sus lacayos, que deciden no desobedecer y acatar su mandato rápidamente; aligero mis pensares, ignorando la tensión que me precede, y me posiciono en guardia, lista para cubrir a las sirenas que ágilmente escapan del peligro, mientras avizoro el diluvio de flechas que no aguarda en proyectarse vertiginosamente contra el barco, alcanzando toda clase de rincones detonantes como las velas y las maderas que constituyen el gran navío, y sin retrasarse en llegar a los barriles que resguardan la pólvora.
Oh, no.
—¡A cubierto!
Sin tiempo a reaccionar, el fuego se introduce en uno de los toneles y origina un altanero estallido que desenlaza a una atronadora explosión; en cuestión de meros segundos, los cuerpos de los piratas que se encuentran alrededor de las bolas y los cañones —como los de todos aquellos que poseían el amago de atacarme— son despojados de sus posiciones y propulsados por los aires, del mismo modo que yo.
Prontamente, me hallo envuelta en una oleada ardiente que se sumerge en lo más profundo de mi piel y me exige cerrar los ojos, permitiéndome percibir el calor en mis pestañas. Mas, todo ocurre de manera tan veloz, que apenas me puedo situar en el preciso instante en el que mi cuerpo es elevado e impulsado grotescamente contra la borda del barco, generando que impacte contra ella y caiga bajo un seco golpe sobre la consumida cubierta.
El pitido en mis oídos, conjuntamente con el mareo inminente, produce que apenas pueda movilizarme y visibilizar todo lo que está ocurriendo en mi entorno; únicamente acaparo gritos y vagas siluetas corriendo de un lado a otro entre las llamas que rápidamente han sucumbido sobre el Jolly Roger. Me siento sumergida en un desconcertante y altanero momento que mi cerebro no logra gestionar, mas, aunque pueda atisbar dificultosamente la figura del pirata que desafía mi estado tan desorientado, mi cuerpo no responde.
Levántate.
Debes levantarte, maldita sea.
Oteo mi alrededor lo más rápido y ágil posible, mas no encuentro nada que esté a mi alcance y pueda utilizar como arma.
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WANDERLOST
FantasyNo existe peor sensación que ser despojada de tu niñez y ser consciente de que un examen de admisión a la universidad decretará tu nueva vida como adulta, y más cuando has sido criada con una madre que nunca ha perdido su oportunidad para transporta...