Peter suspira y observa atentamente al frente; es de esperar que el Capitán Garfio aguarde el momento más oportuno para anclar, mas somos conscientes que su primer ataque será mediante los cañones para intentar no evocar una cruzada precipitada entre ambos bandos. Por ese motivo, nuestro objetivo es direccionar la batalla a nuestro favor mediante su aproximación a la playa.
—No me agrada la idea —sincera el ojiverde, inspirando hondo y generando un ligero mohín de desaprobación.
Sonrío y danzo la mirada hacia él tras ojear nuestras espaldas; tanto Los Perdidos, como los pieles—rojas y las hadas de la Hondonada, se hallan posicionados y a la expectación de la señal indicada.
—Debemos ofrecer un incentivo para tener una oportunidad —explico; si bien, no parece convencerle. Sus ojos se posan sobre mí, mostrándome un extraño e inusual oscurecimiento en su iris.
—Evitaría mayor desasosiego si te quedases junto a mí.
Inspiro hondo y aprieto los labios, percibiendo un chispazo en mi vientre, junto a la tan apreciada plenitud, envolverme; concéntrate, Mavis.
—¿No confías en mí? —burlo, tratando de apaciguar las inquietudes que le acechan; Peter iza livianamente su comisura y elude mi mirada, fijándola en el mar nuevamente.
—Únicamente deseo no perderte de nuevo —declara, entrelazando su mano con la mía e incitándome a observar decorosamente sus movimientos—. No podría soportarlo.
Oh.
—Quienquiera que te viese, diría que te hallas preocupado —divierto, mas él tira de mí, exigiéndome conectar mis ojos con los suyos y menguando mi gracia instantáneamente; mis pestañas revolotean inquietamente frente a su reacción tan súbita—. ¿Qué...?
—Lo estoy —asegura, acunándome la mejilla—. Querría tener la cantidad de poder suficiente como para evitar tu involucramiento inminente.
Suspiro y beso dulcemente la palma de su mano a medida que le agracio con una apacible sonrisa:
—No sería divertido de ser así.
Él sonríe y pellizca su labio inferior.
—Parece ser que no soy el único al que le encanta la batalla.
Me encojo de hombros, gesticulando un mohín divertido.
—Quién sabe, será por las malas influencias que me han acechado desde que me hallo en esta isla —replico con burla; Peter aprieta los labios, precedente a humedecérselos sutilmente con la lengua. Justo en ese momento, los chapoteos nos aclaman, instigándonos a danzar nuestra atención en las aguas; la exposición de las nereidas nos otorga la seña para dar comienzo al fin de la batalla—. Es la hora.
Asiento.
—Sí —afirmo, alejándome ligeramente de él en un intento de direccionar mi andar hacia el agua; si bien, torno mis ojos nuevamente hacia los suyos—. Debo ir.
Peter me libera de nuestro enlace y accede mediante una superficial inclinación de cabeza, mostrándome una inadvertida sonrisa que expone su total disconformidad. Le guiño el ojo con confianza y me encamino hacia el mar, mas su voz me refrena por un breve instante:
—Mavis —llama, impulsándome a conectar mi mirada con la suya al ojearle por encima del hombro—. Vuelve junto a mí.
Sonrío.
—¿Es una súplica, Pan?
Percibo su sonrisa explayarse con picardía.
—Es una orden.
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WANDERLOST
FantastikNo existe peor sensación que ser despojada de tu niñez y ser consciente de que un examen de admisión a la universidad decretará tu nueva vida como adulta, y más cuando has sido criada con una madre que nunca ha perdido su oportunidad para transporta...