XXVIII

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Jisung había tenido una increíble idea, él le levantaría el ánimo a Minho con una deliciosa comida.

Quería demostrarle lo que había aprendido en el restaurante, que sus cortadas y quemones había valido la pena.

Había comprado también unas peonias de las cuales se había enamorado en su camino a casa. La mesa se vería linda decorada con esta flor. La amable señora de la floristería le habia obsequiado un lindo florero en vidrio.

Jisung sonreia de oreja a oreja mientras hacia la comida y arreglaba la habitación, pensó también en poner unos cuantos pétalos rojos pero luego desecho la idea. Sabría que luego moriría de la vergüenza.

— Debí comprar un poco de Soju — Murmuró para el mismo mientras acomodaba los platos sobre la mesa.

Cuando terminó observo la mesa con agrado.

Había quedado fantástica.

Se alegro al imaginar el sonriente rostro de Minho cuando llegara a casa.
Encendió una vela que había dejado en el centro de la mesa  y se sentó para esperar a Minho. Ya debía estar por llegar.

Por alguna extraña razon Jisung estaba muerto de los nervios, y es que claro, él jamás había hecho algo así por alguien, normalmente eran otras personas las que prepaban la cena para él. Pero el hacerlo por Minho lo hacía sentir emocionado y feliz, solo esperaba que a Minho le gustará la comida que había preparado.

La puerta sonó con dos golpes que le alteraron el corazón, se puso de pie y miro con duda la puerta.

¿Minho había olvidado las llaves?

La puerta sonó de nuevo y Jisung se acomodo el cabello para luego caminar hacia ella, tomo el pomo y la abrió esperando ver el guapo rostro de su novio, pero...

La sonrisa de Jisung se borró al ver el rostro del señor Park, el guardaespaldas de su padre, y no estaba solo. El señor Han estaba allí también, de pie, frente a él.

— Papá...

La mano de Jisung se soltó lentamente de la puerta y su rostro mostró un gran terror.

— ¿Cómo... Me encontraste?

Su voz temblaba, su cuerpo temblaba.

El hombre lo miro con soberbia y sonrió de lado.

— Vine por ti hijo, volvamos a casa.

°°°

Sus pasos andaban lentamente, uno tras del otro, sus manos dentro del bolsillo y su mirada gacha. Una bolsa colgaba de su brazo derecho que se balanciaba lado a lado.

Un suspiro largo salió de él, saco una mano y se peino el cabello hacia atrás.

Su cuerpo dió vuelta en la esquina y unos gritos lo alteraron, pues conocía perfectamente esa voz.

Desde la alejania vio al pelinegro luchando contra dos hombres que lo arrastraban hacia un auto. Pudo ver al hombre atrás del ellos prendiendo un cigarro.

Era el señor Han, él se estaba llevando a Jisung.

— Déjame, papá, déjame. Quiero estar con Minho. Diles que me suelten.

El hombre lo observaba sin hacer nada ni decir nada.

Minho observaba la escena con los ojos abiertos, sus emociones colapsaron y su corazón empezó a latir a mil por hora.

TU DESTINO |MINSUNG|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora