13 - Emperatriz

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Akanemi apenas pudo dormir, tenía demasiadas cosas en la cabeza. Muy temprano, las doncellas llegaron trayendo su desayuno y explicándole brevemente, siempre con sumo respeto, que luego vendrían a escoltarla al lugar donde se celebraría su ceremonia de despedida de soltera. Sin apenas probar bocado, dejó que las doncellas la vistieran bajo la mirada desaprobatoria de Yurine, molesta por su falta de apetito. Pero antes de que tuviera tiempo de protestar las doncellas regresaron y la guiaron en una silenciosa procesión.

Al pasar por el edificio principal, Akanemi buscó rápidamente con la mirada a Esha sin éxito, sintiendo crecer el desasosiego en su interior mientras abandonaba el lugar. Por alguna extraña razón, aunque esta mujer había sido demasiado directa, al punto de incomodarla, sentía una rara conexión familiar con ella. Como si se conocieran de antes o se pareciera a alguien cercano. A pesar de todo, le había caído bien por su sinceridad y le hubiera gustado haberse despedido de ella.

En la puerta, fue entregada a otro grupo de doncellas vestidas de púrpura. Aún no había entendido la variedad de colores en los uniformes, pero suponía que era algún tipo de sistema para diferenciar de donde provenía cada sirviente. En esto pensaba sin prestarle atención al camino que tomaban, hasta que se topó con la entrada de lo que parecía ser ¿Un palacio? Akanemi se detuvo de repente ¿Acaso ya no estaban dentro del palacio imperial? ¿Cómo era posible que existiera otro palacio dentro? Aún a través del velo, pudo ver la cara de sorpresa de Yurine que estaba igual de asombrada que ella.

Pasaron a través de las enormes puertas de madera,que tenían talladas a ambos lados la imagen de la diosa de la lluvia. Estaba arrodilladasobre las nubes, con una jarra de agua en la manos dejando caer su contenidodesde el cielo sobre unas montañas, transformándose en una cascada queterminaba en un lago lleno de flores. El piso de mármol azul brillaba tanto queparecía que estaban caminando sobre un espejo de agua, era imposible no tenerla sensación de que te hundirías de repente. Los amplios ventanales llegabancasi hasta el techo, dejando la luz natural entrar a raudales que se reflejabaen el suelo y rebotaba hacia el techo. Mostrando un espléndido cielo plagado denubes lluviosas, tan realista que Akanemi se sentía como si estuviera al airelibre. A su alrededor varias doncellas y hombres con uniformes púrpuras iban deun lado hacia otro limpiando, recogiendo las pesadas cortinas azules con cintasdoradas, cargando mesas, sillas, adornos y otras cosas más, se veían bastanteocupados.

Una mujer supervisaba todo de cerca, no había detalle que escapara a su crítica mirada. Su vestido era el más bello que había visto desde que había llegado, de color rojo vino, con encaje dorado alrededor de los bordes del cuello y de las mangas que caían hasta el suelo. Su oscuro cabello estaba recogido en un elaborado peinado, adornado con flores de oro tan exquisitamente manufacturadas que parecían reales, y en cada costado de su cabeza peinetas, también de oro de las que colgaban perlas rojas creando una cortina que le llegaba hasta las orejas en ambos lados. Su mirada se veía dura, autoritaria y sus labios pintados de rojo estaban crispados en un gesto de molestia, al parecer las cosas no estaban saliendo como ella quería y al ver llegar a Akanemi su cara no cambio en absoluto. Hizo un gesto para indicarle que la siguiera y entraron a un salón donde cerró la puerta tras ambas impidiéndole la entrada a las doncellas. Se acercó a Akanemi y tomó su velo por el borde con intención de levantarlo, pero la chica se aferró a él impidiéndoselo.

—Me dijeron que nadie podía verme hasta después del casamiento —se defendió provocando un cambio en la cara de la mujer, que parecía no estar acostumbrada a que le fueran a la contraria.

—Creo queaún no sabes a quien te diriges, soy la emperatriz —dijo con orgullo y dura vozalzando la cabeza ofendida— y tengo la autoridad para verte, solo estamos tú yyo, así que no pongo en peligro ninguna de las tradiciones.

El Dios de las espadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora