Era entrada la madrugada, así que el movimiento de personas era casi nulo, a excepción de los guardias que aparecían de la nada en cualquier lugar. Aunque era una noche oscura, todos los rincones del palacio estaban ampliamente iluminados con enormes candelabros en todas las paredes. Esha siguió caminando mirando atentamente a su alrededor, no había sirvientes rondando y solo el silencio y el sonido de sus propios pasos la acompañaban. Llego a la cocina principal y empujó la puerta.
Adentro era una historia totalmente diferente, cientos de personas corrían de un lado a otro, como si fuera de día, preparando ingredientes, cargando sacos, llevando vasijas, frutas, cortando vegetales, carne, lavando la vajilla. El bullicio era molesto, insoportable, el sonido metálico de los calderos, los cuchillos cortando, todos hablando a la vez. A veces Esha se preguntaba como podían ser tan coordinados en semejante desorden. Un hombre vociferaba por encima del ruido dando órdenes, era Karve el jefe de las cocinas del palacio, un hombre rudo y de muy mal carácter, tenía que serlo pues sobre su cabeza colgaba la responsabilidad de toda la comida que se preparaba para cada rincón del palacio, desde la casa de las concubinas, los cinco palacios, la casa de visitas, el pabellón de los sabios, el salón de los médicos que incluía el área de descanso y tratamiento, el templo de los monjes, hasta lo que consumían los guardias y los simples sirvientes. Aunque cada lugar tenía su propia cocina independiente, él debía asegurarse de que los alimentos al llegar fueran debidamente procesados antes de seguir hacia su destino final.
Esha tomó una fruta de una de las cestas y la mordió, deteniéndose por un momento en los trabajadores de la cocina. Nadie tenía tiempo para notar que ella estaba allí y si lo habían notado la estaban ignorando por completo. Una joven entró al poco rato, llevaba el uniforme amarillo de la casa de las concubinas, vió a Esha y se puso nerviosa.
—¿Qué haces de vuelta aquí? ¿Ya llevaste el pedido de tu ama? —le increpó Karve sin ninguna delicadeza.
—Po... por error lo... lo derramé... en el camino —tartamudeó la doncella mirando al suelo y apretando la bandeja que llevaba en sus manos.
—¿En serio? ¿Acaso no es suficiente con todo lo que tengo y me toca la doncella torpe? —le gritó Karve provocando que la joven retrocediera un paso— ¡Maldita sea! ¡Que alguien le dé el maldito jugo para que se pierda de mi vista!
La joven doncella salió corriendo en cuanto le dieron la jarra y Karve se giró hacia Esha.
—¿Y tú quese supone que haces aquí? —soltó tratando de sonar rudo con ella, pero eraevidente el cambio de tono en su voz, con ella no podía actuar como con los demás.
—Persiguiendo a una ratita que le gusta escuchar conversaciones ajenas a escondidas —respondió mirando hacia la puerta por donde acababa de salir la doncella, las cejas de Karve se alzaron mostrando sorpresa— lo que no sabe es que a esta gata le encanta cazar, sobre todo a los entrometidos...
—Esha, no deberías... —Karve se detuvo, parecía preocupado por lo que estaba escuchando.
—Supongo que tienes mucho encima con el "Jalsha" de mañana —lo interrumpió sonriendo de manera cómplice mientras agarraba una jarra de vino.
—No se te escapa nada —dijo mirando de reojo a los trabajadores que no parecían prestar atención a la conversación y haciéndole un gesto para que lo siguiera afuera. Después de salir, Esha se recostó a la pared sintiendo la frescura de la noche. Suspiró al darse cuenta de que no había cogido un vaso y simplemente bebió directo de la jarra.
—Debes tener más cuidado, sabes de donde es esa doncella —habló Karve con un suave tono, casi paternal— Tú nunca le has temido a nada, pero aquí tener miedo no es cobardía, es preservar tu vida.
—Lo sé —dijo Esha limpiando el exceso de vino que se había escurrido de su boca con el dorso de la mano— pero no quiero ser utilizada como chivo expiatorio de una información que nunca di.
—Ya veo —dijo pensativo— alguien tiene curiosidad sobre la fiesta de mañana y la boda. Eso es información que muy pocos conocemos por la rapidez con la que todo ha sucedido. —Karve suspiró y puso los brazos tras su espalda mientras alzaba su rostro hacia el cielo nocturno— La ceremonia de los tres días —negó con la cabeza— yo estaba de casualidad allí en ese momento y te aseguro que no fue lindo —dió un par de pasos y se detuvo— El primer príncipe entró al palacio del Sol como un vendaval, no dió al emperador ni tiempo de reaccionar. Había tal ferocidad en las miradas que se dirigían, que los vellos de mi cuello se erizaron, parecían dos bestias —Esha lo miraba con intensidad disfrutando cada detalle— enfrentó a su padre sin miramientos y con una autoridad digna de un dios enfurecido le dijo que apelaría a la tradición del tercer día.
—El emperador no se pudo negar ante una tradición milenaria —Esha sonrió satisfecha —ganaste la guerra principito, al ser todo tan rápido el emperador no podrá hacer ninguna de sus escandalosas fiestas y los señores principales no llegaran a tiempo —soltó una carcajada y alzó la jarra a modo de brindis— ¡Salud por eso! —bebió un gran trago y luego siguió riendo divertida.
—¿Estabas con él, cierto? —preguntó Karve cambiando súbitamente de tema
—¡Qué serio eres! Has matado la diversión demasiado rápido —protestó Esha molesta —¿y qué si estaba con Naito?
—¡Tercer príncipe! —dijo Karve entre dientes— ¡Sabes que no tenemos permitido llamarles por sus nombres! ¡Te puede costar la vida!
—Tranquilo que nadie me ha escuchado —dijo Esha restándole importancia al asunto con un gesto de su mano
—Te lo headvertido muchas veces ¡Aléjate de ese príncipe! ¡No te va a traer nada bueno! Cuandose aburra de ti te desechará como un juguete roto, a veces quisiera volver eltiempo atrás para...
—¿Para qué? —lo interrumpió Esha— lo que hago, lo hago porque quiero, y porque lo elegí yo, nadie lo hizo por mí —alzó la cabeza al cielo y respiró profundamente mientras añadía con seriedad— es divertido
—¡No lo es! ¡Estás enamorada de él! ¡Y eso es muy peligroso para ti!
—¡No lo estoy! Ya te dije, es solo diversión
Karve sostuvo la cara de Esha— No quiero que te hagan daño... no otra vez... —Ella lo miró por un instante, bajó la vista y retiró la manos del hombre de su rostro con rebeldía.
—Para mañana necesito el nombre de esa doncella y saber a quien sirve —dijo dándole la espalda al hombre y comenzando a alejarse lentamente, por toda respuesta oyó un portazo y la fuerte voz de Karve gritando nuevamente en la cocina.
Volvió a la habitación solo para encontrarla vacía. Naito ya se había ido. Incluso ya las velas se estaban apagando, otorgando una débil luz al lugar, ahogándose en la cera derretida.
—Más para mi entonces —dijo Esha tomando un vaso y sirviéndose una generosa cantidad de vino en él. Se sentó en la cama y comenzó a beber hasta terminárselo todo de un trago, luego se acostó abrazando una de las almohadas tratando de oler la esencia de Naito. Cerró los ojos mientras dejaba escapar un largo suspiro.
- Eso es lo malo de esta profesión, siempre amaneces sola...
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El Dios de las espadas
FantastikEn un mundo donde los dioses una vez caminaron junto a los humanos incluso sacrificando más que su inmortalidad. Tierras lejanas donde la magia es algo casi extinto que solo unos pocos elegidos pueden usar y las bestias míticas que antiguamente goza...