En el reino vecino de Jensgerdh en un lujoso salón de té, dentro de una imponente mansión, dos hombres trataban delicados temas que podrían cambiar drásticamente el destino del reino de Tsubekami.
- ¿Has mandado a la nueva candidata? – Preguntó Aldous, un señor mayor de cabello canoso, barba corta y mirada calculadora en sus fríos ojos negros. Dueño del lugar donde se encontraban, el más alto miembro del consejo de este país y el mercader más rico y con más influencia en el continente – debemos lograr una alianza con Tsubekami, si no lo hacemos seremos blanco fácil de Yonaga...
- Pero esa no es la única razón por la que usted quiere una alianza con ellos ¿cierto? – Preguntó Stendt, un hombre de cabello grisoso y cara alargada, también miembro del consejo mientras miraba dentro de su taza de té hecha de la mejor porcelana disfrutando de ver como las finas hierbas giraban en espiral luego de haber removido su contenido al ponerle azúcar – ¿acaso no piensa usar esa alianza con otros fines?
- Tengo otros planes en los cuales el consejo me apoya plenamente, pero ese principito engreído los está desbaratando sin saberlo – Aldous molesto golpeó la mesa donde se hallaba la tetera con su puño cerrado haciendo que su taza de té se derramara y su contenido mojara el suelo. Una sirvienta de ojos color miel y cabello castaño claro corrió a limpiar el desorden de inmediato – Ha rechazado a tres de nuestras más hermosas y refinadas doncellas, hijas de nuestros señores de mas alto rango, realmente no lo entiendo - dió un suspiro - tenemos que presionarlo, obligarlo a que acepte. El emperador sabe que no puede darse el lujo de perder una alianza con nosotros, tenemos la red de comercio más grande que existe en el continente. Si nos rechaza se estaría poniendo la soga al cuello y estrangulando su reino - hizo un gesto con su mano para que la sirvienta se detuviera y volviera a su lugar junto con las demás.
- Si me permite, tal vez deberíamos cambiar de estrategia, mandarle algo diferente – intervino Stendt de manera inteligente – hay algo que no está funcionando, usted dijo que le han enviado a las más hermosas doncellas, todas refinadas, educadas, preparadas y en edad de casarse – pensó por un instante - tal vez deberíamos cambiar la táctica y enviarle algo puro, fresco, nuevo... inocente, una doncella que él no pueda rechazar... alguien que sea totalmente lo opuesto de lo que le hemos enviado hasta ahora...
A lo lejos, en el jardín trasero, se oían las voces de unas adolescentes jugando "wakeni", un juego proveniente de los países del norte que últimamente estaba de moda entre las niñas y adolescentes, la canción resonaba en la distancia.
"...el pájaro canta, y yo también, él lleva en sus alas la luz del renacer..."
Una sonrisa cruel cruzó los labios de Aldous mientras se estiraba la barba con una mano.
- Creo que tengo a alguien con esas características... tal vez deberíamos mandarla a ella, así mataríamos dos pájaros de un tiro, logramos la alianza y nos deshacemos del molesto príncipe...
"...la flor canta, y yo también, sus pétalos bailan con el atardecer..."
- Mi señor ¿está seguro de lo que dice? – preguntó Stendt visiblemente asustado
"...el cuervo canta, y yo también, sus alas quieren mi inocencia, más no la voy a ceder..."
- Ella tiene habilidades que me han sido muy útiles para eliminar obstáculos de mi camino en el pasado – hizo un gesto y la sirvienta regresó. Le sirvió una nueva taza - si la candidata que enviamos es rechazada, envíala, tal vez ese pequeño monstruo sirva para algo mas después de todo... esto va a ser muy interesante y estoy seguro de que a "él " le va a gustar mi idea... - finalizó jugueteando con una gruesa cadena de oro que llevaba en el cuello mientras miraba fijamente a la sirvienta que recién le había servido, que cerró sus manos con fuerza a los lados de su cuerpo en sendos puños tratando de contener su furia a la vez que intentaba lucir calmada delante de su señor.
"...el zorro cantó y una trampa me tendió, mi lazo blanco robó y al cuervo lo regaló..."
La pelota cayó al suelo haciendo sonar los cascabeles que tenía dentro y las chicas rieron divertidas, sus voces se oían en la distancia apagándose lentamente.
La joven sirvienta salió del lugar con el servicio sucio de té y apenas cerró la puerta tras ella dejó todo en una mesa cercana y comenzó a correr por los pasillos de la enorme y lujosa mansión. Se detuvo ante la puerta de una habitación agitada por la súbita carrera, abrió la puerta del lugar que se hallaba en penumbras, pues pese a ser de día las cortinas estaban casi totalmente cerradas dejando solo un pedazo entreabierto por donde entraba apenas un fino hilo de luz. Había alguien allí, ahora que la puerta estaba abierta se podía ver su silueta, parecía ser una adolescente que cual muñeca permanecía inerte sentada sobre la cama, sin pestañear siquiera. Lo único que delataba que era un ser vivo, era su lenta respiración, pues en sus ojos no se reflejaba ni la poca luz que entraba al lugar, carecían de brillo, de vida.
La sirvienta se acercó a ella, se arrodilló a sus pies y tomó las manos de la joven entre las suyas.
- Despuésde todo lo que has pasado, él aun tiene mas planes contigo – cerró los ojos conpesadumbre y luego los abrió mostrando una fuerte determinación – No permitiréque te suceda nada malo, yo te protegeré... juro que lo haré... haré que seas libreotra vez...
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El Dios de las espadas
FantasyEn un mundo donde los dioses una vez caminaron junto a los humanos incluso sacrificando más que su inmortalidad. Tierras lejanas donde la magia es algo casi extinto que solo unos pocos elegidos pueden usar y las bestias míticas que antiguamente goza...