¡No dejen a la villana sola con sus ideas!

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¡Tac!

Soo Youngmi sudó.

¡Tac!

Soo Youngmi tembló.

¡Tac!

Soo Youngmi palideció.

¡Tac!

Soo Youngmi hiperventiló.

¡Tac!

Soo Youngmi una taquicardia sufrió.

¡Tac!

Soo Youngmi respirar no pudió.

¡Tac!

Soo Youngmi se asfixió.

¡Tac!

Soo Youngmi murió.

¡Tac!

¡Pobre Soo Youngmi! su alma al cielo subió.

¡Tac!

Soo Youngmi una figura borrosa a su delante divisó.

¡Tac!

Soo Youngmi "¡Es San Pedro!" pensó.

¡Tac!

Soo Youngmi el descanso eterno le pidió.

Pero...o no era San Pedro o este estaba de mal humor pues...

¡Paf!

De un manotazo a la tierra la devolvió.

"Ay.." Soo Youngmi se frotó la mejilla con confusión y levantó la cabeza examinando el lugar donde estaba.

¿Qué raro?

Pensó al ver el probador de ropa, pues juraba haber ido a un misterioso lugar blanco y blanco, sin ningún color y ver una figura delante que....¿Qué le hizo esa figura en ese lugar blanco? ¿Lugar blanco? ¿Qué había pasado? ¿En qué estaba pensando?.

Cómo si nunca hubiera pasado, ella lo olvidó todo en cuestión de segundos, tal como se olvidaba un sueño o la posición de sus llaves cada mañana.

"¿En qué estaba...?" Soo Youngmi se preguntó mientras se agarraba la cabeza y trataba de recordar que estaba haciendo.

Afortunadamente no se quedó con la duda demasiado tiempo, pues Jin Zen llegó hasta el armario y lo abrió de un tirón, provocando un estridente chirrido generado por las bisagras.

"¡¿Quién eres?!" gritó, mientras miraba a la figura que estaba dentro del armario con una expresión feroz, que hacía notar sus evidentes pero bien tratadas arrugas que tenía en la frente y en las comisuras de sus labios.

Soo Youngmi al oír la voz amenazante y gruesa levantó lentamente la cabeza para ver al demonio en persona que tenía delante. Por qué eso era ¡Un demonio!

Aunque en el libro se hablaba de las poco éticas acciones de Jin Zen, las descripciones nunca habían pasado de "la mandó a secuestrar" o "movió sus influencias y los hizo desaparecer de la ciudad" por lo que ahora al escuchar los detalles, ella no podía negar que estaba muy asustada. Pues en su mente se reproducía una y otra vez la escena que Jin Zen describió, en dónde un cuchillo entraba lentamente en la pierna de Hu Luo, atravesando capas de piel y provocando un gran dolor.

Al imaginarse sus llorosos ojos y sus gritos de dolor ella no pudo evitar estremecerse y preguntarse ¿Está mujer era humana? ¡Parecía más un demonio!

"Tú..." Jin Zen se preocupó al ver a una aturdida Soo Youngmi dentro del armario, pues aún recordaba bien la advertencia que le había hecho hace meses.

EL ARTE DE SER VILLANADonde viven las historias. Descúbrelo ahora