One-shots -- Universo de Percy Jackson

7- ❤️❇️ Percy Jackson

Narración: Omnisciente

Estilo: chico x chica

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Cuando el reloj marcó las siete, Isabel por fin se quitó los libros de la cabeza y se despidió de su tutora. Madame Lourdan la regañó por correr, pero la joven ya iba a medio camino de llegar a su habitación.

Pasó volando los adoquines en cada esquina, los azulejos de cada estancia, y las pinturas y decoraciones del siglo XV, para entrar a su alcoba en el ala este del castillo.

Con velocidad, intentó desatar los moños de su vestido, pero cuando vio que su tarea era imposible, llamó a una mucama de confianza. Abril llegó con su uniforme y su clásica sonrisa de amabilidad.

- Señorita Carrison - saludó -. ¿En qué puedo servirle?

- ¿Cuántas veces te he pedido que me hables de tú? - la regañó risueña. 

- Lo siento... ¿en qué puedo servirte, Isabel?

- ¡Necesito ayuda con este monstruoso vestido!

Abril rió. 

- Claro que si, vamos al cambiador.

El par de jóvenes adolescentes se dirigió hacia el abanico que se encontraba en la esquina de la glamurosa estancia. Los aposentos de Isabel eran muy elegantes con una base clara y detalles dorados por doquier. El buró para maquillaje tenía un asiento de gamuza, mientras su cama estaba cubierta por sábanas de satín. Las fotografías enmarcadas al rededor conservaban memorias de su vida. Ilustraciones de ella con sus amigos en el jardín de niños, fotos de su conciertos de piano en eventos familiares, imágenes de ella junto con sus tres hermanos y unas cuantas más.

Isabel respiró con alivio cuando Abril desató su corset.

- ¿Estaba muy apretada?

- Demasiado - confesó. 

- ¿Cuál vestido le gustaría usar?

- ¿Cuál irá mejor con el clima?

Abril sopesó las opciones del armario que tenían en frente.

- Me gusta el azul cielo, pero si su evento se prolongara hasta la noche, tal vez podemos recurrir a un verde menta.

- Mmh... me gustan ambos colores...

- En tal caso, podría usar el verde mar que es una mezcla de ambos tonos - sugirió. 

- ¡Qué inteligente eres!

El vestido era precioso. Llevaba un escote de corazón que se extendía a unos hombros caídos. Las telas claras caían sin revoltura hasta sus tobillos. Encrucijadas de bordados acaparaban todo el vestido, exceptuando los cordones que lo mantenían todo en orden.

Abril volvió a acomodar el corset, pero ahora más flojo y cómodo de usar. Ayudó a la joven Isabel colocarse el vestido y después escogieron las zapatillas.

Cuando terminaron de colocar los accesorios en su cuello, manos y brazos, finalmente llegó el momento del maquillaje.

- ¿Puedes hacerme algo sencillo?