One-shots -- Universo de Percy Jackson

17- ❤️ Percabeth (fem Percy)

Narración: Punto de vista de Annabeth 

Estilo: chica x chica

Pedido: @AngelaCarrizo8

Disclaimer: Percy es fem character 

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Me estaba hirviendo la sangre, pero aún así no supe qué fue lo que me delató para que Will me viera conflictuada. 

- Parece que vas a matar a alguien - me comentó el rubio. 

- ¿Qué tanto te molestaría quedar huérfano? 

- Ah, así que sí quieres matar a alguien... 

Will siguió mi mirada y vio la escena a unos cuantos metros de nosotros: a mi novia riendo con el Dios del Sol. Se suponía que Apolo había visitado el campamento porque iba a dar clases personales de arquería a los semidioses nuevos, pero el idiota no había hecho más que estarse luciendo frente a Perce disque ayudándola a sostener bien el arco. Debo confesar que esa área de las armas no era lo mío, pero esta pensando seriamente ir y clavarle una flecha en el pie para borrarle esa estúpida sonrisa perfecta. 

- ¿Cuánto llevan así? - inquirió Will a mi lado. 

- Dieciséis minutos con cuarenta segundos. 

- Mala mía, que terrosidad es tenerte de enemiga - comentó y después suspiró con pesadez -. ¿Por qué simplemente no vas? 

- ¡Porque ella se ve feliz! - solté exasperada. 

- ¿Feliz?

- ¡Mírala! ¡Se está riendo de sus chistes! - señalé -. Jamás se ríe de mis chistes... 

- Annabeth, una relación es más que eso... ¡ella está saliendo contigo! ¿qué mas pruebas quieres de que te ama? 

- ¡Pues no lo sé! Pero ciertamente no quiero seguir viéndolos así. 

Me puse de pie y me alejé del porche de la cabaña de Poseidón para dirigirme al muelle, dejando a Will atrás y nuestra vista al campo de tiro. 

Caminé por el puente de madera hasta que llegué al final. Me senté y me quité los zapatos para meter los pies al agua. Ví a unos cuantos peces multicolores que solían aglomerarse en esa parte de la costa. 

Después de varios minutos, escuché unos pasos detrás de mí y el choqué del agua de alguien que se acababa de zambullir mar adentro. En cuestión de segundos, vi una sombra desplazarse hasta quedar frente a mí. Perce salió a la superficie, dejándome ver su frondoso cabello negro seco y su mirada que me encantaba. 

- Beth, ¿qué haces sola aquí? Te estaba buscando - inquirió frunciendo su ceño. 

- ... ¿Para qué me buscabas? - me limité a responder. 

- ¿Porqué eres mi novia y quiero pasar el tiempo contigo? - dijo con obviedad y riendo. 

- ¿Apolo ya se aburrió? 

Ver su sonrisa decaer me dolió poquito. 

- ¿De qué hablas, Beth? 

- No quiero detenerte de buscar felicidad con alguien más. 

Saqué los pies del agua y tomé mis tenis en mano para salir de ahí. Escuché una ola chocar en el muelle, sabiendo que era ella saliendo del mar, pero aún así no me detuve y llegué hasta el gran comedor.

- ¡Chase! ¿Has visto a Jackson? 

Lo que me faltaba. Me giré y enfrente a Apolo. 

- Será mejor que la dejes en paz. 

El Dios levantó las manos con una sonrisa. 

- ¡Ja! Tranquila Chase, ambos sabemos que ella es muy... inteligente. 

Yo me erguí cuánto pude. 

- ... ¿Y eso qué? 

- Bueno, que ella sabe lo que le conviene - dijo con sorna -. No compares a un ser divino como yo con una paliducha niña de cabello descuidado. 

A ver, no se como sucedió, pero cuando me di cuenta, Apolo ya estaba en el suelo y le había roto sus lentes de sol con un puñetazo. Mi mano sangraba porque un vidrio se había enterrado en la misma. 

Como que de repente se me olvido que era un Dios. 

Él ya se había enderezado y me miraba con enojo. 

- Te vas a arrepentir de eso.  

Sus ojos brillaban con un aura dorada y elevó sus manos como si estuviera recargando energía. Yo solo atiné a sacar mi daga y esperar el impacto. 

Y entonces, una ola de tres metros lo aplastó y lo dejó tosiendo en el suelo empapado. 

- No vuelvas a amenazarla, ¿oíste? 

Perce estaba plantada ahí, con el agua salada recorriendo su viaje de vuelta al mar. Su mirada era de desprecio, pero cuando chocó con la mía, se suavizó. Corrió hacia mí. 

- ¿Estás bien? - preguntó colocando una mano en mi mejilla y estudiándome. 

- Eh, si. 

El Dios del Sol se enderezó, mojado hasta los huesos. 

- ¡¿Cómo te atreves a- 

- Deja el parloteo para después, ridículo - lo cortó ella -. No vuelvas a meterte con ninguna de nosotras, o serás tú quien lo lamente. 

Tomó mi mano y entre carcajadas salimos de ahí. 

- No vuelvas a dudar, ¿quieres? 

- Ya... perdón... 

Tomó mi mano con sumo cuidado y analizó la cortada. Besó mis nudillos. 

- Vamos a curarte eso...