Capítulo 29

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—¡Elliot! —susurra. No hay respuesta.

Oliver tantea el amarre en sus muñecas, no son cuerdas, cintillos o esposas. Han optado por colocarle cadenas. Observa el lugar, la luz esta sobre sus cabezas, por lo que solo le permite ver el entorno iluminado, es decir, demasiado poco para que pueda ver como es el lugar exactamente o que es lo que hay.

Mira a Elliot de devuelta, debe protegerlo o su jefe estará... demasiado molesto y quizás triste. Cual sea de las dos, no son buenas.

—¡Elliot! —grita un susurro. — carajo. carajo.

La cabeza de Elliot se mueve, lucha por despertar por completo. Cuando su cuerpo toma la suficiente fuerza para levantarla, enfoca su precaria vista en Oliver.

—¿Te duele algo?

—¿Oliver? —cuestiona, arrastrando las palabras.

—Sí, ¿Te duele algo? Hay sangre en tu nariz, pero parece que ya se ha secado.

Elliot mira el lugar, no puede ver mucho debido a la poca luz.

—Me duele la pierna, pero está bien puedo soportarlo. ¿Y tú?

—Nada de qué preocuparse. Escucha ¿con que te han atado?

—Es algo... ¿cadenas? —No está seguro, pero es firme y apretado.

—¿Puedes deslizar la mano?

Tarda unos segundos pues lo intenta.

—No, es demasiado ajustado.

Frustrado, Oliver mueve sus manos desesperado.

—Vamos a salir de aquí. —asegura.

—Oliver... —Elliot se tensa cuando percibe un aroma familiar. Familiar y repugnante.

La puerta de metal se abre, escucha los pasos firmes y lentos. Avanza en la oscuridad hasta quedar frente al pelirrojo. Es tal como lo recuerda, zapatos lustrados, ropa debidamente acomodada y pulcra, ojos azules llenos de enojo. Delante de él esta lo que se había esforzado por ignorar, por lo que creyó que jamás lo alcanzaría. Ese punto ciego en su vida que creyó superado.

Pero...

Es...

Demasiado aterrador.

—Te he extrañado querido.

La voz y el golpe de Haim llega como una ráfaga de la más avivada tormenta, un huracán es lo más parecido. Azota con fuerza la mejilla de Elliot sin piedad. Tal vez se haya roto algo dentro, pues siente el sabor metálico de la sangre. Se da cuenta que además de miedo, hay enojo, demasiado enojo.

—No me mires así, te lo mereces ¿Sabes cuantos problemas me has causado? ¿Sabes todo lo que tuve que hacer?

—Vete a la mierda.

Haim tuerce una sonrisa ante sus palabras, las luces del lugar se encienden. Una habitación en la que al rededor hay hombres bien vestidos con armas, el único que resalta es Daven. Oliver se traga sus palabras al verlo. Recuerda que el único objetivo es salir de ahí.

—Tal parece que tu no me has extrañado tanto como yo a ti.

Haim camina a su alrededor, hasta quedar a sus espaldas. Aunque Elliot se remueve para que no lo toque, es imposible escapar. Su esposo desliza el cuello de tortuga hasta que puede ver la marca.

—Haim...

—Pero ¿Cómo vas a extrañarme, si has estado saltando de polla en polla?

Acaricia con su índice los bordes, la desesperación de Elliot se apodera de él pues no hay nada más asqueroso que otro alfa toque la marca de su compañero.

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⏰ Última actualización: Feb 05 ⏰

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