Capítulo 11

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Kolenka tose toda el agua que puede, le falta el aire y aunque intente respirar siente que no lo logra como quisiera.

Hace más o menos una hora que la mujer rubia le había ordenado a sus hombres que comenzaran una especie de tortura, donde la ahogaban. Lo único bueno de aquello es que sus brazos tenían descanso.

No había forma que Kolenka dijera algo sobre su hermano. Así que no importaba que le hicieran, ella jamás hablaría.

—¿Debo arrancarte los dedos? Cuélguenla de nuevo, quizás unos cuantos golpes sirvan.

Kolenka lucha, pero no puede con tres hombres a la vez, además está demasiado débil como para hacer algo más que forcejear. Sus brazos vuelven a sostener todo su peso, mira el piso, tan cerca y no puede apoyarse.

Cuando el primer golpe llega a su estómago vomita.

Los sujetos se alejan de ella, hablan del asco que les provoca verla vomitar y que, probablemente Sokolov la deseche al ser una mujer inservible.

Cuando se cercioran que ha dejado de vomitar, vierten agua sobre ella y sobre el lugar.

—Voy a matarte. —Kolenka mira al hombre, es el mismo que restregó su pene en su trasero.

—Quiero verte hacerlo zorra.

El hombre agarra un seno, lo aprieta y estruja con maldad, Kolenka no deja de mirarlo, en su mirada solo hay rabia y enojo contenido. El sujeto duda un momento y abandona el pecho para darle un golpe en la mejilla a la alfa.

—Tu pareja es un omega. —dice con veneno Kolenka.

El sujeto se sorprende por la información, pero recobra su semblante al instante.

—Cuando salga de aquí, le haré lo que tú no puedes.

El beta, enojado se acerca de nuevo con la intención de golpear repetidas veces a Kolenka, pero esta vez, ella hace un esfuerzo, cuando el beta está demasiado cerca, lo rodea con sus piernas apretándolo. Rápidamente asesta a golpearlo con su frente en la nariz. Cuando ya no le permiten hacerlo más, realiza otro fuerzo para levantar su cuerpo con sus manos y patear al hombre en su estómago haciéndolo caer.

—¡Maldita puta! ¡Voy a...!

Los disparos, aunque se escuchen lejos alertan a todo en la habitación. Tres de los cinco hombres desenfundad sus armas. Al beta que le han roto la nariz, ordena que averigüen que sucede.

Nadie se mueve cuando los disparos se escuchan cada vez más cerca.

—Te dije que voy a matarte imbécil.

Kolenka sonríe. El hombre solo la mira con enojo y le apunta con su arma. Sin embargo, cuando disparan a la puerta de metal, deja de apuntar a ella y se concentra en los inquilinos que acaban de llegar.

|Doce horas antes|

Instintivamente lo primero que hace Elliot al entrar en el despacho de Cedrit es inhalar profundamente. Luego detiene su andar, observa al alfa que está detrás del escritorio. Y, aunque parece muy importe los documentos que lee, despega la vista de ellos cuando advierte la presencia del omega.

Elliot fue notificado hace aproximadamente treinta minutos que Cedrit requiere su presencia.

—Hola. —Saluda Elliot.

Cedrit sonríe. No hay muchas personas que inicien una conversación con él con un simple "hola".

—Acércate.

Elliot camina, se posiciona delante del escritorio, por alguna razón se siente nervioso. Cedrit lo pone ansioso. El alfa desliza hacia el chico un celular.

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