Las situaciones siempre habían sido inestables más allá de las amenazas de apocalipsis. Hacía veinticinco años atrás las cosas no resultaban tan tranquilas para la antigua División Alfa de la que Leonardo era el líder indiscutido.
Desde que el joven de diecinueve años había asumido el puesto de su padre, su rutina consistía en un arduo trabajo de doce horas diarias en la gran biblioteca, donde tenían una sala privada repleta de libros prohibidos y el más ostentoso mobiliario.
Cada uno de los miembros recordaba ese fatídico viernes que fue un punto de inflexión para los hermanos Santamarina, o por lo menos Bautista lo hacía. Recordaba todo. Estaba molesto por como Leonardo llevaba la situación de las cosas, por como manejaba la gente a su antojo, pero lo que más le molestaba era trabajar como su peón y el de su padre. Los sentimientos negativos solo le secaban la garganta, quería beber licor para saciarse, pero debía disimular su vergonzosa adicción frente a sus compañeros, sobre todo frente a Bella Beltrán, con quien había conseguido una cita luego de tantos años de enamoramiento en silencio.
—Ella es Pandora —señaló Leonardo a una jovencita de largo cabello castaño y piel pálida como la de un enfermo—. Los Altos Mandos han decidido unirla a la Sociedad Centinela, y será nuestra compañera, ya que nuestro trabajo consiste en el control de las subsociedades y Pandora ha trabajado codo a codo con Edgar Hyde en la creación de los anómalos.
Una mujer alzó la mano, se trataba de Bella, y Bautista la observó con el rubor en sus mejillas. Cada cosa que ella hiciera era motivo para estar embobado. La joven de cabello sedoso y rubio, de mirada celeste y felina habló con un tono bajo pero firme.
—¿Por qué ella y no Edgar? —preguntó y alzó una ceja—. ¿Por qué los Altos Mandos quieren que trabajemos con la asistente y no con el creador?
Pandora rechinó los dientes y apretó los puños, pero Leonardo se encargó de responder.
—Pandora es una mente excepcional y tiene lo que le falta a Edgar: cordura —dijo y continuó—. Tratamos de llegar a él por muchos medios, pero no es una persona apta para ser un centinela. Además, ese demente ha creado centenares de anómalos desde hace décadas y los ha repartido por el mundo, debemos buscarlos y reunirlos para que no presenten un problema mayor. Pensaba utilizar una IPC y reunirlos ahí, no lo sé... debemos planificar lo que haremos con los anómalos para mañana, sí o sí.
—Estábamos trabajando en el asunto de los Nobeles —dijo un joven de cabello negro alborotado, él colocaba los pies sobre la mesa y observaba a Leonardo con una mirada desafiante.
—Baja los pies, Kuno —ordenó Leonardo. Kuno sonrió y se sentó con la postura erguida, entonces Leonardo le respondió—: el caso de los Nobeles ha sido tomado por Isaac Wolser.
—¡¿Un Alto Mando?! —Bautista se puso de pie—. ¿Por qué? La División Alfa se encarga de las subsociedades.
—No me dieron explicación —Leonardo tomó aire—. Da igual, tenemos trabajo que hacer.
—Esto es increíble —murmuró un joven de rostro delgado y lentes.
—¿Quieres decir algo, Frey? —preguntó Leonardo al joven de lentes
—¿Acaso puedo decir algo? —preguntó Frey—. Estuvimos trabajando sin descanso en el asunto de los Nobeles para que nos destituyan sin una razón y ahora nos pidan un trabajo de último momento. Esto es una basura, y lo sabes.
Pandora se sentó y escuchó la discusión. Recién llegaba y no podía acotar nada.
—También me indigna —resopló Leonardo—, pero los cuestionamientos a los Altos Mandos están prohibidos. No aceptarán otra queja de mi parte.
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SOCIEDAD CENTINELA |PARTE III |APOCALIPSIS ©
FantasyTERCERA PARTE DE LA TRILOGÍA SOCIEDAD CENTINELA El mundo se rige bajo un nuevo orden piramidal. La Sociedad Centinela ha perdido la batalla por el poderío absoluto. La única misión que persiguen los salomónicos es la de destruir los cimientos de sus...