CAPÍTULO 26: Melancolía

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Yaco y Mao limpiaban las heridas de Luca con cuidado.

—No creas que por esto somos amigos otra vez —decía Yaco al aplicarle un algodón con desinfectante en la nariz partida—. No queremos más problemas. Además, Alma te liberó, será decisión de ella volverte a encerrar.

—No tienen que hacer esto —dijo Luca, con la cara llena de golpes.

—Es un código de honor cuidar a nuestros soplones —dijo Mao entre risas.

—No puedo creer que toda esa historia sea cierto —murmuró Yaco, concentrado en colocar los vendajes—. Entonces habría que liberar a Bianca también, ella salvó a Sofía.

—Eso es algo que no sabía —confesó Luca—. Bianca ha seguido sus propias reglas, y como Mateo le dijo que fuera la mano derecha de Leonardo, ella actuó por su cuenta para debelar que Alma era una Gris, esa vez nos hizo enojar, pero la perdonamos porque era parte de nuestro objetivo. Con esto quiero decir que ella también está dispuesta a llegar al final.

—Bianca ha mostrado interés en que sí Alma es capaz de deshacerse de la Orden ella abandonaría a Mateo —dijo Mao—. El problema aquí es Mateo, es un maldito cáncer que se ha encargado de que actúen de acuerdo a su plan. Mateo es un radical extremista y utilitarista psicópata. Para nada creo que sea un filántropo, solo tiene complejo de mesías. ¿Cómo no te diste cuenta?

Luca tomó aire y respondió:

—Nunca creí que lo fuera, él siempre me habló de su intención de salvar al mundo. Él me habló de los sacrificios que había qué hacer para que ya nadie sufriera. Él me mostró el destino horrible del que me salvó y me mostró cada acto de crueldad en el mundo, ¿cómo podía oponerme a eso? De verdad creí que él tenía la respuesta, él fue capaz de pensar más allá que los demás, Mateo es un prodigio que pensó más allá de su propio bienestar, desde niño vio el mal en el mundo, ya sea por la forma en la que fue criado o por su siddhi, pero... incluso ahora me cuesta estar traicionándolo.

—¿Nunca pensaste que los sacrificios de los que hablaba Mateo siempre eran para otros y nunca para él? —preguntó Mao—. ¿Nunca pensaste que todos debían sufrir para un bien mayor menos él?

—Supuse que su sacrificio era dejar de tener una vida normal —respondió Luca.

Mao y Yaco se miraron entre sí. El discurso de Luca sobre Mateo casi pretendía querer convencerlos a ellos, excepto por el pequeño detalle que Mateo estaba a favor de un genocidio.

—Pero lo traicionaste —dijo Yaco, siendo asertivo—. Abandonaste un plan hecho durante años, un plan que considerabas perfecto, por una simple promesa de Alma.

Luca sonrió con la mirada en sus pies.

—Es porque en ella veo la esperanza que perdí. Eso es más fuerte y me avergüenza.

—¿Quieres que te lo diga? —preguntó Mao, tomando a Luca del mentón para verlo a los ojos—. Los valores de Mateo no son tus valores; tus valores son como los de Alma, la persona a la que amas. Tu lealtad a tu hermano está en conflicto con tus principios, y ya elegiste la opción correcta, incluso si eso va en contra de la lógica matemática de Mateo.

—Costará tiempo reintegrarte al grupo —dijo Yaco—, pero apreciaríamos tu ayuda en el momento final.

—Sí, pueden contar conmigo —Luca hizo una sonrisa—. Tan solo queda esperar a que termine el procedimiento de Alma y no quiera matarme. Ella recordará lo que le hice, incluso, a pesar que todo el tiempo traté de alejarla comportándome como un idiota, nunca me odió tanto como aquella vez en el pasado.

SOCIEDAD CENTINELA |PARTE III |APOCALIPSIS ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora