En el Limbo todo era calmo, excepto por los espectros que se volvían cada vez más grandes e incontrolables, pero ya no quedaban almas de mortales para consumir. Cada Skrulvever, anómalo o salomónico que había pisado esas tierras, y había osado desatar una guerra, era historia.
Drasill paseaba por aquel reino que había sido su castigo y su salvación. Si bien era un dios indiferente, era momento de trabajar. Alzó la vista hacia el cielo y vio la grieta que él mismo había abierto en el origen de los tiempos para que su hermana Hel y su comunidad pudieran crear el clan Skrulvever y su Oasis. Ya no tenía sentido dejarles el paso a los vivos, debía cerrar la puerta a esos molestos humanos que no dejaban de enviar drones y máquinas para controlar un territorio que no les pertenecía. Debía asegurarse que nadie más obtuviera el tercer secreto.
Con un suave danzar de sus dedos, cerró la puerta entre ambos mundos.
Las señales se interrumpieron. Todo rastro, todo mapeo que la Orden estaba realizando de aquel mundo
—La puerta se cerró —dijo Orlando a su equipo.
No sabían cómo ni porqué pero ya no encontraban la grieta al Limbo, y todo lo que allí había entrado, allí perecería por toda la eternidad.
—Tenemos una última imagen —dijo Leonardo, revisando los drones que habían enviado luego de conocer el desfasaje de tiempo—. Parece ser un hombre caminando entre las bestias. Él ha sellado la entrada.
La imagen de Drasill era borrosa, su figura emanaba una enorme luz iridiscente que solo era visible por espectros y por las lentes de las refinadas cámaras.
—Llegamos tarde —dijo Orlando—, o quizás, nunca estuvo a nuestro alcance.
—¿De qué hablas? —preguntó Isaac.
—Un ser con la capacidad de cerrar el Limbo y caminar entre las bestias que asesinaron a los anómalos y a los Skrulvevers está fuera de nuestro rango —respondió Orlando—. Es posible que alguien así ya los tenga...
—¿Qué cosa? —preguntó Pandora.
—Los tres secretos —afirmó Orlando, recibiendo miradas de sospecha—. Es una hipótesis. He analizado las habilidades de los Skrulvevers y la de los centinelas junto a la de los Grises. Con lo que hemos recopilado del Limbo, más los registros arqueológicos, estoy casi seguro que si existe un ser poseedor de los tres secretos sería lo más cercano a un dios. Debemos buscar una manera de reconectar la señal con los drones en el Limbo.
—Eso ya no importa —dijo Marie, su cara mostraba una seria expresión—. Hemos perdido decenas de hombres en ese lugar y solo tenemos suposiciones. Por otro lado, Luca, Mateo y Bianca han desaparecido. Tampoco encontramos señales de ninguno de sus amiguitos, ni de tu hijo, Orlando.
Leonardo y Orlando intercambiaron miradas atónitas. Los habían perdido.
—Hay que encontrarlos cuanto antes —dijo Leonardo—. Mateo, Luca y Bianca tienen valiosa información.
—¡No perderemos más tiempo! —exclamó Marie—. Pasaremos a nuestro plan original, el tercer secreto tendrá que esperar. Sus hijos no podrán ocultarse de las llamas del fin del mundo.
Isaac se levantó de sus aposentos.
—La junta de la Orden de Salomón estará de acuerdo en proseguir con el apocalipsis —dijo—. Ya no hay tiempo para juegos. Manténganse atentos, pronto daremos la orden de evacuación.
Isaac y Marie abandonaron la sala de control. La misión del tercer secreto había fracasado, pero la guerra aún no estaba ganada. La batalla más importante que daría la Orden de Salomón seguía en pie.
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SOCIEDAD CENTINELA |PARTE III |APOCALIPSIS ©
FantasyTERCERA PARTE DE LA TRILOGÍA SOCIEDAD CENTINELA El mundo se rige bajo un nuevo orden piramidal. La Sociedad Centinela ha perdido la batalla por el poderío absoluto. La única misión que persiguen los salomónicos es la de destruir los cimientos de sus...