La tierra se partía en dos, y un manto de desesperación cubría a la humanidad. No había salvación, solo un profundo abismo. Cada pantalla de televisión, cada red social, o cada medio de comunicación, sin excepción, proclamaba la noticia de último momento. Era el coro que anunciaba el inicio del apocalipsis.
Los terremotos avanzaban con implacable ferocidad a lo largo de la costa del Pacífico, como titanes hambrientos devorando a su presa. Tsunamis descomunales se alzaban, engullendo a todo aquel que osara desafiar sus aguas incontrolables. Gente aterrada era arrastrada por un mar de escombros y lodo, sin una sola chance de escapar de las garras crueles de la naturaleza enloquecida.
Las montañas, se partían y caían con un estruendo ensordecedor sobre los habitantes, sepultándolos en su propio destino sombrío. Los árboles eran arrancados de raíz, como si la propia madre naturaleza hubiera perdido la cordura y hubiese decidido despojar la vida de su corona verde.
La tierra, insaciable en su furia, se tragaba sin piedad cualquier ser vivo que osara cruzar su superficie. La agonía y el horror se apoderaban de todos, mientras el reloj de la destrucción avanzaba inexorablemente. En medio de esta pesadilla, la humanidad se encontraba atrapada en un escenario dantesco, sin un rayo de esperanza en el horizonte, como si el mundo mismo hubiera decidido expulsar a la humanidad de su seno.
En el gran comedor de la casa de Pandora, todos estaban reunidos frente a las pantallas. Al ver las imágenes, Alma cayó de rodillas. Tenía sus recuerdos pero no había logrado salvar a ninguna de esas personas, las cuales no eran víctimas de la madre naturaleza, sino de otros seres humanos que los consideraban inferiores e inútiles en su nueva tierra de prosperidad.
Ninguno podía evitar horrorizarse ante lo que presenciaban sus ojos, como si la culpa los carcomiera por no haberlo evitado. Incluso los rostros de Luca y Bianca estaban pálidos, recién entonces caían en cuenta de la liviandad con la que mencionaban a la muerte. Por más que sus chances de ir en contra de la Orden siempre habían sido nulas, sentían asco de haberse resignado a que ese era la única forma de comenzar un nuevo futuro.
—¡Todo esto es mi culpa! —Alma rompió en llanto y habló entre gritos desgarradores—. ¡Todavía no sé cómo funcionan estos poderes! ¡No puedo detenerlo! ¡Es mi culpa, es mi culpa, es mi culpa!
Luca intentó correr hacia ella, pero Gary lo detuvo.
—No te le acerques —murmuró en un gruñido.
—Alma, déjate de tonterías —exclamó Bautista y se agachó para tomarla de los hombros—. ¿Por qué crees que estamos aquí? ¿Por qué llamamos a tus amigas, a tu hermana? ¿Por qué contamos todo a los anómalos? ¿Por qué secuestramos a Mateo y su equipo? Esto no se trata de ti. Eras la única con la capacidad de ser un Ánima Mundi, pero todos estamos aquí para ayudar.
—Es cierto —dijo Alex—. Lo más probable era que presenciaríamos esto. No sabíamos cuando ocurriría el primer ataque, pero nunca dependimos de tus habilidades nuevas para planificar.
—No íbamos a dejar que todo recayera en tus hombros —añadió Ángeles—, de hecho, pocos lo consideraban una opción viable. No tienes la responsabilidad de cargar con el peso del mundo en tus hombros, esto es un deber moral que todos lo que sabíamos del apocalipsis íbamos a tratar de evitar, aunque nuestros esfuerzos sean en vano.
—Es mejor morir con dignidad a hacerlo como un cobarde —dijo Gary y miró a Luca y a Bianca—. En eso quedamos.
—Es cierto —añadió Renata—, todos dejamos a nuestras familias atrás, sin una explicación para poder dar pelea. Somos un equipo.
Alma seguía sollozando, limpiando sus lágrimas con los puños, pero se puso de pie una vez más.
—Comenzaremos el contraataque —indicó Alex—. Atacaremos sus búnkeres del norte y del sur, luego los de Europa. Tendrán que retrasar su plan si no quieren morir junto a los civiles.
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SOCIEDAD CENTINELA |PARTE III |APOCALIPSIS ©
FantasyTERCERA PARTE DE LA TRILOGÍA SOCIEDAD CENTINELA El mundo se rige bajo un nuevo orden piramidal. La Sociedad Centinela ha perdido la batalla por el poderío absoluto. La única misión que persiguen los salomónicos es la de destruir los cimientos de sus...