CAPITULO 5

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JAX

-        ¿Es la boda que tratas de impedir? – pregunta, Rosaline.

-        ¿La de bruja Morgana? ¿Hoy? – Afirma -. No, no es esa. Morgan ya se casó.

Ruedo los ojos dando por finalizado esta nueva interrupción.

Si antes pensaba que Sara, al igual que Thiago, eran unos santos, esa noche la creí una Diosa. 

Un sábado en la noche, Thiago estaba fuera de la ciudad con su hermana visitando a una tía que me cae mal, así que aproveché y me comí mis galletas para esperar mi pizza.

-        Tú no dirás nada, Spring -. Mire amenazantemente al gato frente a mí -. Si lo haces, juro que esa comida premium que te trajeron será donada y tendrás que ir a cazar tu cena, ¿escuchaste? A ver si te vuelves humildad, gato alzado. 

Otro dato curioso, sin importar que comida sea, siempre comienzo por lo que menos me gusta para poder terminar con lo que sabe más rico. Odio la orilla de la pizza, cada rebana que como, la inicio comiéndome primero la orilla sin queso, sin excepción. Recién había llegado mi orden, solo había mordido la orilla, cuando sonó el timbre. Realmente quería ignorarlo, por pereza y porque no quería compartir mi pizza.

-        ¡Jax, soy yo, Sara!

Pero ignorar a un amigo es de mala educación. Como rayo, levanté mi trasero del sofá al recordar que prometí ser mejor persona.

-        Hola, Sara. Buenas noches, ¿gustas pasar? Acaba de llegar la pizza.

-        Hola, si, gracias.

Su sonrisa opacaba a la luna, no, miento, toda ella lo hacía, estaba hermosa. Aunque seguía en estado de negación, así que en su momento me regañe por ese pensamiento. Entro a la casa y se sentó en el sofá, a mi lado.

Al principio fue silencioso, hasta que vio al gordo de Spring.

-        Es el gato de la hermana de Thiago, ¿no?

-         ¿La conoces?

-        ¿A su hermana? No.

-        ¿Entonces como sabes?

-        La otra vez me contaste que ella se los deja cuando sale de la ciudad.

Ahora no mentiré, sentí pánico de saber que las cosas entre ellos estaban muy serias ya que le había presentado a la loca. Después de que sentí alegría al saber que me escuchaba y me prestaba atención, me sentí como la mierda por sentir eso con el ligue de mi mejor amigo.

-        Pude haber adoptado uno.

-        ¿Lo hiciste?

-        No, me gustan los perros, siento que los gatos un día nos mataran.

-        Yo pienso que son hermosos – espetó, levantándose para atraer con ella a esa bola de pelos.

La charla fluyo entre nosotros de manera espontánea. Curiosamente, aunque no teníamos mucho en común, los temas nunca se terminaban. No importaba que me hablara de bolsas de basura o cadáveres en descomposición, realmente me interesaba en ello y quería seguir escuchándola hablar.

Cuando alguien habla sobre cosas que le apasionan, sus rostros adquieren un brillo que se refleja mucho en sus sonrisas y expresiones. El brillo de Sara me deja hipnotizado, incluso cuando hablaba enojada me tiene así.

-        Ya me tengo que ir.

-        ¿Te llevo?

-        ¿Sabes manejar?

Rosaline al volante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora