CAPITULO 32

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ROSALINE

Me bajo a tirar la basura en el cesto más cercano, he terminado con esto. Probablemente no comeré fideos nunca más en mi vida.

Antes de cruzar la calle, me fijo en ambas direcciones, aunque sea una calle de un solo sentido, nunca se sabe. Entre más me acerco a la entrada, más claras se escuchan unas voces.

En esta ocasión no lo hago por chismosa, sino por pena de pasar e interrumpir. Me quedo cerca de la pared de arbustos escuchando todo lo que pasa detrás de ella.

-        Escuche que visitaste a Homero.

La voz de una mujer no la reconozco, la siguiente voz la conozco, es el abuelo.

-        Si, lo hice. No reacciono de la mejor manera.

-        Jamás lo hace, ja, ja, ja –. Es Beatriz, la que se ríe es ella.

-        Bea, escucha. El día que visité a tu hermano tenía pensado visitar a los cuatro, pero solo tenía la dirección de Homero y Diego, así que solo conseguí ir a verlos.

-        Me sorprende que Diego te haya hecho caso, se ven cercanos.

-        No fue así. Al principio, bueno... digamos que no tuvo más opción ja, ja, - recuerdo ese día, también se me escapa una risa al recordarlo escapar –. Creo que ahora estamos bien, espero – hace una pausa –. Cuando Lucas llegó, sabía que él conocía tu dirección, me costo mucho obtenerla, pero la obtuve. Sin embargo, no me atreví a ir. De todos ellos, siento que a ti te deje más, tú ayudabas a tu tía Adi a cuidar a tus hermanos menores. – Silencio –. Te pareces tanto a tu madre en todos los aspectos, estoy muy orgulloso de ti. Cuando te saliste de casa, me rompiste mi corazón, no querías nada de mí. Tú sola has hecho tu propio camino porque realmente no querías saber de mí. Se que no he sido el mejor padre y te he hecho mucho daño, pero te ruego tu perdón, hija.

-        Vamos, levántate, te lastimaras – dice, Beatriz.

Por algunos orificios que dejaron los arbustos, alcanzo a ver como ella lo ayuda a pararse, al parecer el abuelo se había hincado a pedir perdón. Observo como se funden en un abrazo. Estoy algo sentimental, así que eso me arranca algunas lágrimas.

-        Papá, te perdone hace mucho – ambos siguen abrazándose, ella tiene su cabeza apoyada en el hombro de él. El abuelo trata de verla, pero ella refuerza su agarre impidiéndole sus intenciones –. De verdad, lo he hecho. Es solo que... no se si te quiera de nuevo en mi vida. Lucas me conto lo del pájaro y el auto ja, ja, ja, supongo que siempre nos cuidaste. Te quiero y te perdono, pero no se si te quiero de nuevo en mi vida.

Finalmente, se separan y se ven a los ojos. Ambos lloran, él le quita algunas lágrimas del rostro.

-        Ha pasado mucho tiempo, tengo una familia. No se si quiero que entres en mi vida, tengo miedo.

-        ¿Podemos intentarlo?

-        Podemos, pero tendrá que ser muy gradualmente. No forzaremos nada.

-        Tú pones las condiciones, Bea – sonríe –. ¿Crees qué Homero algún día me perdone?

-        Estaba muy dolido. Eras su superhéroe – dice –. Él no te quiere de nuevo en su vida. Simplemente, no puede hacer eso.

-        Pero siempre actúa como si me quisiera pegar.

-        Después de tu visita, él me conto ciertas cosas que lo hicieron reflexionar. Te guarda cariño por el pasado. Sigue algo molesto por ciertas cosas.

Rosaline al volante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora