CAPITULO 26

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ROSALINE

Hay cosas que en verdad odio hacer, como sacar la basura. Nuestro edificio no cuenta con ese sistema donde puedes echarla y esta cae desde tu departamento hasta el contenedor. No. Es muy, muy viejo. Tenemos que bajar todos los pisos de diferencia entre el suelo y nuestros hogares para poder ir a dejar la basura al contenedor.

Bajo en el ascensor todos los pisos que me tocan para llegar a recepción y me acerco a Mauricio, le pido de favor, como siempre que saco la basura de noche, que se mantenga al pendiente en caso de que grite o algo, después, camino por el pasillo que da la parte trasera del edificio.

Afuera hace mucho frío. Apenas son las ocho de la noche, pero es calador. Un ruido se escucha, me quedo en mi lugar, sigo cerca de la entrada, a penas he dado unos pasos, me da suficiente tiempo para correr. Sin embargo, aunque planeé eso, solo pude quedarme de pie, quieta sin poder moverme, rezando para que sea un gato. Trato de calmarme con el pensamiento de que Mauricio vigila las cámaras, sin embargo, sé que muy probablemente siga echando chisme o viendo su celular.

La bombilla que hay no es suficiente para alumbrar todo el lugar, solo la entrada (donde estoy) y el parte del primer contenedor se alcanzan a ver.

Siento mi alma volver a mi cuerpo y puedo respirar tranquilamente cuando distingo que solo es Lucas con un chico. ¿Será el mismo de la otra vez? Desde aquí, parece que están discutiendo. Hablan bajo, no entiendo lo que dicen.

El chico pasa a su lado y lo deja atrás, bueno, trata, porque Lucas lo sostiene del brazo mientras trata de hacer que lo escuche. Caminan al mismo tiempo que mi amigo utiliza algo de su fuerza para hacerlo quedarse. No es hasta que me ven, que se separan y permanecen quietos.

-        Hola – saludo.

Lucas se queda estático, como si lo hubiera sorprendido robando. El chico aprovecha eso y se va, noto como tapa a un más rostro cuando pasa por mi lado, no logro ver si es el mismo de la vez pasada. Lucas se acerca a mi sonriendo incómodamente, finge que no pasa nada.

-        Hola, Ros. ¿Qué haces aquí tan noche?

-        Tenía que sacar la basura – le enseño las bolsas en mi mano.

-        ¿No es muy tarde para eso? Esta algo oscuro y solo aquí.

-        Siempre que vengo le pido a Mauricio que por favor cheque la cámara de este lugar. Si tratan de secuestrarme, al menos él ve y llama a la policía.

-        ¿Hay cámaras? – Pregunta, asustado.

-        Solo una. – Con mi dedo índice, apunto a la pequeña cámara que se encuentra arriba del primer contenedor. – ¿Ves?

No dice nada más, solo asiente con su cabeza. Hago mi tarea arrojando las bolsas a su lugar y regreso con Lucas a mi lado. Paso a recepción para agradecer a Mauricio por vigilar la cámara, aunque sé que no lo hizo, sigue en su teléfono. Se que muchas veces hace caso omiso de mis peticiones porque se entretiene con sus novelas o teléfono, así que cuando paso y veo que estaba entretenido en eso en lugar de vigilar, solo agradezco secamente.

Lucas y yo vamos en el ascensor. No se la razón, pero se siente algo incomoda la situación.

-        Ros, mira, yo... mmm...

-        ¿Estas bien?

-        Si, si, solo... por favor, no le digas a mi papá lo que viste.

Hay muchas cosas que deseo decirle. No se de que va el asunto, pero le afecta. Solo quiero hacerle saber que no esta solo, que aquí estoy yo, ya que si es como pienso y es una relación, yo lo apoyo y dudo que su papá se oponga; pero puede que ande en algo malo, si fuera el caso, lo trataría de ayudar, es mi amigo. Además, es Lucas, ¿qué mal podría hacer?

Rosaline al volante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora