ROSALINE
Los sábados era el día que dedico al aseo. Me despierto y comienzo a hacerlo para terminar lo más pronto posible. Barro, trapeo y ordeno, dejando hasta el final la tarea de sacar la basura; de esa manera, al regresar a mi departamento, después de desecharla, puedo tomar una ducha y tirarme a descansar.
Este sábado, al bajar a la parte trasera del edificio para ir a dejar los desechos, veo unas figuras algo escondidas. Estaba debatiéndome entre retirarme o hacer a lo que había ido, hasta que reconocí una de las figuras.
Era Lucas, quien estaba en la parte trasera del edificio charlando con un amigo.
- Hola, Lucas - digo, acercándome al contenedor de basura.
Él y su amigo se espantaron al oír mi voz, supongo que no me escucharon llegar.
- Oh, hola, Ros – dice, algo nervioso.
Dándoles privacidad, trato de hacer lo que debo hacer de manera rápida, pero la tapa del contenedor se encontraba cerrada y algo atascada, por lo que me fue difícil cumplir mi objetivo.
- Me voy – susurra, su amigo.
Lucas trata de detenerlo, pero este se zafa y camina muy rápido, él continuaba pidiéndole que se quedará, que esperaba, pero nada le importaba más que salir de ahí. El gorro de su sudadera impide que vea su rostro cuando pasa por mi costado. Lucas lo persigue hasta el final, donde el callejón se une con la banqueta, da un golpe al aire al ver que este se aleja y ya no puede detenerlo.
Mientras que yo, finalmente pude abrir el contenedor y desechar mi basura.
La rutina que antes era para dos, se había convirtió en una para tres; lo que me permitió conocer más a Lucas, más que nada en cosas triviales, porque aún no sabía mucho de su vida, seguía desconociendo su pasado o el porqué del estado en que llego y la verdad, no me atrevía a preguntar. Por lo tanto, hablar con él, sin el abuelo, ya no es incómodo. Así que decido acercarme despacio hasta donde se encuentra de pie.
- Lamento si arruine tu encuentro con tu amigo, de verdad que no fue mi intención.
- No te preocupes, Ros – dice, volteándome a ver.
- ¿Entrarás? – Pregunto, señalando al edificio.
Afirmando con la cabeza, ambos nos encaminamos a la puerta trasera para entrar. Cuando el elevador llega a mi piso, me bajo despidiéndome de él.
- Hasta luego, Lucas.
No doy ni un paso fuera del lugar, cuando siento su presencia detrás de mi.
- ¡Ros, espera!
Las puertas del elevador se cierran detrás de él al bajar.
Remueve sus manos de manera nerviosa; sintiendo que me pasa toda su ansiedad al ver sus movimientos, decido tomar sus manos.
- Ya somos amigos, ¿no?
Afirmo a su pregunta, así que continua.
- Escucha, si no es mucho pedir, necesito pedirte un favor, por favor.
- Claro, dime.
- ¿Podrías no decirle a mi padre que me viste allá abajo con ese sujeto? – Pide –. Por favor.
- Sí, seguro. ¿Estas bien?
- Sí, sí, él era solo... solo... un amigo, ¿sabes?
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Rosaline al volante
HumorRosaline trabaja en un taxi por mero placer, o al menos eso dice. Desde su primer día se da cuenta que no será un trabajo sencillo, pues desde el momento en que hace su primer viaje, se ve involucrada a más no poder en la historia de su pasajero, p...