ROSALINE
03:15 a.m.
Es la hora que marca el reloj que tengo en mi mesa de noche. La puerta de la entrada de mi departamento ha estado siendo tocada desde hace unos minutos, el sonido es tan fuerte e insistente que termino por despertarme.
Con algo de miedo, me acerco con cautela para abrir la puerta, el número de emergencia está marcado en el teléfono de la casa que llevo en mi mano y listo para que aprete el botón de marcar en cualquier instante. No es normal que alguien toque de esa manera a esta hora. Más que las únicas personas que conozco tienen mi número y pudieron marcarme.
Voy hasta la mirilla de manera apresurada y en cuanto llego, inmediatamente abro la puerta.
- Es muy fuerte, hijo. Hazlo más suave.
- A lo mejor le paso algo y por eso no abre.
El abuelo sigue diciéndole a Lucas que sus golpes a la puerta son muy fuertes, mientras que Lucas ignora y sigue tocando la puerta con la misma intensidad, para mi suerte, su mano queda suspendida en el aire y no me pegue en el rostro cuando abro la puerta.
Ambos me observan y sonríen, saludando alegremente.
- ¡Hola, Ros!
- ¿Qué sucede? ¿Están bien? – Pregunto, preocupada.
- ¿Sí? ¿Y tú?
- También.
Se instala un silencio incomodo, no tengo mucho que decir, mi cerebro sigue procesando que despertamos y estamos a salvo. Mientras que el abuelo y Lucas se observan algo confundidos por mi comportamiento. Pareciera que se comunican a través de las miradas, pues al final es el abuelo quien asiente y habla.
- Veníamos a invitarte por un helado, mi niña.
- ¿A esta hora?
- ¿Qué? ¿Es muy temprano?
El abuelo preocupado y confundido, consulta el reloj de su muñeca.
- Yo creo, ¿no? No ha de haber ni una sola heladería abierta, solo habrá helado en las tiendas de servicio.
- ¿De qué hablas? Ya todo está abierto, Ros – dice, Lucas.
Vale. Ahora soy yo la confundida, Lucas parece notarlo, pues es quien me aclara la situación en la que estamos.
- Son las doce del día, Ros.
Me enseña su celular para que yo misma compruebe lo que me dice. Las 12:10 es la hora que marca. Recuerdo que no cheque la hora en mi celular, sino en el viejo reloj que únicamente uso como decoración, porque jamás le he actualizado la hora. Los dos se ríen al ver mi rostro de vergüenza, supongo que debo de estar roja a más no poder.
- Si quieres esperamos en recepción hasta que estes lista. Claro, si gustas venir.
Aceptando la invitación y prometiendo no tardar, cierro la puerta y corro a bañarme. Todavía me sentía algo cansada, las horas perdidas en días pasados me estaban cobrando factura. Acepte la salida porque me gusta salir con ellos y quería hablarles sobre mis nuevas amistades, estoy segura que se alegrarán de que ya tenga amigos. Bueno, amigos aparte de ellos.
Tomo los esencial, dinero e identificaciones y salgo. Me tomo media hora estar lista, para muchos es mucho tiempo, pero yo siento que acabo de batir un nuevo récord de velocidad en bañarme y cambiarme.
En recepción, el abuelo camina de un lado a otro, a diferencia de su hijo, quien se encuentra sentado en aparente calma, aunque el movimiento de su pierna lo delata, la mueve como si tuviera un tic, de arriba abajo, golpeando el piso con la suela de su zapato.
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Rosaline al volante
HumorRosaline trabaja en un taxi por mero placer, o al menos eso dice. Desde su primer día se da cuenta que no será un trabajo sencillo, pues desde el momento en que hace su primer viaje, se ve involucrada a más no poder en la historia de su pasajero, p...