CAPITULO 6

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JAX

-        ¿Por qué no sabes manejar? – Preguntó, Sara.

-        Mis papás no tenían tiempo de enseñarme, Thiago no tiene nada de paciencia conmigo en esa área, Morgan tampoco sabe, así que no puede enseñarme. Ahora soy yo quien no tiene tiempo para ir a una escuela y la verdad me da pereza, prefiero descansar después del trabajo. Además, tengo un chofer que me lleva a todos lados.

-        ¿Te refieres a Thiago?

-        Sip.

- Entiendo, pero creo que aun así deberías aprender a manejar por si un día Thiago no puede manejar y toda la responsabilidad cae en ti, ¿no crees?

-        Creo que sí, no sé, tal vez más adelante.

-        Mmm...no. Nada de más adelante, cambiemos de lugar.

Para cuando reaccione, ella estaba abriéndome la puerta del asiento del copiloto.

-        Bromeas, ¿no?

- Bájate.

-        Sara, no creo que sea una buena idea.

-        Yo creo que sí, anda, bájate. 

-        Hay una razón por la cuál Thiago se dio por vencido, ¡y él es el rey de la paciencia!

-        Pues yo soy la reina y te aseguro que las mujeres siempre lo hacemos mejor. Abajo.

Termine cediendo y subiéndome al asiento del piloto e hice las únicas tres cosas que se hacer en ese lugar. Abrocharme el cinturón, encenderlo y poner la radio. Ah, y prender el aire acondicionado, cuatro cosas que sé hacer, pero esto último no lo hice por pena.

-        Relájate, Jax. No te morirás.

-        Tienes razón. Leí que en caso de un accidente de auto siempre tiene más probabilidad de sobrevivir el piloto que el copiloto.

-        Pues gracias por tan alentador comienzo.

-        Lo siento, pero en serio creo que es una mala idea.

-        Este lugar está casi vacío, solo hay como tres coches, no temas. Confió en ti –, con ese voto de confianza, me sentí un poco más seguro -. Bien, ahora quita el freno y ve a tu paso. Es automática, así que no tendrás muchos problemas.

Siguiendo las indicaciones de Sara, comencé a manejar teniendo una verdadera experiencia de manejo. No te mentiré, estaba aterrado, sudaba como puerco por temor a hacer el ridículo frente a ella o, peor aún, lastimarla. No siquiera me ayudaba el aire acondicionado que ella puso, estaba del asco.

Al principio iba tan lento que te juro que vi a una hormiga pasar a mi lado burlándose, pero ella no se mostró impaciente, así que me hizo sentir bien. Poco a poco fui acelerando, aunque lo máximo que alcance fue a sesenta porque era un estacionamiento. Con más confianza, fui soltándome más. Solo caí en un pozo, malditos dueños, es un estacionamiento y tenia pozos; creí que se enojaría, pero no fue así, al contrario, con voz suave me dijo: "tranquilo, estas aprendiendo, no pasa nada, aunque siempre trata de esquivarlos, se te puede ponchar una llanta, pero no te martirices por eso. Llevo más de cinco años manejando y hay veces en las que sigo cayendo, nos pasa a todos sin importar cuanto tiempo tengamos".

Después de tres horas manejando y practicando, dio por finalizado las clases de manejo. Me sentía como el Rayo McQueen, todo un experto en el tema de la manejada.

La diferencia entre ella y Thiago es que ella comprendía que había cosas que no me eran tan claras, como lo serían para alguien que ya tiene practica en eso, y la paciencia, claro.

Rosaline al volante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora