LUCAS
Cuando mamá murió, yo tenía tres años. No fue muy difícil, la verdad, no la recuerdo mucho. Supongo que por esta razón no me fue tan difícil odiar a papá, a diferencia de mis hermanos, no tuve con que compararlo,. Ellos tuvieron un antes y un después, para mí siempre fue el padre aislado.
Crecí viendo fotos de mamá y escuchando las anécdotas de mis hermanos, tía Adi y, como no, de papá. Recuerdo que había noches donde mis sueños la incluían, sentía su tacto y podía escuchar su voz decir que me amaba.
A la edad de cinco años, mamá y papá le regalaron "El principito" a Homero y ella asistía todos los viernes a leérselo antes de dormir; cuando cumplí los siete, soñé que ellos me lo daban a mí y todos los viernes me lo leía. A los siete, mamá le enseño a Bea a montar a caballo; en mis sueños, ella me enseñaba en lugar de mi maestro de equitación. Había una foto en la antigua sala (ahora está en la sala del departamento de papá), los cuatro habían ido a la playa y se divirtieron, pasaron el fin de semana juntos; en mis sueños, yo estaba incluido. Bea me contaba que cada vez que ella u Homero deseaban algo, ella los consentía; en mis sueños, ella cumplía mis deseos. Pase mi infancia y parte de mi adolescencia robando los recuerdos de mis hermanos.
Todos estos años he existido, pero jamás sentía que estaba presente. Hice todo lo que se esperaba de mí. Me gradué de una buena universidad y luego entre a trabajar en una de las empresas familiares, rentaba un lujoso departamento en una zona bonita y rica, hice todo bien durante ese tiempo, hasta que un día, todo se vino abajo.
No recuerdo como sucedió, tampoco me di cuenta que era un problema hasta que era tarde.
Abandone mi empleo, deje de hablar con mis hermanos mayores y la tía Adi, nos distanciamos mucho; para mi sorpresa, la escasa relación con papá cobro un poco más de vida.
Se me cerro toda oportunidad, mis hermanos y tía dijeron que no me darían más si no aceptaba ayuda, sentí que me desmoronaba. No tuve más opción y acude con una de las dos personas que no sabían de mi condición.
Papá me recibió muy feliz en su departamento, claro, le mentí. Antes de ir a su departamento pase a una piscina pública a tomar un baño, para al menos ir presentable. Las primeras veces llegue con toda la intención de robar e irme, no me quedaba más de dos noches; trataba de llevarme cosas que no se notará su ausencia. Todo fue bien por unas semanas, hasta que me descubrió, a mí y mi amiga. Ver sus ojos pegados a la palma de su mano donde sostenía lo que tenía debajo de la cama, dolió, pero me dolió más cuando dejo de verla para enfocarse en mí.
En ese entonces creí que tenía todo controlado, ella no me controlaba a mí, yo la tenía a ella. Le dije que no era lo que pensaba y solo era para ratos, yo sabía que mentía, sin embargo, me lo repetí siempre que podía para reafirmarlo. Con eso, nuestra dinámica sufrió una ligera alteración, ahora yo prometía dejarlo y me quedaba mínimo una semana en su casa. Papá me seguía aceptando en su casa con la esperanza de que cambiará, que realmente lo dejará, pero no podía. La última vez que me sentí como una mierda fue aquel día donde nos vimos a los ojos después de que la descubriera en mi posesión; me volví a sentir así una semana después de esta nueva visita.
Salí de puntillas y a la media noche, de esa manera he huido todas esas veces y jamás me había descubierto o detenido. Mientras cruzaba el pasillo para ir hacia la puerta principal, observé como su puerta estaba entreabierta y con la luz encendida. Su voz me termino de paralizar, pensaba "bien, solo tengo que esperar a que se duerma y es todo, me voy". Papá estaba rezando, lo hizo mucho esa noche, así que no hui, no lo hice esa noche ni las siguientes tres, porque él volvía a rezar y me daba miedo que me descubriera huyendo, mejor dicho, no miedo, vergüenza. La cuarta noche que él rezaba, permanecí escuchando. Él rezaba por mí. Escuchar su preocupación movió algo en mi y no pude irme.
Luego, me presento a Ros, quien, de alguna forma, llegue a verla como a Diego. Tal vez fue el cómo me veía con admiración cuando le contaba sobre mis viajes por el mundo o mi experiencia laboral y de la vida en general, además, ella se reía genuinamente de mis bromas. Estar con ella era como ser el Lucas que era antes de todo esto.
Prometí dejarlo, así, sin ir a rehabilitación. Creía que podría hacerlo por mi cuenta y en el entorno adecuado. Aquel entorno donde papá me presta atención, donde mi hermano menor y Ros piensan que soy una buena persona. Las veces que me llego a sangrar la nariz frente a ellos dos, decía que era porque en preparatoria, un imbécil me rompió la nariz, por eso me sangraba de vez en cuando. Mi dealer me visito algunas veces en el edificio, aunque siempre lo obligaba a ir detrás donde están los basureros, en dos ocasiones, Ros nos vio. No creo que haya escuchado la primera vez que hablábamos de mi falta de dinero y que suplicaba por un poco más, ni en la segunda, donde interrumpió antes de que me vendieran.
Diego jamás se ha enterado de mi pequeño problema, se lo he ocultado todos estos años, siempre que sabía que nos veríamos, trataba de verme lo mejor posible. Haría cualquier cosa por jamás borrar el respeto y admiración que mi hermano menor tiene por mí.
Tal vez suene a excusa o mentira, pero se salió de mis manos, yo jamás quise esto para mi vida.
Iba en la parte trasera del taxi, mi última dosis había sido hace un par de horas y ya me sentía ansioso. Movía mi pierna constantemente en el asiento trasero, Ros no se daba cuenta, nunca se ha dado cuenta de nada, pero a papá no lo lograba engañar; me observaba con preocupación desde adelante. Trate de distraerme viendo por la ventana o quejándome de ciertas cosas, pero nada conseguía hacerlo.
Solo duraba días, por no decir horas o un día, desintoxicado; esos días eran extraños, me sentía inquieto y al siguiente segundo, cansado o enojado. No podía dormir por horas y cuando lo conseguía era casi igual, dormía por horas y me despertaba sintiendo un cansancio extremo. Tenía mucha hambre y sudaba como puerco. Soy un desastre.
Papá se bajó del auto dejándonos a nosotros dos, no aguantaba más, tenía que hacer algo o enloquecería. Fingí reconocer aquella casa, pero la felicidad que demostré al ver a mi tía Adi al recibirme con los brazos abiertos fue totalmente genuina. Fue por Ros y Diego, quien llego minutos después, que no saco el tema, por ellos lo oculto y de vez en cuando la descubría echándome miradas dándome revisiones de pies a cabeza, la estábamos pasando bien, es decir, aun me sentía ansioso, pero Ros y Diego seguían sin notarlo.
No sé qué me paso, fue muy rápido. Estaba sentado a lado de Ros y luego en el piso dándole golpes a mi hermanito, salí de la casa dando un portazo. No aguantaba más, necesitaba, aunque sea un poco, solo una pizca, es casi nada, así que no pasaría nada malo.
Entro casi corriendo al edificio, ignora a Mauricio y la señora chismosa que casi siempre esta ahí. No espere el elevador y subí con grandes zancadas las escaleras, abrí de golpe la puerta del departamento. No tengo trabajo, papá me ha estado dando dinero en todo este "proceso" de recuperación; sin olvidar viejos hábitos, voy hasta su habitación y tomo un par de cosas, un teléfono viejo, algunas monedas de la mesa de la sala y un reloj.
Silencie mi celular cuando otra llamada de papá entra, siguió vibrando en mi bolsillo, tanto, que me hartó y lo apagué. Creí haberme librado de él cuando apague mi celular, sin embargo, al salir del edificio, tuve que ocultarme de manera rápida al verlo entrar con tía Adi, permanecí ahí sin saber que el tiempo pasaba, hasta que los vi salir a ambos, pero solo tía Adi se fue en su carro. Salí de mi escondite pasado unos segundos y corrí.
Necesito un poco, es lo único en lo que pensaba.
El mismo chico de siempre me da lo que necesito al darle el reloj, sé que está muy mal, pero no me importa. Inhalo todo de un jalón sintiéndome mejor.
Lo siento, Diego.
Lo siento, Adi.
Lo siento, Bea.
Lo siento, Homero.
Lo siento, Ros.
Lo siento, papá.
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Rosaline al volante
HumorRosaline trabaja en un taxi por mero placer, o al menos eso dice. Desde su primer día se da cuenta que no será un trabajo sencillo, pues desde el momento en que hace su primer viaje, se ve involucrada a más no poder en la historia de su pasajero, p...