EL REINO DE LAS SOMBRAS (Zosan/Sanzo + 18)

6. Destruir el pasado

Al día siguiente Perona le invitó a dar un paseo por la zona. Pidió al servicio que les preparasen comida para llevar y salieron temprano con los caballos y un par de escoltas. Era uno de los pocos días en los que la niebla no permanecía en el ambiente enturbiando la vista, permitiendo admirar el paisaje. Sanji tuvo que reconocer que aunque no eran las vistas al mar por las que tanto amor profesaba el lugar era hermoso. Enormes montañas se alzaban ante ellos, el verde teñía los pastos junto a los frondosos bosques y flores silvestres decoraban el lugar. Cabalgaron durante un par de horas hasta llegar a unas antiguas ruinas comidas por la maleza. Bajaron de los caballos y se dispusieron a comer sobre las mantas que había ordenado traer la señora del Valle. Lucía un gran vestido negro entallado a la cintura por un corsé y adornando su cuello una gargantilla ceñida con el blasón de la casa de su padre.

- ¿Os gustan las vistas? - preguntó la chica acomodándose sobre las mantas

- Preciosas aunque deslucen ante vuestra belleza mi querida señora

- Príncipe Sanji no es necesario que seáis tan adulador conmigo. De hecho os prohíbo que volváis a hablarme con cortejos. Redirigidlos hacia mi primo que es vuestro prometido

Sanji rió ante la imagen mental de él soltando alguno de los agasajos con los que les regalaba los oídos a las damas de la corte y las prostitutas a las que frecuentaba hacia Zoro. Se le hacía poco probable que le saliera natural o consiguiese decirlo sin reírse. No es que considerase al monarca del reino una bella flor, más bien todo lo contrario. Era bruto, tosco y frío. Reconocía que le resultaba divertido molestarle y su compañía no le desagradaba pero de ahí a cortejarlo. Sonrió con la idea hasta que cayó en la cuenta de que al fin y al cabo esa era su misión. No sabía muy bien como pero pareció olvidarla por unos instantes. Normalmente se levantaba pensando en cual sería su próximo paso a seguir pero esa mañana estaba emocionado con acudir a las audiencias del salón del trono y en cuanto Perona le ofreció una excursión para pasar la mañana lejos del castillo aceptó encantado sin antes pensar para que le serviría ese acercamiento, qué podría sonsacarle a una de las personas más próximas a Zoro o siquiera asombrarse al verla con su extraño aspecto. Se estaba adaptando demasiado deprisa al lugar y no tenía muy claro si eso era algo bueno.

Se sentó junto a ella y comenzaron a comer.

- ¿Sabéis? este es uno de mis sitios favoritos

- ¿Y eso por qué? - pensó mirando las mohosas ruinas. No entendía por qué serían de fascinación para nadie

- Era una posada en tiempos y hacíamos alto en ella mi padre y yo cuando íbamos a la corte a visitar a mis tíos. Además cuando levanta la niebla las vistas son hermosas aunque también disfruto del paisaje umbrío

- Sin duda os habéis criado aquí. A mi esto se me hace terriblemente húmedo y frío

- Aquí conocí a Zoro. Cuando tenía cuatro años y yo ocho. Era el hijo de la posadera

- ¿De la posadera? ¿Cómo es posible eso?

- Es un bastardo del rey. Solo alumbró un hijo en matrimonio y murió por fiebres a los catorce años. Su padre al ver que no podría tener más le dio su apellido y lo llevaron a la corte. No había nadie que pudiese haber reclamado el derecho al trono

- No tenía ni idea

- Me han dicho que asistiréis a las audiencias a partir de ahora

- Así es, de hecho debo llegar a la de esta tarde por lo que deberíamos partir pronto

- ¿Te interesan mucho esas cosas?

- Bastante la verdad

Perona le sonrió mientras se levantaba y le devolvió el gesto. Regresaron al castillo charlando amenamente de varios temas. La chica le resultaba muy agradable y una fantástica compañía para conversar. Adoraba los cotilleos y siempre tenía algo interesante que contar. Todavía no conocía a la corte del reino en persona pero se iba haciendo una idea con lo que Perona le había contado. Era una red de información fiable y constante, sin duda debía mantenerla cerca.