38. Rubios y tullidos pero efectivos

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Habían pasado dos meses desde la batalla de colina cuervo. El resto de reinos al igual que ellos se lamía las heridas tras la batalla. Goa, Torino y Dressrosa habían firmado la paz y aceptado la subida del portazgo que Nami se encargó de exigir como castigo por el intento de conquista, sin embargo Germa le había declarado la guerra. Estaba en su despacho rodeado de informes que no se había dignado a leer. Tenía trabajo acumulado desde hacía semanas pero en su cabeza existía un único pensamiento. Quién le había traicionado y por qué. Sospechaba de todos ya que no veía motivos en ninguno para semejante vileza. Llevaba meses sin reunirse con el consejo y los evitaba todo lo posible, incluyendo a su tío.

Salió del despacho agobiado por sus propios pensamientos y bajó a la cripta del castillo. El frío y el olor a humedad del lugar subterráneo le recibieron nada más comenzar a bajar los escalones. En cuanto entró caminó hasta el final del pasillo donde pudo ver de pie a Robin, al igual que cada día, observando con sus grandes ojos azules la inscripción en la lápida de Franky.

- ¿Otra vez aquí? - preguntó en cuanto se posicionó a su lado

- Por algún extraño motivo me reconforta estar aquí. Gracias por enterrarle en la cripta a pesar de no perteneciese a la alta nobleza

-  No hay de que

- ¿Habéis sopesado ya mi petición?

- Sí pero no puedo dejar que lo hagáis Robin, lo siento

- Es la única manera

- No podemos encerrar y torturar a todos los nobles y consejeros de los que sospechemos

- Podemos, otra cosa es que no queráis hacerlo

- Entiendo que estéis dolida pero no creo que os aporte consuelo saciar vuestra sed de venganza

- No es por mi, él merece venganza al igual que el resto de muertos

- Encontraremos al culpable pero no como proponéis. Se me echaría la corte encima y la situación es delicada, no aguantaré otra revuelta

- Si fuese Sanji el que estuviese bajo esta losa ya estarían las cabezas de todos de aquellos de quienes desconfiaseis colgadas de las murallas. Podría haber sido él. Solo tuvo suerte - dijo seria aún sin dirigirle la mirada para acto seguido desaparecer del lugar dejándole solo

Suspiró agotado y permaneció un rato más observando la lápida mientras le daba vueltas a las palabras de Robin. No creía que si su situación fuese la de su consejera sus acciones hubiesen sido distintas. No se veía capaz de ejecutar a Luffy ni a ninguno de los otros. Los conocía desde hacía muchos años y confiaba en ellos ciegamente. Esa confianza depositada en ellos era lo que le mantenía hundido en ese momento. Cuando Sanji le traicionó le dolió pero al fin y al cabo le había conocido dos meses atrás, aún así se torturó durante semanas por no haber sabido calarlo a tiempo. Sin embargo sus consejeros y su tío llevaban muchísimos años a su lado. Se sentía mal por confiar en todos ellos y más por no lograr señalar a uno como culpable. Salió de la cripta y se dirigió al ala sur del castillo para hacerle una visita rápida a Sanji que aún se encontraba en cama por prescripción del médico. Nada más abrir la puerta le vio en pie tratando de vestirse con una mueca de evidente molestia al doblarse para cerrar sus zapatos.

- ¿No deberías estar acostado? - preguntó provocando que Sanji girase el rostro sobresaltado

- Voy a tener que ponerte una campanilla atada al cuerno porque un día me provocarás un infarto. Las puertas existen para algo ¿sabes? Se dan dos o tres golpes y se espera a que den paso. Es de mala educación aparecer en cualquier esquina oscura como un vil ladrón

- ¿Y eso me lo dices tú? No podrás aparecer y desaparecer a tu antojo pero no pareces manejar el protocolo de espera a la hora de entrar en una sala cerrada

EL REINO DE LAS SOMBRAS (Zosan/Sanzo + 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora