4. Ego mancillado

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Dos días habían pasado desde que decidió enfrentarse a Zoro y para sorpresa de Sanji sus palabras parecían haber hecho mella en el rey. Desde entonces cenaban juntos, completamente en silencio y cada uno a un extremo de la mesa pero juntos. También había declarado dos días de fiesta en la capital por su llegada y empezado a tomar decisiones sobre la boda que organizaban Hiyori y la encargada de la moneda del reino. Estaba muy animado tras ver que no era imposible razonar con él por lo que decidió que esa noche daría un paso más allá e intentaría entablar una conversación. Por tediosa o simple que fuese necesitaba comenzar a ganar terreno y la confianza de esa gente. Había pasado demasiado tiempo enfadado, encerrado en su alcoba y así uno no se ganaba el cariño ni del rey ni del pueblo. Por la mañana se levantó temprano dispuesto a bajar a la ciudad y dejarse ver entre el pueblo llano. Pidió a Franky, su escolta personal, que le acompañase e hiciese de guía.

La capital del reino no era ni por asomo similar a la del Germa, Puerto del Sol, donde se había criado. A diferencia del constante bullicio de su hogar sureño por las calles de Cumbre Diaño no había demasiado movimiento. Unos pocos mercaderes en la plaza y un corro de niños jugando en ella eran lo más ruidoso del lugar. Las gentes cuando lo veían le miraban curiosos, deteniendo sus quehaceres por observarle unos instantes para acto seguido retomar su rutina. Las tabernas no estaban a rebosar y no vio ni un solo burdel durante su paseo. Decidió parar en una de las tabernas a tomar algo y le sorprendió ver como su escolta se sentaba con él a la mesa.
Prefirió no regañarle ni decir nada. Era evidente que esos seres eran más salvajes que engendros civilizados y no sabían guardar las distancias con sus superiores.

- ¿No te gusta la bebida Sanji? - preguntó su escolta al ver como le daba vueltas en la copa

- Prefiero el vino

- Aquí no se da bien por el clima pero la cerveza está buena. Nunca he probado el vino

- ¿Cómo es posible que no lo comerciéis?

- No comerciamos con nadie más allá de las fronteras

- Lo sé pero no lo entiendo

- Solo es mejor así

Al ver que no le sacaría nada útil decidió cambiar de tema y retomar el beber.

- Esto está muerto, en Puerto del Sol hay calles en las que puedes encontrar más de seis tabernas y cinco lupanares, todos a rebosar. Aquí sin embargo una única taberna y medio vacía se haya

- El sol aún luce y la gente está trabajando en los campos. A estas horas en tabernas solo hay viajeros u ociosos. Hay más tabernas y un par de burdeles pero suelen tener ambiente al ocaso

- Está bien, terminemos esto y llévame a recorrer el resto de las calles. Quiero verlo todo

Salieron del local y pasearon por las calles un poco más hasta que decidió regresar al castillo. Pasó el resto del día en los jardines con Hiyori y la tarde investigando el resto del castillo. En cuanto llegó al ala norte, lugar por donde se movía su prometido, no pudo evitar fisgar un poco. Debía conocerle y engatusarle pero no sabía nada de él. Tenía que empezar a trabajar cuanto antes. Con sigilo avanzó por los pasillos vacíos en busca de su alcoba hasta que escuchó voces que provenían de una de las salas cercanas. Caminó con sigilo dispuesto a espiar. Vio a otros dos demonios mayores alrededor del escritorio de Zoro mientras este permanecía sentado sin prestarles mayor atención. El mayor era moreno, con ojos dorados cetrinos y una piel tan pálida como la suya. A su lado se encontraba una joven de cabellos rosados y grandes ojos negros.

- ¿Un matrimonio con un humano?

- Sí

- Hay mejores formas de conseguir dinero

EL REINO DE LAS SOMBRAS (Zosan/Sanzo + 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora