15. Humillado, traicionado y algo borracho

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Imbécil, patético y ridículo se sentía en ese instante. Como un crio sin experiencia alguna. Era cierto que llevaba mucho tiempo sin hacer nada pero aún así se sentía humillado. Zoro al ver su cara roja como la grana por la vergüenza empezó a reírse y no vio mejor solución que esconderse bajo las sábanas para tratar de desaparecer.

- No te pongas así, no es para tanto - dijo intentando sacarle de su escondite. Todavía llevaba los pantalones y parecía disfrutar de su desgracia

- Ha sido ridículo. Esto no debería estar pasando ¡Tú eres el virgen y yo el gran seductor! - comentó sacando la cabeza de debajo de las sábanas para encararlo pero al verle sonreír volvió a esconderse

- Oh disculpad gran seductor, señor del lupanar y rey de las furcias - al no darle respuesta insistió - Cejillas eres un exagerado. No pasa nada, podemos seguir

- No después de esto. Pero tienes razón no pasa nada, buscaré una cueva en las montañas y esperaré a la muerte para que me ayude sobrellevar el bochorno cuando la parca me libere de este mundo cruel con su dulce beso

- Menos mal que te lo estás tomando bien. El exilio voluntario es algo habitual en estas situaciones - acarició la pierna desnuda y esperó a que saliese de su escondite de nuevo

- Todo es culpa tuya

- Pensé que sería algo bueno hacer que lo pasaras bien en la cama. Debes ser la primera persona que se enfada por alcanzar el orgasmo

- ¡Debería haber sido yo el que llevase las riendas de la situación! ¡No tú! ¡Siempre mando yo!

- No me pareció que te importase y tampoco me detuviste

Hizo un puchero molesto. Era cierto. Sabía que estaba sacando las cosas de quicio pero en su mente, en su perfecto plan el cual por el momento no estaba saliendo para nada como el pensaba, era él el que le hacía pasar a Zoro la noche de su vida. Dejándole obsesionado con su belleza y sus diestras habilidades en las artes maritales. En ningún momento el plan pasaba por liberarse antes de tiempo porque Zoro hiciese unos pocos trabajos manuales. Se sentía ridículo. Jamás en su vida se había encontrado en una situación tan humillante.

- ¿No consideras que estás sacando las cosas de quicio?

Tenía razón y eso le reventaba. Le cabreaba y mucho. Podrían seguir y pasarlo bien pero simplemente se enredó más en las sábanas, escondiendo también la pierna que Zoro acariciaba hasta ese momento. Le escuchó resoplar y sintió como se levantaba de la cama para ponerse la parte de arriba de nuevo.

- Me marcho entonces - dijo dirigiéndose hacia la puerta

- ¿Piensas dejarme así? ¿Desolado en la cama mientras tú te vas a dormir a tu alcoba a pierna suelta? - preguntó bajando las sábanas para poder mirarle

Cuando vio el rostro de Zoro sintió algo de pena por el. Se quedó congelado en la puerta mirándole completamente descolocado. Casi podía escuchar su cerebro a pleno rendimiento tratando de procesar sus palabras. Tenía que reconocer que estaba actuando como un loco pero estaba frustrado y no lidiaba bien con la frustración. Pensó en levantarse y pedirle disculpas pero se le pasaron las ganas en cuanto escuchó su respuesta.

- ¿Qué pretendes que haga? no voy a aguantar tus berrinches de humano chiflado

Le lanzó un cojín airado y Zoro simplemente recibió el impacto. Volvió a la cama rápidamente y provechó que había salido de su escondite para apresarlo. Agarró sus brazos y los mantuvo contra el colchón mientras le sonreía.

- Pensé que te resultaba intimidante

- Ya no tanto

- Pues deberías

EL REINO DE LAS SOMBRAS (Zosan/Sanzo + 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora