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Mi ¿novio?. Pueda que mi tonto temperamental, de ojitos mágicos y con la cabeza rapada. Nah, ¡que más da! Que sea mi novio.

ALICE

Era querer y no desear. Era amar y no aceptar. Era esperar y no intentar. Era todo y no encajar. Era momento de tomar la situación en mis manos y darle la solución. La única que había y la única que yo veía.

Así que, esa mañana del domingo me desperté e hice la llamada que temía hacer algún día. Sin embargo, cuándo lo hice no tuve miedo. Lo había pensado bien y esa era la solución que quería y tenía.

Amaba a Michael y quería hacerlo bajo todos los sentidos; realizar nuestro amor a plenitud. Y, si no pasaba el último tratamiento que me faltaba; si no completaba mi naturaleza, no iba suceder tal cosa.

Concerte la cita con mi madre para el próximo domingo. Me levanté y tomé un baño extenso. De hecho salí del agua por exigencia de Leigh. Si por mi hubiese sido me quedaba dentro de la bañera todo el día.

Leí casi toda la tarde y preparé los documentos para presentar mi salida de la universidad.

Los días siguientes de la semana fueron taciturnos. Presentando los papeles y pasando por exámenes para demostrar que iban a perder a la mejor alumna que tuvieron.

Lucy presentadome su nuevo novio del mes o semana. Yo, quitándome de encima a los amigos de dicho novio. Recibiendo regalos anónimos y cartas por el correo,  las cartas ni los leía; pasaba a trasladarlos a la papelera, los regalos los dejaba sobre la mesa de la sala de dónde era asaltado por Lucy. La última vez se comió dos cajas de chocolate que encontró en los regalos, lo cuál le dio indigestión.

Comunicándome con Michael por telegram, ya que esa semana él también estaba ocupado. Y según él, Xank es una red fácil de husmear, por ende no tenía. Así que telegram era nuestro Xank de color azul.

Así de lento llegamos a domingo, otra vez. No obstante, este domingo no era cómo el anterior. De este domingo dependían que mi vida iba a cambiar.

Me desperté más temprano que de costumbre. A pesar de no poner ninguna alarma. Me di una ducha fría, para estar bien despierta durante el día. Me puse el vestido que mi madre me compró y que nunca me había puesto, hasta ahora. Dejé los zapatos a un lado, para calzarme las zapatillas del mismo color que el vestido. A pesar de que recién era las siete; casi las ocho, se podía notar que iba a ser un día soleado. Por esa razón me puse el sombrero con las alas más extensas que tenía.

Tomé las llaves del Audi que me compró Emmett, avise a Leigh a dónde iba y después de treparme sobre el vehículo, conduje con dirección hacía el restaurant dónde me encontraría con Gema.

Evité pensar en lo que estaba haciendo en camino. No había espacio para dudas. Era una decisión que había tomado y ya está.

Dejé el vehículo en la estación de vehículos; que quedaba detrás del restaurant. Bajé y fui directa a la recepción. Di mi nombre y la encargada me hizo pasar a una mesa privada.

Pensé que yo sería la primera. Quería serlo. Precisamente por eso me dediqué a hacer las cosas lo antes posible; sin embargo, Gema ya estaba  esperándome.

Caminé con el mentón en alto y destilando seguridad. Ella era cómo un cazador que podía oler los miedos e inseguridades. Vi cómo sus ojos me detallarón de pies a cabeza. La conocía y no iba a dejar que me doblegue, no otra vez.

  —No pensé que la puntualidad era tu fuerte   —saludé, mientras me sentaba frente a ella.

  —Pensé que me ibas a saludar con un beso en la mejilla y un abrazo esperado, cómo cualquier hija hace con su mamá.

Te Hice Para Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora