Somos la enfermedad, el pecado viviente, el agua hecho vino, los niños insalvable.
MICHAELAntes no había sentido el terror y la fragilidad asentándose en mi ser, no hasta que supe que Alice deje de respirar era una posibilidad.
La mezcla de impotencia y debilidad por lo que sucedía, apagó las neuronas de mi cabeza, porque me quedé plantando en el asiento las doce horas. Creo que mi vida estaba en estado de coma.
Ian me agarró del brazo metiéndome a la sala donde se encontraba mi Alice.
Estaba echada sobre la máquina y una pantalla le enfocaba el rostro. La máquina que media los latidos de su corazón, comenzó a hacer un movimiento cansado y casi sin ruido.
Fue tanto tiempo así, parecía que había pasado una hora más. Mis sentidos habían caído en la desesperación, tuve ganas de abrazarla y despertarla.
La actividad de su cerebro, regresó, la máquina correspondiente nos avisó. Y casi al instante los latidos de su corazón comenzaron a cronometrarse.
La estaba viendo con tanta atención que capté el movimiento de sus dedos y no imaginan el alivio y las gracias que le di a no sé quién. La primera reacción que tuve fue levantarme e ir hacia ella, Ian me detuvo del brazo.
Cerré los ojos y me centré en ella, la conexión vibró cómo nunca y supe que había abierto los ojos. También supe que estaba sintiendo mi mirada.
—No eres el único que se encuentra así —me dijo Ian echando una mirada a Evan y Leigh.
No, pero era el único a quién ella estaba sintiendo.
Lo confirmé cuando sus ojos pasaron por todos y se detuvieron en mí, directamente en los iris.
La conexión me permitió sentir su confusión, curiosidad y tal vez un poco de miedo.En cuanto Leigh (ignorando la advertencia de Gema) se lanzó a abrazarla, todos comenzaron hacer lo mismo.
Me quedé estático. Alice me rodeó con los brazos y fue como si me hubiese devuelto la vida, como si recién mis pulmones volvieron a recibir oxígeno. La abracé con tanta urgencia.
Sollozó en mi pecho. Besé la coronilla y le pasé los dedos por la columna. ¡Dios! No imaginan cuanto Alice me encantaba en ese momento. El miedo de perderla, de no volver a tenerla, sentirla, me hizo adorar cada roce de su cuerpo y la abracé como si fuese la última vez.
—Desde cuándo ustedes dos se tienen tanta confianza —indagó, con el ceño fruncido en dirección a Evan y Lucía.
Casi le ruego que vuelva a tocarme porque se había alejado un poco de mí. Pero casi al instante me rodeó con los brazos del cuello y me abrazó.
No pude evitar rechinar, cuando Lucía la llevó de mí.
¿Qué me pasaba? Ni siquiera podía echar un paso para ir por ella. Mi cuerpo estaba casi temblando cuándo regresó conmigo.Le estaba diciendo o intentando decir lo que pensaba, cuando Gema me interrumpió para pedirle algo.
¡Suficiente! Tanto me estuve conteniendo. La impulsé de la nuca y la besé. Mi corazón latió con fiereza al ver que me correspondía.
¡Sus labios! ¡la manera en como besa! Yo la amaba, adoraba. Vivía, respiraba y moría por esa mujer. Era mi dueña, mi amante, mi amiga y mi todo.
Como dijo Lucy: Alice es mi todo.
Con un beso me hacía sentir y venerarla de tal manera.
—La tensión que tienen es palpable —oí decir a Mia mientras veía a Alice caminar detrás de Gema, fuera de la habitación.
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Te Hice Para Mí
Teen FictionEste sí es un libro totalmente egoísta. Incluso en la manera de ser narrado. No hay buen contexto, solo de manera egoísta. Porque todo gira alrededor de Alice y Michael. La historia es de Alice y Michael. Quién importa es Alice y Michael. Dentro d...