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Una ¿Michael? Mujer.
Okay, puedo estar mal pero no tonta
Al menos eso creo.

ALICE

Terminé de fumar el último cigarrillo y lo enterré en la taza que tomé cómo cenicero.

Tenía frío, el mismo frío de hace seis meses o un año. Quizá un Septiembre.

El reloj de la plaza indicaba que eran las cinco de la tarde. Me levanté y me alisté para salir. Cómo siempre.

Agarré la pequeña grabadora del escritorio y puse reproducir el siguiente audio. La grabación comenzó y mientras la escuchaba me quité la toalla que envolvía mi cuerpo y busqué el brasier adecuado para la noche.

Dos de la tarde. Me estoy preparando para ir ver a  la chica más bonita que existe. Mi novia. Hoy el día no fue sobrellevador, pero pensar en que la veré me hace olvidar todo... [...] No quiero que Michael esté cerca de mi novia. No podrán volver a ser amigos, ella no es la niña de su infancia, ahora me tiene a mí...

Mordí con fuerza el carrillo al oír las palabras de Marcos. Era la tercera vez que escuchaba ese audio.

La primera vez que encendí la grabadora no era precisamente yo. Estaba hecha un mar de lágrimas, estaba sola. Dos días después de que él y yo nos despedimos.

No sabía si estaba pasándola mal por Marcos o por él. Me sentía una traidora al pensar que había dejado de sufrir a Marcos por él. Eso no lo iba a permitir, así que tomé la grabadora y comencé a escuchar una a una cada audio. Eso me era útil. Volvia a sentir las mismas sensaciones de cuándo Marcos partió. Al escuchar su voz no sólo el pasado me golpeó el corazón, también los sentimientos de cuánto lo amaba regresó.

Seis meses, estaba seis meses escuchando estás grabaciones antes de salir por las noches.

Seis meses ¿cómo le irá? ¿qué estará haciendo? Seguro lo mismo de siempre, metido en los LH. No importaba, lo estaría odiando ahora mismo por haber permitido esto. Aprendí a vivir sin él ¿no lo ve? Debimos suponer  que así serían las cosas.

Me daba lo mismo.

Dejé resbalar un vestido negro por mi cuerpo.

La amo de una manera que da miedo. Con Alice siempre tengo miedo, miedo de perderla. Miedo de hacer las cosas cómo a ella no le gustasen. Incluso al principio tuve miedo de que me rechacé o algo similar. Miedo de que un dia alguién más llame su atención, alguién más se gane su amor. Miedo de que alguién más la tenga cómo solo yo debo tenerla...

Di un manazo para derribar la grabadora. Esta cayó sobre el piso, dónde la voz de Marcos seguía fluyendo. Tomé un tacón y la acribillé una y otra vez.

La voz de Marcos seguía saliendo de ella.

Sé que no soy lo necesario, quiero cambiar y ser lo que ella merece...

¡Maldito imbécil! ¡vaya inseguridad y progenitores narcisistas tuviste para pensar de esa manera, eh!

Levanté la grabadora y la lancé con fuerza a la pared. Un fuego caliente me calentó el pecho.

   —¡Por supuesto nada hiciste bien!  —grité. Me llevé las manos a la cabeza —.  Me dejaste  —enervé sin fuerza.

Agarré otra vez la grabadora y la volví a aventar contra la pared, con la misma fuerza. La volví a coger y la volví a tirar. Una y otra vez.  
  
   —¿No quieres que vuelva a amar a alguién?  —bufé—. ¡Cómo si eso fuera posible! ¿No te das cuenta cuánto me afectaste? ...

Te Hice Para Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora