4

14 5 1
                                    

No te culpes. No te culpes, cariño.

MICHAEL

En cuanto entré a la casa, fui directo a la mesa de la sala. No encontré ninguna nota. Pero ella estuvo aquí, podía percibir su aroma.

Era normal que hubiese decidido ignorar mi respuesta. Ignorar quién soy. Cualquiera tendría cuidado con algo así, pero Alice no era Cualquiera. A ella le gustaba jugar con fuego y bailaba sobre el caos. Era la razón por la que seguía viniendo todos los jueves. Era inteligente cómo para saber el peligro que corría al hacerlo. Aún así, escribió la segunda nota, haciendo saber que sabe lo que hago.

Apreté la mandíbula al pensar en la posibilidad de que, yo hubiese sido otra persona.

Estuve leyendo algún buen momento. La pantalla del ordenador brillaba de manera tenue en el ambiente casi sombrío de la sala.

Incliné la cabeza hacia atrás. Pestañeé seguido para lidapidar el cansancio en los ojos. Mantuve los párpados caídos por unos segundos.

Alice dejaba las almohadas en orden en el sofá, sonreí mientras los iba sacando de lugar.

Creo que era hora de irme, vine demasiado tarde y en parte lo hice por la nota. Pensé que la respuesta de Alice estuviese esperando.

Cerca a la entrada presentí algo,  al momento de abrir la puerta, apenas alcancé ver caer la botella de energetizante, me hice a un lado, dándole pase contra el piso, dejando fluir un sonido de quiebre. Los cristales salieron disparados a diferentes partes.

Alice había armado una trampa. La botella sobre el piso, cerca mis pies, echo trizas, me aseguraba que sí. Alice se esperaba que, la botella se precipite precisamente para lastimarme. El daño que provocaría dicha botella y desde esa distancia, sería igual que una caída natural.

Alice lo hizo para provocarme. No entendí, ¿Qué es lo que se pensaba? Se creía que era un juego. En el lugar dónde cayó la botella había un papel enrollado, la respuesta de Alice.

Sacudí la cabeza divertido. Esa era Alice. Mi Alice. Había dejado la respuesta dentro de la botella que iba a terminar cayendo sobre mí. Curiosamente, la misma botella que dejé para que lo encuentre.

Estiré el brazo y tomé el pequeño rollo de papel. Lo  desdoblé ligeramente.

Espero poder verte, alguna vez.

Quedé confundido. Alice no podía escribir algo así. No, si no conocía a la persona que se estaba  dirigiendo. No podia decir que esperaba ver a alguién que para ella es un misterio o un desconocido.

Además, que ese mensaje era, cómo con intensidad. Parecía que,  ese mensaje de espero poder verte, alguna vez  escondía emoción. Entonces  ¿Por qué la trampa de la botella?

Yo, pude sentir emoción en el mensaje que dejó. Pero, no precisamente emoción del bueno/lindo. Podía también ser emoción del malo, cómo odio o amenaza. No obstante, Alice no odiaba a nadie con facilidad, de hecho jamás llegó odiar a alguién, ¿por qué odiaría a la persona que lo único que hizo fue, permitirle la entrada a casa de un ser querido?

Sí, estaba confundido porque el mensaje que Alice había dejado escondía una emoción, y lo poco que podía deducir no era lógico, con ella. A menos, que ella supiese que quién está detrás de todo esto era yo. Entonces, sí encajaba las cosas.

Dejó la botella de esa manera a modo de saludo;  diciéndome: hola tonto.

Así es cómo mostraba  su cariño, a veces. Y la nota, eso ni que explicar.

Te Hice Para Mí Donde viven las historias. Descúbrelo ahora