Capítulo 12

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Luego de unas cuantas lecciones de defensa personal, en las que no aprendí nada porque estuve mirando sus manos todo el tiempo, regresamos al palacio. Dentro todo estaba de lo más agitado, todos corrían de un lado a otro con bandejas y adornos y no se detenían. Miré al príncipe un poco confusa y el me devolvió una mirada en la que supe interpretar que tampoco sabía lo que estaba ocurriendo.

En el pasillo de nuestras habitaciones no había nadie y todo estaba en silencio, silencio incómodo. Por alguna razón que desconozco me quedé parada en medio del lugar sin moverme durante unos segundos. Entonces Aaron se acercó a mí y...

- ¿Puedes moverte? - ¿Qué?

- ¿Qué?

- ¿Piensas quedarte allí todo el día? estás bloqueando mi puerta. -Entonces reaccioné y me di cuenta. Estaba parada justo en frente de la entrada de su habitación. Tonta. Me aparté rápidamente y el siguió para entrar en su cuarto. Me quedé más de un segundo viendo su puerta tras cerrarla.

¿Qué pasa?

Ya en mi habitación, tomé un baño, comí algo y como me aburría decidí explorar el pequeño lago de la otra vez para ver que había del otro lado (quería encontrar al chico de ayer).

Caminé muchísimo antes de dar con la salida al exterior, ya que el palacio era inmenso. Cuando por fin salí fuera seguía habiendo bastante ajetreo y gente moviéndose rápidamente de un lado a otro.

Me dirigí al lugar donde había desayunado con el rey y desde ahí me orienté hacia el lago. Cuando llegué todo estaba muy tranquilo, excepto por algunos pajarillos que cantaban y uno que otro grillo que saltaban de aquí para allá.

El lago estaba especialmente sereno, sus aguas en total calma y bajo numerosos árboles que le daban una sombra magnífica. Divisé un pequeño puente muy estrecho y de unos seis metros que llevaba al otro lado, lo crucé y me encontré con un claro hermoso.

Con la escasa luz solar que se escabullía débilmente entre las copas de los árboles, realmente parecía la escena de un cuento de hadas. De igual forma estaba dentro de los muros del palacio. Muy típico ¿no?

No había ni rastro del chico pelirrubio por aquel lugar, pero qué más da. El lugar que había encontrado era hermoso, me quedaría allí hasta que me echaran de menos.

No hice nada especial en la noche. Luego de estar alrededor de tres horas a la orilla del lago, Kiara me encontró y regresamos a mi habitación. Cené yo sola y me fui temprano a la cama. Pero no pude dormir.

La expectativa del día que me esperaba era demasiado para mí. Más de una vez me encontré a mí misma mirando por el balcón, disimuladamente, en dirección a la habitación de príncipe Aaron.

Como no pude pegar ojo en toda la noche, recibí a Kiara en cuanto entró en la mañana, justo antes del amanecer. Yo me vestí y exactamente como el día anterior me fui a uno de los jardines laterales donde ambos príncipes ya me esperaban.

No me había encontrado directamente con Andrés luego de que me proclamaran como princesa, y la verdad la otra noche no se le veía muy contento. Tampoco lo estaba ahora mismo.

- ¡Princesa! ¿Qué tal está? ¿Cómo durmió su Alteza? -Lo que más me sorprendió es que realmente pensé que no estaba siendo irónico. Pero la expresión de Aaron hacia mí me confirmó que Andrés no estaba en sus cabales aquella mañana. - ¿Lista para ser también la mejor guerrera del reino?

Perfecto. Le irritaba y además sostenía una espada.

Dos príncipes irritables y armados más una chica bocazas, da como resultado una herida de gravedad a causa de espada. Hoy iba a ser un gran día.

Alas de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora