Capítulo 21

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Aaron Clark, el príncipe guerrero de Etteria, mi adorada obsesión. Con sus cabellos largos y rebeldes, un rostro perfecto y un cuerpo tallado por los mismísimos dioses. ¿Cómo era posible no sentirse atraída por él? O lo que era peor, enamorarse…

Aunque su mirada fría y distante y sus palaras cortantes por cada respuesta hicieran temer a todo el reino, esos mismos ojos azules y gélidos eran los que me tenían total y completamente hipnotizada. Porque una sola mirada era lo suficientemente poderosa para hacerme sentir miles de mariposas y fuegos artificiales; porque, de alguna manera, sentía que me miraba de forma diferente.

No puedo explicarlo. Como tampoco puedo explicar que de alguna manera pasé de odiar su presencia a desear que estuviera siempre cerca.

***

A la mañana siguiente llegaron noticias de las Tierras de Luz, su rey acudiría al palacio en dos días para tener una reunión con los reyes Hugo y Arnold. El objetivo era llegar a algún tipo de acuerdo para que los conflictos bélicos no llegaran a mayores.

Cuando Kiara me lo contó, tuve que hacer un gran esfuerzo para no decirle en la cara que ya lo sabía porque Aaron me lo había dicho justamente la noche anterior cuando estuvimos juntos.

Con Aaron en mi cabeza no pude pegar ojo en toda la noche. Solo esperaba a que llegara el momento del día en que lo viera y, aunque estaba hecha un manojo de nervios, volver a besar esos adictivos labios.

Por ese mismo motivo caminaba hacia el lugar donde teníamos las sesiones de entrenamiento todos los días con más deseos que nunca. Pero como mi suerte siempre ha sido un desastre, lo primero que vi al llegar a esa parte del jardín fue la melena rubia de Andrés que se sacudía vigorosamente mientras se movía de un lado a otro, bajo la frondosa arboleda, esquivando todas las estocadas del príncipe Peter. Aaron, mientras, afilaba su espada sentado en una gran piedra con forma de almendra; fue él precisamente el primero en verme llegar.

Cuando se dio cuenta de mi presencia me miró a mí y a los otros dos príncipes por intervalos con una gélida expresión en sus ojos azules. Quería creer que estaba molesto porque no estábamos los dos solos, pero me pareció que más bien le incomodaba tratar con los tres a esa hora de la mañana.

-Buenos días hermosa princesa. –dijo Peter con su tono meloso.

-Hola. –le respondí.

-Llegas 8 minutos tarde. –fueron las palabras de Andrés.

En cuanto a Aaron, volteó los ojos en la dirección opuesta y refunfuñó un arrastrado ''Hola´´.

-Bien. Empecemos –fue Peter quien tomó la iniciativa –yo pido el primer turno para pelear contra la princesa.

-Vale. –le respondí y sé que me arrepentiré de eso el resto de mi vida.

No se cómo ni cuándo el príncipe Peter se enteró de que recibía lecciones de defensa de los príncipes, pero maldigo la hora en que pasó.

Muy a mi pesar, Peter era un buen espadachín y se movía con muchísima agilidad, cosa que aprovechaba para hacerme perder el equilibrio y sostenerme justo en el momento exacto, antes de caer, a unos escasos centímetros del suelo…

Pero una cosa positiva pasaba junto a todo esto: Aaron no me quitaba los ojos de encima. Y cada vez que sus ojos viajaban en dirección a las manos de Peter, sosteniéndome, era más evidente su incomodidad con la situación. Situación que continuó así por los siguientes dos días en donde ninguno de los cuatro faltábamos al encuentro diario de espadas que tenía lugar en esa parte del jardín que comenzaba a detestar.

Pero cada uno de nosotros tenía motivos diferentes para estar allí presentes a horas tempranas de la mañana: para mí era completamente obligatorio mientras que Andrés acudía solo para reírse de cómo Peter me hacía sentir que nada de lo que había aprendido durante semanas había valido la pena. En cuanto a Aaron, verlo todas las mañanas me hacía fantasear con los motivos que le hacían a estar allí.

Alas de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora