El recuerdo de lo que se sentía tener sus labios sobre los míos no se comparaba con la sensación de volver a besarle. Solo me dejé llevar. Sentía su lengua abrirse paso por entre mis labios hasta que encontró la mía y comenzaron una danza de reencuentro que pude sentir en lo más íntimo de mi ropa interior.
Los dedos de su mano derecha, que aún estaba en mi cabeza, se enredaban por entre mis cabellos y me acercaban a su rostro con urgencia mientras su otra mano en mi cintura me pegaba a su cuerpo como si necesitara que ninguna parte de mi estuviera separada de él.
El beso era desesperado, como si me reclamara todo el tiempo que nuestros labios estuvieron separados, como exigiéndome explicaciones por mentirle. Sus manos me acercaban más a él, si es que eso era posible y podía sentir todo el calor de su cuerpo deslizarse por cada rincón del mío, sintiendo una sensación eléctrica que era totalmente nueva para mí.
No había tenido muchos besos en mi vida, pero los de Aaron eran los mejores, con diferencia.
Interrumpimos el beso por la pura necesidad de recuperar el aliento y ambas de nuestras respiraciones eran una locura. Mis manos aún estaban en mis contados y solo me sostenía en pie por el agarre de las manos de Aaron.
Aaron Clark, el hombre que, con solo una mirada de esos ojos azules como el zafiro, prometía problemas y dolor. El hombre por el que estaba comenzando a sentir algo que nunca antes había sentido, por el cual pasaba noches enteras sin dormir. Me estaba mirando directamente a los ojos, con ambas de sus manos apoyadas en mi cintura. Su respiración poco a poco se fue apaciguando, al compás de la mía. Alejó un poco su rostro para mirarme detenidamente y tras unos segundos me dedicó una media sonrisa.
-Al parecer, al fin te he dejado sin nada que decir. –estaba demasiado atolondrada y su voz me sacó del ensueño. Iba a decirle algo, pero no recuerdo que era porque en el preciso momento en que abrí la boca él la cerró con un beso de la suya.
Esta vez con más calma y lentamente, saboreando cada parte. Mis manos esta vez subieron hasta su cuello, enterré mis dedos en el nacimiento de su cabello, arrastrándolo más cerca de mí, suplicándole que no se acabara nunca…
Cuando por segunda vez volvimos a necesitar aire y nos separamos, algo llamó su atención al otro lado del camino por el que habíamos llegado; yo también lo vi.
Un chico caminaba en dirección a nosotros. Iba vestido con unas ropas parecidas a las que usan los nobles y parecía bastante joven, tendría aproximadamente la edad de Aaron. Era muy guapo y alto, tenía el cabello de color negro y largo y lo llevaba suelto, un poco más abajo de los hombros.
Al acercarse lo bastante como para que nos viera, Aaron y yo nos separamos como por instinto. No éramos hermanos realmente, pero la gente así lo creía.
-El príncipe Aaron Clark de Etteria, ¡Cuánto tiempo! –le dijo a Aaron con una brillante sonrisa.
-Peter –fue el corto saludo con un asentimiento de cabeza por parte del príncipe al chico recién llegado.
- ¿Y quién es esta preciosura que tenemos aquí? –dijo refiriéndose a mí, luego tomó mi mano derecha y la llevó lentamente hasta su boca para besar mis nudillos. Todo esto sin apartar ni un segundo sus ojos grises y oscuros como la noche.
Aaron se interpuso en el camino entre los dos por lo que el tal Peter tuvo que soltar mi mano.
-No les esperábamos hasta la tarde, Andrés salió esta mañana en vuestra búsqueda. –dijo ignorando por completo su pregunta a lo que Peter tuvo que responder:
-Si, sucede que mis hombres y yo nos hemos adelantado y le hemos sacado un poco de ventaja a la caravana de mi padre. Andrés estará a punto de darles alcance, ellos llegarán en la tarde seguro. –dijo todo eso sin abandonar ni por un segundo la fresca sonrisa que estaba en sus labios desde que llegó.
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Alas de oscuridad
FantasíaCuando Margoth se ve rodeada de mentiras que le han perseguido durante toda su vida y decide afrontar su verdadera identidad, los problemas no dejan de aparecer para complicarle aún más el total caos que es su vida. Desde su nacimiento ha sido marca...