Capítulo 24

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Los juegos de azar son divertidos por la misma razón que son peligrosos. Porque el éxito no depende de la habilidad del jugador, sino de la suerte.

No fue por azares del destino que llegué a Etteria aquella mañana, pues mi legado me estaba esperando.

Me esperaba junto a una vida nueva, llena de personas, situaciones y sentimientos totalmente desconocidos hasta ese momento. Pero siempre recordaré las palabras de mi padre: ¨Abraza tu destino¨.

Si mi destino era ser la princesa heredera de Etteria, llevaría la corona con altivez sin dejarla caer jamás.

Y si tenía que enfrentar el poder que corría por mis venas, no flaquearía ni un segundo.

Pero si mi destino es vencer a Aaron en un juego de azar... que se dé por perdido.

Se contaba frente a mí, con una mirada desafiante en sus bellísimos ojos azules, expectante, esperando mi respuesta...

-De acuerdo. –sonreí confiadamente.

-Comencemos.

Tres personas más se unieron a nosotros puesto que el juego debía ser llevado a cabo por cinco jugadores.

Comenzamos la primera ronda bajo la atención de más de medio salón, siendo observados por más de 15 pares de ojos. Pero los únicos que me importaban eran los que estaban delante de mí.

Como en el juego anterior dejé pasar las dos primeras rondas antes de comenzar con lo mío, pero en la tercera ronda pasó algo impresionante.

-17 –dijo él dando la vuelta a su vaso y mostrando un 1, un 3, dos 4 y un 5.

Aun quedábamos dos personas por mostrar nuestros dados, pero no tenía gracia acertar también, así que la dejé pasar otra vez.

Aaron ganó la ronda.

A la próxima le atiné y en la última también.

La tensión del ambiente estalló en el momento en que mis dados mostraron un perfecto 30 una vez más. Esta vez muchas personas se acercaron a la mesa a revisarla y también inspeccionaron el vaso.

Por encima de todo el bullicio miré a Aaron quien tenía una mirada de desconfianza y una sonrisa ladina en su perfecto rostro. Yo en cambio hiperventilaba.

De un momento a otro mi brazo derecho fue tomado bruscamente por una mano grande y ruda, con dedos nudosos. Era el mismo hombre contra el que había apostado hacía unos segundos.

-¡Descarada! –gritó apretando su agarre. –Sé que escondes algo bajo esa falda. –Llevó su mano en dirección a mis piernas y...

Formé un puño con mi mano libre, pero se quedó en el aire; mucho antes de que levantara la mano, el puño de Aaron se estampó contra la cara de el hombre barbudo y grueso como un árbol.

El hombre cayó al suelo, pero enseguida se compuso, se levantó e intentó golpear al príncipe, quien le encestó otro puñetazo, esta vez en el estómago, dejándolo retorciéndose en el suelo.

Alrededor de Aaron y el desconocido se había formado un pequeño círculo, rodeado de espectadores.

El tabernero se acercó y les indicó a algunos hombres que sacaran al que estaba en el piso y anunció de malas maneras a los clientes que no había nada que ver.

Sentía que me encogía en el mismo lugar mientras veía la espalda de Aaron subir y bajar frenéticamente mientras respiraba apresuradamente.

Dio una media vuelta y dijo:

Alas de oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora